Pasaje clave: Números 3 y 4.

Ayer leíste que es necesario estar preparados y que no todos somos llamados para hacer lo mismo. Hoy vamos a profundizar un poco más el tema del servicio y lo haremos por medio de la tarea que desarrollaban los levitas.

¿Quiénes serian los únicos responsables del servicio en el tabernáculo? (3:6-10, 8:14-15, 19 al 22).
¿Por quién y por qué fueron elegidos los levitas para esta tarea? (3:11-13, 8:16-18).
¿De qué se ocuparían cada una de las familias que formaban la tribu de Leví? (3:23 al 38).
¿Que sucedería con el extraño que quisiera “meterse» a hacer lo que no le correspondía? (3:10, 38).

Los levitas habían sido elegidos por Dios para el servicio. No es que ellos “sintieron que tenían que hacerlo” o “soñaron” que ese sería el ministerio ideal para sus vidas. No entraron a ese servicio por capricho y tampoco para tapar algún hueco. No iban autopromocionándose: “¡Soy levita, no se olviden de mí. Por favor, ténganme en cuenta!”.
Tampoco se postularon como los más espirituales, maduros y súper consagrados para ese ministerio.
Simplemente fueron escogidos por Dios.

¿Es tu deseo servir a Dios en lo que Él quiera para ti?
¿Tienes ganas de participar de algún ministerio?
¿Te gustaría servir a Dios en algo importante?
¿Estás cansado de que nunca te tengan en cuenta para nada?

Entonces imita a los levitas. Espera que sea Dios mismo quien te escoja. Espera el tiempo de Dios y prepárate.
Dile a Dios que estás dispuesto, que deseas comprometerte más con la iglesia y con su reino y espera. Y cuando tus pastores o líderes te inviten a participar (¡en lo que sea!) acepta, porque el tiempo llego. Si ellos pensaron en ti fue porque primeramente Dios pensó en ti y te escogió para esa tarea.
Recuerda que Dios primero te probará en lo sencillo, en lo pequeño, en lo “poco”, y si eres fiel, entonces Él te pondrá en lo mucho.

Todos los que no eran levitas eran considerados “extraños” para Dios en lo relacionado con el servicio en el tabernáculo. El que no había sido elegido por Dios para ese ministerio era un extraño. Así de simple. Pero, ¿por qué?
Porque ministrar tiene que ver con haber sido llamado por Dios. Especialmente si hablamos de liderazgo.Porque aunque cualquiera puede llegar a ser líder, ser un líder no es para cualquiera. No es cuestión de ser carismático y tener ideas muy locas y divertidas. La responsabilidad y el compromiso que conlleva el liderazgo son muy grandes. Y la santidad también.

¡Y Dale con la Edad!

El capitulo 4 describe con todo detalle cómo tenían que desempeñar su tarea los levitas, pero hay un dato que sobresale.
¿Qué dice con respecto a la edad de los levitas que servían en el tabernáculo? (4:3, 23, 30, 35, 46-47).
A partir de los 25 años ya podían servir en el tabernáculo de reunión, pero no podían servir en el ministerio. Para esto debían esperar hasta cumplir los 30 años. Y a partir de los 50 se “jubilaban».

Piénsalo.

Hoy no hay “una edad determinada” para comenzar a servir a Jesús o para dejar de hacerlo, pero sí es necesario que halla compromiso, dedicación, responsabilidad. Y que pases tiempo con Dios.
No puedes “jugar” al ministerio. No puedes decir “si, cuenten conmigo” y después te borras.
Tu compromiso o tu irresponsabilidad afectan a todos. Somos un cuerpo.
Si asumes un compromiso y después largas, dejas un hueco que no siempre es fácil de llenar, por lo tanto tus decisiones requieren madurez. Y para esto no necesitas tener una edad determinada, necesitas tener bien en claro a quién estás sirviendo, a quiénes afectas con tu servicio y para qué lo haces.

Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Números-Deuteronomio»

Por Edgardo Tosoni

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