Pasaje clave: Santiago 4:1-8.
Hay ciertas cosas que simplemente no puedes mezclar en la vida. Por ejemplo, no puedes mezclar la verdad con la mentira, ni la fidelidad con la infidelidad, ni la confianza con la traición. No puedes mezclar la santidad con la pornografía, ni la honestidad con el robo, ni la soberbia con la humildad. No puedes mezclar el ocultismo (juego de la copa, ying-yang, magia, curanderismo) con la búsqueda de Dios, ni la paz con la violencia. No puedes mezclar la fe con la incredulidad, ni la bendición con la maldición. De la misma manera, la Biblia es muy clara cuando habla de dos tipos de actitudes que tampoco puedes mezclar, porque ambas se encuentran en oposición.
¿Cuáles son esas actitudes? Mira Santiago 4:1-8.
Si quieres ser todo lo que Dios ha planeado que seas, de ninguna manera puedes ser “amiga del mundo”. La Biblia es clara, si eres amiga de los placeres del mundo te haces enemiga de Dios. Esto no es divertido ni fácil de escuchar. Pero es verdad.
¿Sabes quiénes son los cristianos más infelices y frustrados? Los que viven una permanente contradicción en sus vidas. Salen a los boliches bailables los viernes y sábados por la noche y luego asisten a la iglesia los domingos por la mañana. Miran pornografía durante la semana, y el sábado, en el grupo pequeño, enseñan la Biblia. Insultan a medio mundo en el colegio y adoran a Dios en las reuniones de la iglesia. Son violentos en sus hogares y muy amables y simpáticos en los cultos. Eso no funciona.
La vida de un hijo de Dios es una vida de compromiso con Dios y con su verdad. No puedes “jugar” a la chica de iglesia mientras transas con cuanto chico te gusta. No puedes pedir la bendición de Dios y negarte a renunciar a la droga. No puedes pedirle al Señor ayuda en tus problemas y estar pensando en hacerte un aborto.
Ser amiga de Dios (y por lo tanto, enemiga del mundo) no es vivir encerrada en una iglesia, ni aislarte del mundo. No significa que la vida tiene que ser una larga reunión de oración. No. Significa que vives de acuerdo a los valores de Dios. Te diviertes, la pasa bien, sales con amigos y disfrutas porque amas a Dios y buscas agradarle en todas las cosas.
¿Por qué decides no hacer esto o aquello? Porque amas a Dios.
Piénsalo.
¿Te sientes tentada a “mezclar” cosas en tu vida?
¿A qué cosas necesitas renunciar definitivamente, y en qué otras necesitas afirmar tu amor por Dios?
Por Edgardo Tosoni