Pasaje clave: Levíticos 6 y 7, 9 y 10.
Luego de enseñarles acerca de las cinco ofrendas Dios les da nuevas e importantes indicaciones (7:37 y 38).
- Restituir (devolver) lo robado, perdido o dañado (6:1-7).
- Prestarle atención a la ley del holocausto (6:8-13).
- Prestarle atención a la ley de la ofrenda (6:14-18).
- Cuál sería la ofrenda que Aarón y sus hijos tendrían que ofrecer cuando fueran ungidos como sacerdotes (6:19-23).
- Prestarle atención a la ley del sacrificio expiatorio para los sacerdotes (6:24-30).
- Prestarle atención a la ley del sacrificio por la culpa (7:1-10).
- Prestarle atención a la ley del sacrificio de paz (7:11-21, 28-30).
- Prohibido comer la grasa de los animales (”grosura”) (7:22-25).
- Prohibido comer la sangre de los animales (7:26-27).
- Cuál sería la porción de las ofrendas para los sacerdotes (7:31-36).
Recuerda que Levítico capítulo 8 lo explicamos el día 11.
El capítulo 9 relata la consagración al sacerdocio de Aarón y de sus hijos, y cuáles fueron los primeros sacrificios que ellos ofrecieron delante de Dios.
Pero luego de todas estas ordenanzas y leyes santas, algo inesperado sucedió. Algo que no debería haber sucedido nunca.
La Máscara de la Santidad.
¿Qué hicieron Nadab y Abiú delante de Dios? (10:1).
¿De qué manera trató Dios con ellos? (10:2).
¿Qué les ordenó Moisés a sus familiares? (10:3 al 7).
¿Qué habló Dios con Aarón? (10:8 al 11).
Nadab y Abiú, hijos de Aarón, eran sacerdotes de Dios ¡pero solo en apariencia! Ellos tenían todo el aspecto exterior de sacerdotes. Cualquiera que los mirara podía identificarlos fácilmente:
- Pertenecían a la familia de los sacerdotes.
- Habían sido escogidos y ungidos como sacerdotes.
- Vestían las ropas santas de los sacerdotes.
- Habían puesto sus manos sobre la cabeza del animal del sacrificio identificándose con él.
- Ofrecieron ofrendas delante de Dios en el Tabernáculo.
¡Eran privilegiados al ser levitas y sacerdotes de Dios!
Podían hacer lo que millares del pueblo jamás llegarían a hacer.
Ocupaban un lugar de honor y privilegio, ¿quién podía dudar de ellos?
Pero el corazón de Nadab y Abiú no era santo.
Ellos sólo tenían la apariencia de la santidad pero no lo eran en absoluto.
Dentro del Tabernáculo de Dios ofrecieron un fuego extraño.
Le ofrecieron a Dios un tipo de ofrenda que Él nunca les había mandado ofrecer. Probablemente, ambos estaban borrachos y quisieron “jugar a ser sacerdotes”.
¡Pobres tipos! No tuvieron en cuenta que Dios no juega con las cosas santas.
El final de Nadab y Abiú fue trágico. Si lo leíste, ya lo conoces.
Fuego extraño es orarle a Dios en el nombre de la virgen María.
Fuego extraño es usar la música de las bandas seculares y ponerles letras “espirituales”.
Fuego extraño es hablar o hacer algo en nombre de Dios qué Él no te mandó a hablar ni hacer.
Piénsalo.
¿Le ofreces a Dios lo que Él desea recibir: gratitud, alabanza, adoración, honra, fe, obediencia?
¿O tu ofrenda es un “fuego extraño” de desobediencia, de quejas y enojos, de pecados ocultos, de mezclar lo santo con el mundo, de apariencias?
¿Valoras y disfrutas el privilegio de ser un hijo de Dios y un sacerdote suyo?
¿Valoras el privilegio de poder servirlo?
¿Lo sirves con un corazón limpio y agradecido?
¿A qué “apariencias” tienes que renunciar, qué máscaras de santidad tienes que quitar definitivamente de tu vida?
Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Éxodo-Levítico»
Por Edgardo Tosoni
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