LA MASTURBACIÓN

Empecemos con la masturbación. La psicología la concibe como algo normal y natural siempre y cuando no sea obsesiva y patológica. Para muchos es una práctica sexual sana y segura; pues permite obtener placer sin el riesgo de un embarazo no deseado y evita contraer enfermedades de transmisión sexual. Si uno define la sexualidad como la búsqueda de sensaciones agradables o placenteras, probablemente no se tenga ningún cuestionamiento a esta práctica tan generalizada entre los adolescentes y jóvenes.

Los cristianos no estamos de acuerdo con la masturbación, no por razones morales o fisiológicas, aunque muchos crean que es el peor de los pecados o que puede dañar su sistema reproductivo, sino porque es una de las formas de distorsión de la sexualidad. Rechazamos la masturbación porque no alcanza la meta suprema de la sexualidad que es terminar con nuestra soledad. Por el contrario, la ahonda, la hace más profunda o más inmensa.

LA PORNOGRAFÍA

Lo mismo ocurre con la pornografía, consumida por multitudes que prefieren evitar el compromiso y las exigencias de la presencia de la pareja. Son muchos los problemas que conlleva la pornografía, como la reducción del ser humano a unas partes de su cuerpo, tales como senos, vagina, nalgas y pene.

El Dios de Adán nos invita a ser actores sexuales. Pero la pornografía nos convierte en espectadores sexuales.
Por consiguiente, no disfruto teniendo relaciones sexuales, sino viendo a otros tenerlas. Nuevamente, el uso de la pornografía, en vez de terminar con mi soledad, la amplía y la intensifica; la hace más insoportable.
Masturbarse es como estar frente a un rico plato de seco con frijoles. De repente tomas un solo frijol, el más crudo; lo pones en la boca, lo masticas y saboreas; luego te paras y te retiras dándote por satisfecho. El que ve pornografía es peor todavía, porque frente a ese mismo plato —recién servido, que sugiere un delicioso sabor— se conforma sólo con olerlo. Pero Dios quiere que comas todo el plato. Toma todo lo que la sexualidad te puede dar. Todo o nada. No te conviertas en un mendigo de placer.

SEXO INTENSO VS SEXO PLENO
Hay jóvenes que han tenido relaciones sexuales con muchas personas; han hecho todo lo que su imaginación les ha permitido; pero en lo profundo de sus corazones se sienten inmensamente solos.
El matrimonio por sí solo no garantiza que el ideal de la vida sexual en pareja se cumpla. Cuántas mujeres con más de veinte años de casadas se sienten terriblemente solas. Uno de los indicadores para saber que una relación no camina bien es cuando escuchamos decir a alguno de los dos: me siento solo/a.

LA SOLUCIÓN DE DIOS A LA SOLEDAD HUMANA
«Voy a hacerle una ayuda adecuada» (Gn.2.18b). Con estas palabras se plantea la solución a la soledad humana. La “ayuda adecuada” se define, en primer lugar, en categorías existenciales y no ministeriales. La soledad es un problema existencial. La ayuda idónea es la persona que Dios pone a mi lado para poner fin a mi soledad. No debe reducirse a una compañera para el ministerio. Muchas esposas de pastores han sido excelentes compañeras de ministerio, pero al precio de ser mujeres muy solitarias.

Extracto del libro “Una Bendición Llamada Sexo”

Por Alex Chiang

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