En el segundo año desde la salida de Egipto, a los 14 días del mes primero, entre las dos tardes, el pueblo de Israel celebró la Pascua (9:1-5).
¿Pero qué sucedió con aquellos que se habían contaminado y qué le pidieron a Moisés? (9:6-7).
¿Qué instrucciones recibieron? (9:8-12).
A diferencia de los que se habían contaminado, ¿a qué estaban obligados los limpios? (9:13).
¡Guíame! Yo Te Sigo.
El grupo cristiano Guardian, en el tema «Sé mi Guía», dice:
Estoy harto de escuchar
nadie a Dios quiere llamar
Ya estamos todos listos Señor Jesús.
Sé Tú la guía y ven a reinar.
Sé mi guía y yo te sigo
Guíame, Dios, yo te sigo.
En tus pasos yo te seguiré.
Sé mi guía y yo te sigo.
Guíame, Dios, yo te sigo.
¿Cómo sabían los israelitas cuándo levantar campamento y marchar, y cuándo detenerse y acampar? (9:15 al 23).
Siendo tantos como eran, ¿quién les avisaba a todos del peligro de algún ataque enemigo? (10:2 al 9).
¿Y si tenían que reunirse por algún motivo urgente cómo podrían enterarse rápidamente? (10:33).
Sí, la nube que cubría el tabernáculo los guiaba.
Las trompetas de plata les avisaban de peligros y los convocaban.
Y el arca que iba delante de ellos les señalaba el camino.
¡Era imposible que le erraran!
Si ellos se mantenían atentos a la dirección de Dios no había manera de equivocarse en cuanto a dónde ir y cuándo hacerlo.
Cuando Dios daba la orden ellos partían. Y cuando Dios daba la orden ellos se detenían y acampaban. Nadie hacia las cosas a su manera.
Si algún delirante gritaba en medio del campamento: “¡Dios me habló! ¡Dios me habló! Tenemos que irnos ahora!”, todos rápidamente miraban hacia el Tabernáculo y veían sobre él la nube de la presencia de Dios, quieta, inmóvil. En menos de cinco minutos a esa persona le hacían recuperar la cordura.
Si avanzaban y necesitaban saber en qué lugar acampar, delante de ellos iba el arca del pacto. El símbolo de la presencia de Dios, buscándoles lugar de descanso. Y en muchas otras cosas Dios los guiaba por medio de Moisés.
¿Te das cuenta? Si en vez de obrar por tu propia cuenta, tomando decisiones apresuradas, dejándote llevar por tus propios impulsos o por las “ideas” de tus amigos, lo pones a Dios delante de ti no puedes errarle en tus decisiones.
Él te guiará en el momento correcto, hacia el lugar correcto y serás bendecido. Consulta con Dios.
El Espíritu Santo que habita en ti te habla de tres poderosas maneras:
- Cuando lees la Palabra de Dios, estás escuchando al Espíritu Santo.
- Cuando tus líderes te hablan bajo la unción de Dios, estás escuchando la voz del Espíritu Santo.
- Cuando tu propia conciencia te habla para corregirte, estás escuchando la voz del Espíritu Santo.
¡Huye de los delirantes que hablan pavadas! Pero aprende a oír la voz del Espíritu Santo. Su voz es la única que realmente importa.
¡Y no cometas la torpeza de “oír” las falsas voces del ocultismo y la New Age! Horóscopos, astrología, Tarot, juego de la copa, lectura de la palma de la mano o cualquier otra forma de adivinación. Detrás de todo esto hay demonios que mienten, confunden, asustan y engañan.
Dios también te habla con sus silencios, cuando parece que su respuesta no llega nunca. No te impacientes, no te apresures. Quédate quieto. Tu fe está siendo probada. Múevete solamente cuando la respuesta sea clara y tengas paz en tu corazón. Si caminas dejándote guiar por Dios te librarás de muchísimos problemas y tu fe se desatará para lograr cosas grandes.
Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Números-Deuteronomio»
Por Edgardo Tosoni
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