Pasaje clave: 1º Corintios 6:12-20.

¿Está bien o está mal hacer esto, usar esta ropa o hablar de esta manera? Para poder responder ésta pregunta necesitas diferenciar dos tipos de conductas: las conductas extrañas, “raras”, la “moda” de las tribus urbanas, y las conductas peligrosas.

Las primeras (las “extrañas y raras”), las que provocan que la gente adulta se te quede mirando y pensando: “¿y este bicho de dónde salió?”, incluyen uñas pintadas de múltiples colores (negro en particular), sombras oscuras, labiales negros, rastas, ropas raídas, cabezas rapadas, piercings, tatuajes, cabellos multicolor, pantalones caídos, ropas abultadas o peinados “llamativos”, sólo por mencionar unos pocos ejemplos.

Las segundas (las conductas peligrosas), incluyen fiestas sexuales, drogas, consumo excesivo de alcohol y de bebidas energizantes, intercambios sexuales, citas a ciegas, mezcla de alcohol y pastillas, cigarrillos, guerra de bandas, dietas sin control médico, anorexias y bulimias, practicas ocultistas, por mencionar algunas. Y existen conductas peligrosas extremas (escarificaciones, implantes 3D por debajo de la piel, piercings en los genitales o el piercing corset, branding, etc.) que nos hablan de personas disfuncionales, con serios problemas de identidad y espiritualmente perturbadas o incluso poseídas.

Con respecto a las conductas peligrosas la Palabra de Dios es muy clara: no vivas como ellos viven, cuida tu cuerpo, cuida tu santidad, cuida tu mente y tu espíritu. Huye de estas conductas. No necesitas “probarlas” para sentirte aceptado, amado y único. ¡Ya lo eres en el Señor!

Con respecto a las primeras conductas (las “extrañas y raras”) hay principios bíblicos que te permiten tomar buenas decisiones. Uno de estos principios se encuentra en 1º Corintios 6:12-20.

Pablo dice que aunque “todo nos está permitido” (teñirte el pelo de verde y clavarte un piercing en la lengua, por ejemplo), “no todo es para nuestro bien”. Y sigue diciendo: “no me dejaré dominar por nada”. El principio espiritual es éste: no te esclavices a nada porque tu cuerpo es templo de Dios. Por lo tanto, tu conducta debe estar determinada por lo que a Dios le agrada, no según las modas ni lo que creemos que se siente o se ve bien. Los vs.19 y 20 te proveen la clave: honra a Dios con tu cuerpo, con tu apariencia, con la manera en la que te arreglas. ¡Llevas al Dios del universo contigo! “Yo me propuse no contaminarme”.

De ahora en adelante, la pregunta que tienes que hacerte con respecto a tu comportamiento o apariencia es: ¿Dios lo aprobará?, ¿se sentirá cómodo dentro mío si hago esto?, ¿me bendecirá y protegerá si concurro a ese lugar?

Piénsalo.

Aquí hay cuatro áreas de tu vida en donde puedes aplicar lo que aprendiste hoy. Pídele a Dios sabiduría.

1. ¿Es esto sano para mi cuerpo?

2. ¿Agradaré a Dios con ésta ropa y éste maquillaje?

3. ¿Estaré bajo la protección de Dios si asisto a este lugar?

4. ¿Estas personas son de bendición para mi vida?

Por Edgardo Tosoni

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