Todas las generaciones buscan hacerse un hueco en la historia, ser visibles, marcar el paso.

Recuerdo cuando me enfrentaba a mis padres diciéndoles que no copiaba a mis amigos, que no me dejaba influenciar, que lo único que pasaba es que los jóve­nes de entonces eran diferentes a ellos. Estoy segu­ro que has pensado en más de una ocasión que tus padres no te comprenden, que están anticuados, que no conocen el mundo de ahora, la realidad de cada día… Vamos, que son unos «carrozas». Dicen que la experiencia es la madre de la ciencia, sin embargo, decidimos obviar la experiencia de los adultos porque pensamos que nosotros somos diferentes.

Ahora te propongo que observes con detenimiento algún lugar donde se reúnen jóvenes: la discoteca de moda, el parque donde hacen botellón,… cualquier sitio donde hay jóvenes en masa. Míralos y examína­los, párate y observa. Resulta impresionante. Lucirán las mismas marcas, los mismos estilos. La fotografía aparentemente es plural, sin embargo, casi todos se limitan a imitar algo que ya conocen. Escuchan la mis­ma música, visten las mismas ropas, usan las mismas colonias; todos piensan que son libres, sin embargo, casi todos somos esclavos de lo que esta sociedad nos dice que debemos hacer, cómo debemos vestir, cómo vivir e, incluso, cómo ser. Porque en este mundo glo­bal siempre habrá alguien interesado en ganar dinero a base de sus productos. Así que vemos a miles de jóvenes presumiendo de ser diferentes haciendo todos lo mismo. He viajado por muchos países observando a los jóvenes de cada lugar. En todos he encontrado que hacen los mismo: comen en el McDonald’s, se comuni­can a través de WhatsApp o Instagram, visten las mismas marcas… Muchos se han encargado de crear clones, da igual de dónde seas lo importante es hacerte sentir que perte­neces a este mundo, que no estás fuera.

¿Son acaso nuestros ideales un fracaso? ¿Será que la verdadera libertad no se puede alcanzar? El primer imitador fue Satanás. Él quería ser como Dios (Isaías 14.14). Por esta razón, Satanás sabe que haciendo que los jóvenes se copien unos de otros los apartará de Dios. Entonces te preguntarás: ¿cómo puedo ha­cer amigos y ser diferente a la vez? ¿Cómo puedo ser diferente y no ser rechazado? ¿Cómo ser original y encajar en este mundo?

Aunque no es una respuesta fácil, que intentaremos ir descubriendo, sí quiero recordarte en cuanto a la amistad que tu mejor amigo es sin duda Jesús. Él debe ser el primero en tu vida. Muchos de nuestros problemas surgen cuando decidimos apartarlo de las cosas cotidianas. Espero que podamos cambiar esta tendencia.

Extracto del libro “Soy Diferente y Qué”

Por Israel Martorell Alonso


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