Cuando Adán vio a Eva dijo: «Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará “mujer” porque del hombre fue sacada» (Gn.2.23).
Las primeras palabras que salen de la boca de Adán, apenas ve a Eva, son palabras de amor expresadas poéticamente: hueso de mis huesos y carne de mi carne.
Como bien dice Arjona, el cantante, “Qué sería de los poetas si no fuera por las mujeres”. Una mujer es capaz de arrancar lo mejor del corazón de un hombre. El amor es capaz de convertir a cualquier hombre en poeta. ¡Hasta el mudo habla cuando se enamora! Hay que recuperar en el ámbito de la iglesia un auténtico romanticismo. No el romanticismo chato y barato de las telenovelas y las baladas; sino el que implica sacrificio y compromiso. Necesitamos aprender a expresar nuestro amor a través de gestos y detalles, y de la música y la poesía.
Cuando Adán usa la imagen del hueso y la carne, lo hace de la misma manera en que hoy usamos la palabra corazón. Es común escuchar a un joven enamorado decir a su pareja: “Yo te amo con todo mi corazón”. Por supuesto, no le está diciendo: “Yo te amo con este órgano cardiovascular de cuatro ventrículos”. El corazón se usa como un símbolo de la vida. En la medicina clásica, si se quería determinar si una personas estaba viva, se trataba de escuchar los latidos del corazón. Creo que de ahí se inspira la imagen del corazón como un símbolo de la totalidad de la existencia.
Pero en los tiempos de Adán no había tal conocimiento. Aquí los huesos representan su ser interior, y la carne su ser exterior. Lo que en el fondo está diciendo Adán es que la ama con todo su ser. Pero, cuidado con ser muy
literalistas en el uso de la Biblia. Podría ocurrir que alguien notoriamente flaco vea pasar a una chica y le diga: “Yo te amo con todos mis huesos”. O que, por el contrario, alguien muy gordito dijera: “Yo te amo con toda mi carne”. Usadas así, estas palabras ya no tienen sentido para nosotros.
En la actualidad, la medicina no determina la vida a través de la presencia de latidos cardíacos, sino detectando impulsos eléctricos en las neuronas del cerebro. ¿Cómo les van a decir nuestros hijos y nietos a sus enamoradas? No les van a decir: “Yo te amo con todo el corazón”; sino, “Yo te amo con todas mis neuronas”.
Extracto del libro “Una Bendición Llamada Sexo”
Por Alex Chiang