«Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, an­tes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: no tengo en ellos contentamiento» (Eclesiastés 12.1).

¡Cuánta verdad contiene este pasaje bíblico! ¿Sabes? Los años pasan y nadie puede evitarlo. Todos quere­mos tener la eterna juventud, pero la vida siempre sigue adelante, demasiado deprisa en muchas ocasio­nes. Si hay algo de lo que me arrepiento de verdad es de no haber sido más radical en mi fe cuando era un adolescente. Los años no pasan en balde, las asigna­turas pendientes no quedan siempre para después… podemos convertirnos en repetidores eternos. ¡No esperes más, pon a Jesús todos los días en tu pensa­miento! Piensa en Jesús como tu amigo más íntimo. «No te dejaré ni te abandonaré» (Hebreos 13.5), dice el Señor, cuando somos capaces de pensar no en aquello que el mundo me ofrece, sino en Dios como mi ayuda diaria (Mateo 28.20). Busca amigos, sí, pero aquellos amigos que Dios quiere para ti (Prover­bios 18.24).

Tampoco debemos caer en el error de pensar que solo Jesús es mi amigo; no creamos que estamos rodeados de falsos amigos. En el ambiente en el que te mueves existen verdaderos amigos que tienes que buscar, no consiste en aislarte, encerrarte, sino que debes mostrarte a los demás. Tu misión, después de aceptar a Jesús como tu mejor amigo y ponerle en primer lugar, será buscar otros amigos, no tan solo dentro de la iglesia sino también entre aquellos que te rodean.

Cuando observo la vida de Jesús en los pasajes de la Biblia veo a una persona que se rodea constante­mente de amigos, muchos de los cuales no creían en él como el Mesías. Tenía todo tipo de amigos, lo que hoy tal vez llamaríamos «malas compañías». De he­cho, la gente le acusaba de juntarse con borrachos y personas poco deseables. Jesús en ningún momento nos dice que nos apartemos del mundo. No hay nada malo en tener amigos no cristianos -sería demasiado fácil apartarse del mundo-. Lee Juan 17.15. Jesús no quiere que te aísles, que te margines, como di­ríamos hoy. Conoce a Jesús, estudia su vida en los evangelios, aprende a amar a Cristo, hazlo tuyo en tu corazón y guarda sus principios. Una vez que hayas adquirido una base fuerte sobre el ejemplo de él, Dios te anima al reto de buscar amigos en el mundo. Des­pués de aceptar a Jesús en primer lugar, podríamos decir que estamos infiltrados en la sociedad. Tu vida no puede ser igual, no puedes mostrarte de la misma forma. Comienza a ser diferente más adelante profun­dizaremos en esto.

Recuerda que el verdadero amigo es aquel que te acepta tal y como eres, sin esperar que accedas a sus pretensiones. Y esto mismo lo apli­camos a nuestra vida cristiana. No podemos alejar a aquellos que no piensan como nosotros, no podemos usar a las personas según nuestros intereses. La amistad es un valor que no todo el mundo entiende.

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