Pasaje clave: Éxodo 1 y 2.

Seguramente habrás escuchado alguna vez el nombre de Moisés. Y seguramente habrás visto una o varias películas acerca de él, especialmente cuando divide las aguas del mar, o cuando recibe de Dios las tablas con los mandamientos. ¡El gran Moisés! Capaz de enfrentar a los hechiceros del Faraón y ser líder de 1.000.000 de personas guiándolas por el desierto hasta la tierra prometida. Dispuesto a hacer polvo un becerro de oro y a suplicarle a Dios para que no destruyera al pueblo idólatra.

Capaz de pegarle a una roca con su vara y hacer salir agua de ella, o de sentarse, el día entero, a escuchar los problemas de las personas y aconsejarlos con muchísima sabiduría.  Capaz de estar solo con Dios 40 días sin necesidad de comer, hablando con Él como con un amigo cara a cara. Capaz de organizar, dirigir, enseñar, aconsejar y disciplinar. Capaz de soportar las rebeliones de los rebeldes, celosos y violentos sin perder el control ni la paz. Y contar con el apoyo de Dios diciéndole: “Yo voy a ir contigo”.
¡Genio total! ¡Maestro de maestros! Me encantaría parecerme un poquitito a Moisés.

PERO… (¿en qué historia no hay un pero?), el gran Moisés no fue siempre un hombre santo y entregado full time a Dios. Hubo una época de su vida, antes de ser el gran Moisés, en que fue de todo menos santo.

Una Época Para el Olvido.

José había muerto. Y aparece un Faraón gobernando Egipto que no tenía ni la más mínima idea de quién había sido José. Lo único que sabía, y no le gustaba para nada, era que el pueblo de Israel estaba creciendo más y más, llenando toda la región y fortaleciéndose mucho.

¿Qué decide hacer el Faraón para frenar el crecimiento de los israelitas? (Ex.1:8 al 14-16, 18-19 y 22).
¡Este tipo estaba mal, muy mal! Porque oprimir y mandar a asesinar sólo pueden ser ideas de un enfermo (o de un endemoniado).
Aún así Dios protegía a su pueblo y lo multiplicaba.
¿De qué manera era protegido el pueblo de Dios? (1:17-19).
Las parteras tuvieron temor (respeto reverencial) de Dios y desobedecieron al Faraón. ¡Estas mujeres se jugaron la vida! Pero Dios las recompensó (vs.20-21).
¡Nunca obedezcas una orden que entre en conflicto con la voluntad de Dios!
Y es en medio de esta situación extremadamente angustiante que llega al mundo el bebé Moisés; que sin saberlo (obvio… era bebé), ya nacía con un propósito en la mente de Dios. Pero, ¿por qué no fue asesinado? ¿Quién lo adoptó? ¿Y quién fue su niñera personal? (2:1 al 10).

Moisés creció en el ambiente pagano de Egipto, y a pesar de que su propia madre lo crió y educó durante los primeros años de su vida, él fue formado en el conocimiento de las ciencias ocultas y de la magia egipcia (Hechos 7:22).
Vivió los primeros ¡40 años! de su vida rodeado de un ambiente de adoración a los ídolos, donde la práctica de la magia, la brujería y el curanderismo eran parte de la vida diaria, de la cultura y de la “educación” que él recibió.
Pero, además de todo esto, el “no tan santo Moisés” la hizo muy, muy fea, cuando quiso “solucionar” problemas raciales según sus propias ideas personales.
¿Cuál fue el problema y qué solución “equivocada” aplicó? (2:11-15).

¿¡Moisés ASESINO!? Lamentablemente sí.
¿¡Moisés conocedor de la magia y la hechicería!? Sí.
¿¡Moisés impulsivo y descontrolado!? Sí y sí.
A los 40 años, Moisés el príncipe pasó a ser Moisés el forastero (2:21- 22).

Piénsalo.

Si alguien te dijera que una persona como Moisés sería elegido para llegar a ser el gran líder Moisés (y un hombre santo), ¿le creerías?
Mírate a ti mismo por un momento con tus arrebatos, tus pecados “secretos”, tus crisis personales, tus actitudes fuera de lugar, tus caprichos o tus depresiones. Si alguien dijera que puedes llegar a ser totalmente diferente (santo, útil, renovado, capaz de alcanzar sueños grandes), ¿le creerías?

Hay alguien que piensa en ti y no quiere dejarte así como eres. Él quiere hacerte aún mejor. Él quiere que seas diez veces mejor.

Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Éxodo-Levítico»

Por Edgardo Tosoni

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