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Nuestras defensas culturales pueden impedirnos oír el trueno de la Palabra de Dios y dejarnos con los ecos reconfortantes de nuestros propios prejuicios cultura­les. -John Stott

Para distinguir cómo la juventud «de hoy» puede ser atraída a tomar su lugar en la iglesia que Dios planeó en su corazón, hace falta reflexionar y describir la cultu­ra en que esta generación y la iglesia coalicionan. La última de las seis claves que he visto funcionar en ministerios juveniles sanos nos dice que los ministerios efec­tivos hacen contacto con la cultura que pretenden invadir. Estos ministerios tienen líderes con una idea astuta de en qué andan los adolescentes que quieren conquis­tar para Cristo. Utilizan los códigos modernos sin alterar el mensaje eterno porque saben diferenciar qué es central en el mensaje evangélico y qué es cuestión de for­mas, tradiciones y cultura, y por eso son relevantes para una comunidad.

Este también va a ser un capítulo para usar la cabeza. Quizás este capítulo te parezca un poco más científico, habrá más citas y quizás te cueste un poco más seguirlo como a mí me costó escribirlo; pero es importante que profundicemos nuestro entendimiento de los tiempos. Es imposible traducir los mensajes eternos al tiempo moderno con una mentalidad y comprensión de tiempos pasados.

Obviamente el marco cultural de un chico del siglo pasado no es el mismo que el de uno cuya adolescencia transcurre recién empezado el tercer milenio. El profesor Charles Kraft dice que la cultura «consiste en todas las cosas que aprendemos en el mundo, des­pués de haber nacido, que nos permiten funcionar de la manera esperada como seres biológicos con relación a su ambiente». Tiempo y espacio sientan diferencias deter­minantes a la hora de definir una generación y de describir ese «ambiente».

Lo primero para hacer certero contacto con la cultura es entender mejor qué es lo que está pasando a nuestro alrededor. Los cristianos solemos ponernos a la defensiva de cualquier cosa nueva que anda por la atmósfera. Si no sabemos de qué se trata; por las dudas estamos en contra. Pero hay algunas discusiones con res­pecto a la cultura general en que al menos en occidente estamos inmersos, que los líderes sabios deberían conocer que existen. No digo que lo más importante para nosotros es la discusión filosófica del asunto pero créeme que las tendencias en la cultura afectan el desarrollo de tus jóvenes y sobre todo cómo ellos entienden al mundo y qué creen que es más atractivo.

Posmodernidad, su historia y con qué se come

Muchos estudiosos de los procesos de evolución de la cultura coinciden en que la critica de la modernidad iniciada por el romanticismo en el siglo diecinueve tuvo su punto álgido con el surgimiento de un filósofo altamente corrosivo. Su nombre era Federico Nietzsche. Nietzsche criticó a la moral definiéndola de antinatural por provenir de la idea mística de un Dios moral. Por eso su declaración más conocida fue: «Dios ha muerto».

El antropocentrismo del renacimiento, el racionalismo de Descartes, el poder del pueblo y el nuevo auge de la ciencia intentarían hacer de la afirmación de Nietzsche una hipótesis confirmada. El siglo diecinueve vio tantos cambios estructurales en la conformación de los distintos estados nacionales que un evidente positivismo se apoderó de la escena internacional. Para ese entonces ya se olía un descrédito con respecto a la iglesia oficial e incluso a muchos movimientos de la reforma. La modernidad erigió entonces nuevos ideales y tras estos surgirían ideologías de cómo alcanzarlos. Algunas de las ideas dando vuelta en «ese ambiente» eran:

  • El avance tecnológico y científico solucionaría los problemas humanos.
  • La ausencia de monarquías, el orden liberal o el poder del pueblo corregiría los problemas políticos y sociales
  • Ya no haría falta consultar a la religión.

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