Pasaje clave: Deuteronomio 31 al 34.

Adiós Moisés.

Siempre me han producido una gran tristeza estos últimos capítulos. Sé que Dios es justo en todo lo que hace, pero cuesta entender este final para Moisés.
Seguramente Moisés llevo durante muchos años la tristeza de saber que no podría entrar a la tierra prometida. Ni caminar por ella, ni beber el agua de sus arroyos. No podría comer sus frutos o disfrutar de las brisas de aire en sus colinas y praderas. Aquella tierra que fluía leche y miel estaba en sus sueños y deseos pero jamás podría disfrutarla.
Su compromiso fue total.
Su trabajo fue intenso.
Su consagración fue completa.
Pero un solo acto de incredulidad y desobediencia lo llevó a mirar aquella tierra desde lejos, desde muy lejos.

Un Nuevo Liderazgo.

¿Quién fue el elegido para liderar a la nueva generación en la tierra prometida? (31:7 y 8, 14, 23).

Dios levanta a los líderes. Nadie puede tener la soberbia o el orgullo de autoproclamarse líder de algo.
¿Deseas llegar a ser líder de algo? OK. Quédate tranquilo, conságrate a Dios, prepárate, aprende de otros líderes y espera a que Él te levante si se le da la gana hacerlo. Así de simple.
Cuando Dios levanta a alguien en el liderazgo, los otros líderes lo reconocen (y no solo los de la propia iglesia o denominación). Pero además la iglesia misma reconoce y valora ese liderazgo (aunque siempre habrá hermanos carnales e inmaduros que critiquen, hablen mal o rechacen a ese líder, pero son los menos y no la mayoría).  Y además los frutos espirituales de su liderazgo serán vistos por todos.

No te promuevas a ti mismo. Ni vayas por ahí haciéndote propaganda y diciendo: “Soy líder. Soy líder. Reconózcanme, obedézcanme”. No somos un partido político, somos el Cuerpo de Cristo.

No caigas en el pecado de invitar gente a tu casa para hablar mal de otros líderes y tratar de convencerlos de que tú deberías ocupar ese puesto o estar en ese lugar de liderazgo. “Crecer” tú desprestigiando a otros. Esa sería una actitud muy sucia.
No pidas oración para que Dios te levante en determinado puesto de liderazgo. Esto revela que las intenciones de tu corazón no son santas.
Haz como hizo Josué. Estuvo al lado de un líder escogido por Dios, aprendiendo de él. De sus actitudes, de sus reacciones, de sus palabras. De sus éxitos y fracasos.

Haz como hizo Josué. No sólo estaba al lado de un líder escogido sino también al lado de Dios, en comunión con Él. Consagrado y comprometido.

Haz como hizo Josué. Se sujetó siempre y esperó el tiempo de Dios y cuando Dios quiso, él fue levantado como líder.
No escuches, no te enredes, «no te enamores» de aquellos que, queriendo ser lideres o siéndolo, nunca se sujetan, nunca se comprometen, nunca participan, nunca se consagran totalmente a Dios y, además, hablan mal de otros liderazgos. Te van a liderar muy mal y el único perjudicado serás tú.

Una Cruda Revelación y Un Cántico Como Testigo.

¿Cuál es la cruda y dolorosa revelación que Dios le da a Moisés acerca del futuro de la nueva generación? (31:16 al 22, 28-29).
Te recomiendo que leas atentamente el cántico de Dios (capitulo 32).
Es muy lindo y muy duro.

El Último Adiós.

Moisés se despide con palabras de bendición para cada una de las 12 tribus de Israel. Sube al monte Nebo, sólo, y desde allí Dios le muestra toda la tierra prometida a lo largo y a lo ancho (34:4).
Y allí muere en los brazos de Dios, a los 120 años.
Y Dios mismo lo entierra.
¡Qué hermosa manera de morir! Lleno de años. Lleno de bendiciones. Lleno de fuerzas. Habiendo sido el único en hablar con Dios cara a cara y el más grande en las poderosas señales y maravillas que Dios hizo por medio de él. Adiós Moisés.

Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Números-Deuteronomio»

Por Edgardo Tosoni

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