¿Y QUÉ DICE DIOS ACERCA DE LA PORNOGRAFÍA?

Tus jóvenes necesitan saber que, según la Biblia, DIOS ES AMOR (1 Juan 4.8). Así que cuando Dios te dice algo, lo hace por amor. Y cuando te aconseja no hacer algo, lo hace por amor. Y cuando parece que quiere sabotear tu vida sexual, lo hace por amor. ¡Lo que está haciendo en realidad es amándote y protegiéndote! Entonces, ¿qué dice este Dios de amor en su Palabra acerca de la pornografía?

1. Las consecuencias empiezan en la mente «Ustedes han oído que se dijo: ‘No cometas adulterio’, pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón.» (Mateo 5.28)

2. La pornografía y masturbación no pueden ser la normalidad del cristiano. «Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual, ni ninguna clase de impureza o de avaricia, porque eso no es propio del pueblo santo de Dios.» (Efesios 5.3)

3. La pornografía puede ser adictiva, y puede llegar a controlarte. «‘Todo me está permitido’, pero no todo es para mi bien. ‘Todo me está permitido’, pero no dejaré que nada me domine.» (1 Corintios 6.12)

TU TRABAJO COMO CONSEJERO

Algunos detalles que no puedes dejar de mencionar cuando estés enseñándoles a tus chicos sobre este tema son:

  • Cada vez que cedes a la compulsión sexual… o tus impulsos sexuales se hacen más fuertes o tu anhelo por el riesgo aumenta o tu deseo de resistir la compulsión se hace más débil.
  • El decir «Prometo no volver a hacerlo» no es suficiente. Necesitas entender que el problema es más grande que tú mismo. Debes reconocer que necesitas ayuda.
  • Cuando se cruzan los límites y se establecen algunos nuevos, luego es más sencillo cruzarlos otra vez. Por eso es necesario ser radical y decir: «¡Este límite no lo cruzo, y no importa si parece muy exagerado de mi parte!»

Además, aquí tienes algunos pasos que puedes recomendarle a cualquier adolescente que esté batallando con este problema:

Identifica y evita: No esperes que el problema se solucione por arte de magia. Identifica con papel y lápiz las cosas que te tientan (programas de televisión, teléfonos inteligentes, fotos en Internet, películas de cine). Luego toma la decisión de eliminar estas fuentes de peligro de tu vida.

Si tienes novio o novia, ¡ten mucho cuidado!: No te expongas a situaciones con tu pareja que te aceleren las hormonas. Si tienes claro que no debes ir más allá con él o ella, es posible que te tientes de evacuar esa tensión sexual con la masturbación.

Actúa: En un momento de sobriedad mental, saca la televisión y la computadora de tu cuarto y ponlos en lugares de acceso público en tu casa. ¡Haz algo! Las cosas no van a cambiar solo porque digas: «Esta vez sí que lo lograré». Si la tentación viene de la Internet, existen programas que te pueden ayudar. Algunos bloquean los sitios sospechosos, y otros le envían un correo electrónico a alguien que hayas escogido previamente (como, por ejemplo, tu líder de la iglesia) cuando accedes a uno de estos sitios. Sea como sea, ¡toma cartas en el asunto!

Siembra en tus hábitos: Sacar las imágenes pornográficas de tu mente no es sencillo. Para lograrlo, debes empezar a llenarla con cosas reales y buenas. El leer la Biblia a diario, el orar y el congregarse son importantes. Practicar deportes, trabajar en proyectos solidarios, y otras actividades por el estilo también pueden ayudar. Además, necesitas rendirle cuentas semanalmente a alguien de lo que estás haciendo y de cómo estás venciendo la tentación. ¡En esta etapa la honestidad es una prioridad!

Pídeles, además, a tus adolescentes que dejen de hacerse promesas de que nunca más caerán en este pecado. Cada vez que tu chico se haga esta promesa y la rompa, se frustrará, y esto entorpecerá el proceso de sanidad. Y de más está decir que, como líder o consejero, tú debes tomar un compromiso con tu adolescente de orar por él o ella y de pedirle que te rinda cuentas constantemente, para que se sienta acompañado en el proceso.

Trabaja también sobre su autoestima. Satanás utiliza todos estos temas relacionados con el sexo como una de sus principales armas para decirle a tu adolescente que ya no es digno de acercarse al trono de la gracia de Dios. ¡Y con esto logra apartarlo de la única fuente que puede sacarlo de su problema! Por eso, no permitas que Satanás le diga mentiras al oído. ¡Que escuchen de ti las verdades de Dios!

Extracto del libro “Manual de Consejería Para el Trabajo con Adolescentes”

Por autores varios.

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