Pasaje Clave: Lucas 15:6.

El pastor con la oveja en sus hombros recoge a las noventa y nueve que había dejado solas, ninguna se había escapado, y con todo su rebaño se dirige a su hogar. Y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, aparentemente nada ha cambiado. El pastor salió con cien ovejas, y vuelve con las mismas. Los vecinos se preguntan ¿Qué hay de extraordinario en eso? Nada ha cambiado, ¿o sí?
Una de ellas vuelve con la pierna vendada, nada especial. Se fue y volvió, lo normal. Todo sigue igual, ¿por qué interrumpir el día a día de sus amigos y reunirlos si nada ha cambiado?
La eternidad “anterior” (si es que eso tiene algún sentido) y la eternidad “posterior” se parecen mucho, podrían ser idénticas. Dios es inmutable (eso dicen), la historia es solo un soplo a sus ojos. El tiempo es una gota en mitad de un océano eterno. ¿Qué será? Aquello que ya fue. Pero algo ha cambiado. Todo está como siempre, como debería estar, pero nunca será igual.
Algo ha ocurrido que hace que el pastor reúna a sus amigos. Porque a Dios le encanta compartir su gozo.
Su gozo nunca fue un gozo solitario, siempre fue un gozo en común. Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo se gozan juntos. Se comunican desde la eternidad y tienen comunión perfecta unos con otros.
Por eso el pastor, al volver, se acerca diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.
La noticia no es que haya vuelto con las cien, sino que para que eso ocurriera ha habido una historia que contar, que ha cambiado la calidad de la relación con una de ellas. Y eso provoca reacciones.
Es una buena historia, es una historia que produce más gozo de lo normal. Más que si solo hubiera vuelto sin ningún percance.
Porque el gozo, el mayor gozo, muchas veces nace del problema, de la superación del sufrimiento, del dolor y la injusticia resuelta.
El perdón se basa en el error que alguien ha cometido, y a pesar de eso el amor incondicional lo supera; el perdón es un amor que demuestra que ama sin negociaciones y que es capaz de superar la injusticia del rechazo o el dolor infl ingido. Un amor que es capaz de negar sus propios derechos por volver a aceptar a aquel que no merece nuestro aprecio.
El perdón es uno de los valores más maravillosos, pero sin pecado, es imposible manifestarlo.
No lo alcanzo a comprender, pero es maravilloso. Y ahora deberías parar y pensar unos minutos en esto. Y darle gracias a Dios. Por su perdón.
Y aún hay más, la resurrección aparece después de la muerte, pero magnifica el poder de la verdadera vida. La misericordia se ejecuta cuando hay un mísero, si no hay necesidad, no puede haber misericordia.
La reconciliación se da cuando hay disputa y la relación vuelve a ser como antes. Quizá mejor que antes, una relación probada es mucho más firme y segura.
La restauración denota que algo se ha roto, se ha estropeado, pero se ha reparado.
El amor, en medio del dolor, puede perfeccionarse. Porque el poder se perfecciona en la debilidad.
Porque un final feliz, sin un argumento interesante que ha sido difícil de alcanzar, no merece ser contado. El resultado se enriquece por el proceso y no sería el mismo sin él.
Jesús vuelve al Padre, al redil, como Señor de todo y de todos, de todas las ovejas, como siempre, pero algo es distinto. La calidad de la relación con su creación ha cambiado.
Gozaos conmigo, les dice al cielo entero. ¿Por qué? Siempre has sido Señor de todo, ¿por qué deberíamos gozarnos de manera especial Hoy?
Y Jesús diría que una historia ha ocurrido, la historia que estaba en su corazón, una misión de rescate donde una oveja se había perdido, una humanidad solitaria ha sido encontrada.
¿Quién es el que disfruta de eso en primer lugar?
El pastor, sin duda. Su esfuerzo extra le ha producido un gozo extra. Porque Dios, es un Dios que disfruta, y aunque le cueste, sabe que vale la pena rescatarme, y eso le produce gozo, una alegría para compartir eternamente.
Y la trinidad disfruta de esta historia más que nadie. El rescate realizado por el Hijo, involucra al Padre y al Espíritu y juntos se gozan por una historia digna de contar, la que los ángeles querían escuchar y que estaba latente desde la eternidad para manifestar el carácter de un Dios trino que desea salvar.

PARA VOLAR

1. ¿Alguna vez has recuperado una relación rota o dañada?
¿Qué caracteriza la alegría que se siente tras la restauración?
2. ¿Es la calidad de tu relación con Jesús mayor ahora que hace un tiempo?
¿Cuántas veces te habrás perdido? ¿Qué has aprendido en tus extravíos?
Anota al menos 3 cosas.
3. ¿En qué necesitas perdón hoy?
Te invito a balar fuerte, a reconocer que estás perdido, para ser encontrado por tu pastor.

Extracto del libro «Perdido»

Por Alex Sampedro

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