¿POR QUÉ LA GENTE SE METE EN PROBLEMAS DE DINERO?

Los problemas de deudas están trayendo niveles altísimos de dolor y estrés a los individuos y parejas del continente. Lo increíble es que, en la mayoría de los casos, el profundo endeudamiento es algo que se puede evitar. Tú no tienes que pasar por el mismo dolor que han pasado tus padres o que pasarán muchos de tus amigos y amigas.

Muchas veces he encontrado que la razón por la que la gente ha caído en deudas es porque se ha «estirado» económicamente más allá de lo que debía. Por ejemplo, ha comprado o alquilado una casa más grande de la que tenía que haber comprado, o un auto más caro del que tenía que haber adquirido, o ha hecho un negocio en el que no se tendría que haber involucrado…
Al principio, el individuo no sufre las consecuencias de estar gastando más de lo que debiera porque hay gastos que no ocurren todos los meses. Por ejemplo, el auto no se rompe todos los meses, la casa no tiene problemas todos los meses, la familia no se enferma todos los meses, las emergencias no vienen a nuestra vida todos los meses.

Pero… las cosas «inesperadas» van a venir a nuestra vida. Espéralas. Somos seres humanos, crecemos, vivimos, nos movemos; las cosas inesperadas nos van a ocurrir. Entonces, existe una sola forma de prepararnos para lo inesperado: ahorrando con regularidad.
A partir de hoy debes tomar aunque sea el cinco por ciento de tu DD y colocarlo aparte para situaciones inesperadas. Como lo dijimos antes: debes crear un fondo de emergencia. Tu meta es lograr tener, en efectivo, ya sea en una cuenta de banco o debajo del colchón, por lo menos de dos a tres meses de salario. Por ejemplo, si ganas ochocientos dólares al mes, tu meta debería ser tener entre mil seiscientos y dos mil cuatrocientos en dinero en efectivo como un fondo de prevención para situaciones inesperadas.

Recuerda: tú no puedes tener en tres años lo que a tus padres les tomó treinta acumular.

¿Cómo evitar problemas con las deudas en tarjetas de crédito?
¿Cómo se conjuga el verbo «tarjetear»? Se conjuga: «Yo debo, tú debes, él debe…». El uso de las tarjetas de crédito se está convirtiendo en un verdadero dolor de cabeza. Las deudas y tarjetas se acumulan; y, juntamente con ellas, tensiones familiares y personales. Así que, antes de «tarjetear» toma en cuenta estos principios económicos para no tener jamás problemas con el uso de tu crédito:

1. Consíguete una tarjeta de débito y úsala como si fuera dinero en efectivo: la mayoría de los bancos respetables el día de hoy tienen tarjetas de débito asociadas a las cuentas de cheques. Estas tarjetas funcionan en los comercios de la misma manera que las de crédito. En realidad, a veces es difícil saber la diferencia. Cuando empiezas a trabajar, abre inmediatamente una cuenta de ahorro o una cuenta de cheques que te permita tener una de estas tarjetas.
De ese momento en adelante, puedes llevar mucho menos dinero en efectivo encima, reducir el peligro de que te roben todo tu salario en la calle y comprar con la tarjeta de débito de la misma manera que lo harías con una de crédito. La ventaja: cuando se acabó tu dinero en la cuenta, también se acabó la posibilidad de que sigas gastando.

Sin embargo, hay veces en las que conviene usar una tarjeta de crédito. Por ejemplo, cuando reservamos una habitación de hotel o hacemos una reserva para rentar un auto. Muchos hoteles, cuando uno recién entra, le toman la tarjeta para hacer una «reserva» de dinero por los gastos que uno tendrá durante la estadía.Si usas una tarjeta de débito, eso puede bloquear una buena cantidad de dinero de tu cuenta de cheques. Lo que yo hago, es que coloco mi tarjeta de créditocuando llego al hotel y, al final de mi estadía, la cambio por mi tarjeta de débito para pagar en efectivo por mis gastos reales. Debes tener mucho cuidado al usar la tarjeta de crédito. A continuación te doy otros buenos consejos que me han sido útiles a lo largo de la vida.

2. Nunca compres algo con la tarjeta que no esté en tu plan: cuando te encuentres frente a la posibilidad de una compra, considera si lo que vas a comprar está dentro de tu plan. Si no está dentro del plan económico que has hecho, da media vuelta y márchate. El único problema que este principio trae asociado es que muestra una realidad en nuestras vidas como latinoamericanos: ¡primero debemos aprender a ordenarnos! Si estás comprando comida, ropa y otras necesidades básicas de tu familia a crédito, es que te has gastado primero ese dinero en algún otro lado. Pregúntate: ¿por qué no tenemos el dinero disponible?

3. Comprométete a pagar cada mes el ciento por ciento del balance: haz ese compromiso hoy mismo. Prométete que cuando llegue el fin del mes, pagarás siempre todo lo que cargaste en la tarjeta durante el mes y, de esa manera, nunca pagarás intereses.

4. Comprométete a no usar más tu tarjeta de crédito: Llama a la compañía y le dices que cuando caduque la tarjeta no quieres que te manden ningún reemplazo. No te sientas mal. Eso no quiere decir que uno es un inútil porque las tarjetas no son para uno. Lo que ocurre es que hay ciertos tipos de personalidad que manejan mejor los conceptos y las ideas concretas. Esas personas no deben manejar un concepto
abstracto como el concepto del crédito. «Tarjetear» no es para ti. Maneja dinero en efectivo.
Si cumples en tu vida financiera estos tres simples principios económicos nunca tendrás problemas con este tipo de deudas y, ¡desde ahora podrás comenzar a conjugar el verbo «tarjetear» de una manera diferente!

¿Cuáles son algunas pautas, normas o reglas para pedir prestado?

1. El pedir prestado no es un «pecado»: si fuera pecado, Dios nunca le hubiese permitido al pueblo de Israel el prestarse los unos a los otros. Cuando él era Ministro de Economía de su pueblo, les dio permiso para que se prestaran mutuamente, aunque al mismo tiempo, les dio claros lineamientos sobre el tema.

2. A través del tiempo, las culturas y la Palabra de Dios, siempre asocian a las deudas con una idea negativa y no recomendable. Por regla general, mientras debas dinero a alguien, te conviertes en esclavo de esa persona o institución. Siempre es mejor estar en la posición de dar que de recibir. Obviamente, no está prohibido pedir prestado, pero se presenta como algo indeseable y que uno debería hacer solo en casos extremos, no como en nuestros días, que el crédito se ha convertido en un integrante más de nuestra planificación financiera.

3. El pedir prestado debe ser un compromiso a corto plazo: no es así con los bancos el día de hoy. Los prestamistas están flexibilizando las reglas para prestar dinero porque yo creo que el negocio de ellos es tener a la gente pagando intereses y no pagando sus deudas. Nosotros, entonces, deberíamos tratar de pagar nuestras deudas lo antes posible.

4. Lo que se pide prestado se debe devolver: lo que se pide, se paga. Si tú te comprometiste con alguien a pagarle algún dinero, tú diste tu palabra, no importa que hayas firmado un papel o no. Tu palabra representa tu honor, tu carácter, tu «ser».

5. Solo deberíamos pedir prestado bajo el principio del compromiso garantizado; el principio del compromiso garantizado (PCG) dice que «uno no debe hacer un compromiso económico a menos que tenga la certeza absoluta de que lo puede pagar». El problema con las deudas no se encuentra en adquirirlas, se encuentra en la manera en la que nos metemos en ellas. A veces, somos casi suicidas por la forma en la que estructuramos nuestros préstamos…

6. Nunca deberíamos caer en la presunción del futuro: la regla de presunción del futuro dice que uno «nunca debería hacer un compromiso presente basado solamente en ganancias futuras». Esta regla ya la vimos anteriormente, pero la coloco aquí porque es un concepto muy importante que se debe tener en cuenta antes de tomar un compromiso económico.
El futuro no nos pertenece y, por lo tanto, cada vez que tomamos un compromiso económico debemos hacerlo invirtiendo una mezcla de ganancias pasadas (colocando un anticipo, o enganche suficientemente grande), y asegurándonos de que siempre podemos salir, de una manera u otra, del compromiso adquirido sin quedar atrapados en una deuda.

Extracto del libro «Una Esperanza y Un Futuro»

Por Andrés Panasiuk

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