Lo que un hijo necesita no son millones de dólares, un hijo necesita tiempo que no tiene precio. Si usted ya tiene hijos o cuando un día los tenga, recuerde que, para un hijo, más exquisito que el dinero, es su presencia.
Recuerdo la historia, un niño llega con su papá, un ejecutivo prominente y le pregunta cuánto gana por hora. El padre le responde lo que gana. Al rato el niño regresa con un montón de billetes de baja denominación y le dice: ¿Puedo contratarte por una hora para que juguemos?”.
No, no, no. Qué es eso de «¿Te contrato papi?» El día que decidimos ser papás, asumimos la responsabilidad de poner primero a Dios, luego a nuestra familia y por último todo lo demás. Un hijo necesita tiempo que no tiene precio. No sólo tiempo de calidad, sino también de cantidad.
No se preocupe con darles a sus hijos lo mejor, lo más caro o lo que todos tienen. Si sus hijos lo tienen a usted como líder y comparte con ellos, tienen lo que el dinero verdaderamente no puede comprar: un papá y una mamá que los tienen como prioridad y comparten con ellos en el mundo de la edad de cada uno de ellos.
Leía un artículo en donde una persona daba sus consejos para ser millonario. Uno de ellos era: “no trabaje de 9 a 5, sino 95 horas a la semana.” Pero otro de ellos decía: “si quiere ser millonario, no tenga hijos”. He visto como cada vez más y más revistas y sitios en Internet están promoviendo que la gente ni se case, ni tenga hijos. La razón es porque es muy costoso. Y los titulares de los artículos van algo así: “Un hijo cuesta no menos de XX dólares a lo largo de la vida”. En otras palabras, están diciendo que los hijos son una causa de pobreza. ¿Por qué no hacen artículos de cuánto cuesta tener los distintos carros que tendremos a lo largo de la vida? Promueven cosas a las que también se les invierte mucho, pero no vidas a las que no sólo les invertimos, sino que ellos también invierten en nosotros tiempo compartido, amor e incluso en la vejez, sus recursos económicos.
El sabio Salomón, el tercer rey del pueblo de Israel y quien lo tuvo todo, en el libro de Eclesiastés – uno de los libros que escribió en donde dice que todo en la vida es como correr tras el viento, –también escribió lo siguiente: “Me fijé entonces en otro absurdo en esta vida: vi a un hombre solitario, sin hijos ni hermanos, y que nunca dejaba de afanarse; ¡jamás le parecían demasiadas sus riquezas! «¿Para quién trabajo tanto, y me abstengo de las cosas buenas?», se preguntó. ¡También esto es absurdo, y una penosa
tarea!” (Eclesiastés 4:7 y 8 NVI).
Los hijos son una bendición y no necesitan tener padres millonarios para ser felices. Quien no los tiene, se evita muchos gastos y muchos problemas, pero se pierde a la vez de las experiencias más enriquecedoras y felices, que como padres experimentamos junto a nuestros hijos. Cada etapa es muy distinta. Todavía mis cuatro hijos son menores de edad, pero mi oración es que en cada etapa que venga, seamos uno y sobre todo andemos todos, en los caminos de Dios. No les puedo regalar un Maserati a mis hijos, pero sí alimentarlos, educarlos y darles lo más valioso de mi vida, mi corazón y mi tiempo, cosas que no tienen precio, porque valen más que el dinero.
Lección #4: Para un hijo, más exquisito que el dinero, es su presencia. No se preocupen por ser papás millonarios, preocúpense por cubrir sus necesidades básicas y dedicarles tiempo, que no tiene precio.
Extracto del libro El Maestro Del Dinero
Por Alex López