¿Qué significan estas palabras: «Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne»? (Gn.2.23). Alguna vez te has preguntado: ¿De qué nos enamoramos?, ¿por qué hay una persona que me atrae y otra no?, ¿cómo se produce el proceso de selección dentro de nosotros?
La Facultad de Psicología de una universidad muy conocida realizó un estudio tratando de responder a las preguntas del párrafo anterior. Después de entrevistar a muchas parejas, los investigadores llegaron a la siguiente conclusión: “Nos enamoramos de una proyección de nosotros mismos”. Aclaremos este concepto.
Gracias a Dios, no significa que nos enamoramos de una fotografía de nosotros mismos. Eso sería narcisismo.
Pero, cuando yo encuentro a alguien que encarna mis anhelos más profundos, mis valores más íntimos, mis conceptos de lo bueno y lo malo, de lo bello y lo feo, estoy frente a alguien que es una proyección de mí mismo. Es muy probable que termine enamorado de esa persona.
Supongamos, a manera de ejemplo, que tú eres una persona superambiciosa. Para ti la vida es dinero, dinero, y, si sobra tiempo, dinero también. Cuando tú encuentres a alguien tan ambicioso o más ambicioso que tú, esto despertará amor en ti. Resumiendo, cuando yo me encuentro a mí mismo en otra persona, eso desencadena el amor. Éste es el significado de las palabras hueso de mis huesos y carne de mi carne.
Adán le dice a Eva: “En ti yo me reconozco a mí mismo, la esencia de lo que yo soy. En ti yo veo mis propios huesos y mi propia carne”. Él no dijo tú eres hueso de los huesos de no se quién o la carne de la carne de otro.
Por el contrario, declara que Eva es una prolongación de la totalidad de su ser. ¡Qué sabiduría tiene la palabra de Dios! Este descubrimiento moderno ya se encontraba en la Biblia.
Si es cierto que nos enamoramos de una proyección de nosotros mismos, ello rompe el concepto tradicional de que polos opuestos se atraen. Esto funciona bien en el mundo de los metales pero no en el de las personas. En las cuestiones secundarias de la vida, podemos ser diferentes y hasta opuestos. Sin embargo, en los aspectos vitales de nuestra existencia tenemos que ser lo más parecidos posibles. Esta verdad de que nos enamoramos de una proyección de nosotros mismos es una afirmación muy peligrosa. Porque la conclusión natural sería: Dime de quién te enamoras, y te diré quién eres, o dime quién fue capaz de despertar amor en ti, y te diré lo que hay en lo profundo de tu corazón. Yo puedo conocer mucho acerca de ti conociendo a la persona que tú amas. Conocer a la persona de la cual estás enamorado es como tomar una radiografía de tu ser interior.
Veamos una aplicación de esta verdad. A muchos les cuesta aceptar la enseñanza bíblica de no mantener relaciones sentimentales con personas que no tienen la misma experiencia de fe. Lo ven como una especie de racismo religioso, de desprecio, como si la persona no creyente fuera peor o inferior respecto del creyente.
¿Cómo reaccionamos cuando nuestra linda líder de alabanza se enamora de un chico no cristiano? Normalmente interpelamos a la chica cristiana y le decimos: “¿Cómo es posible que te enamores de ese muchacho?, ¿no sabes que es primo de Lucifer, cuñado de Satanás, hijo del diablo?”. Al reaccionar así, pensamos que el problema lo tiene el lado no cristiano; pero, realmente el problema está en el lado cristiano.
Por el contrario, yo le diría a la joven cristiana: Mira, no necesito que me describas al joven de quien estás enamorada. Debe ser una excelente persona. Seguro hasta es mejor que los jóvenes cristianos de tu iglesia. Debe ser así para que sus cualidades puedan compensar el hecho de no tener a Cristo como su Salvador y Señor personal, y para que tú lo puedas amar. Pero, recuerda, cada uno se enamora de lo que uno es. Si tú me dices que Dios es lo más importante de tu vida y tu experiencia con Jesucristo tu mayor tesoro, pero alguien que no
tiene esa relación viva con Dios en Jesucristo es capaz de despertar amor en ti, eso me dice que para ti Dios no es tan importante como dices que es. No importa lo que digan tus palabras; tu corazón te traiciona y delata. Tal vez en el pasado tuviste una relación real con Jesucristo, pero hoy tu fe está en crisis.
En cambio, si yo digo que Dios es lo más importante de mi vida, ¿saben cuál va a ser la mujer que me va a volver loco? Aquella que ama a Dios tanto o más que yo. Cada uno atrae lo que uno es. Varones espirituales se enamoran de mujeres espirituales. Mujeres superficiales atraen a hombres superficiales.
SEXO Y MATRIMONIO
Hasta aquí, cuando comparto estas reflexiones con jóvenes no cristianos, veo en sus rostros una mirada de aceptación. Pero, cuando leo el versículo 24 que analizamos: «Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser» (Gn.2.24), sus rostros cambian en una mirada de rechazo y disconformidad. La razón es porque este versículo enseña que una relación sexual plena tiene que ser vivida dentro de un proyecto a largo plazo entre un hombre y una mujer, llamado matrimonio.
Extracto del libro “Una Bendición Llamada Sexo”
Por Alex Chiang