En materia de guerra espiritual hay varias necesidades específicas por las que debemos orar. Un blanco de nuestras oraciones debe ser la ceguera que Satanás causa en los incrédulos (2 Corintios 4:3-4). La gente no puede venir a Cristo a menos que les sean abiertos sus ojos espirituales.

La oración es un arma importantísima para combatir la ceguera espiritual. El apóstol Juan lo escribió en: 1 Juan 5:14-15. Luego, desafía inmediatamente a los creyentes para que apliquen lo aprendido, pidiendo a Dios que dé vida a los incrédulos (versículo 16). Nuestra estrategia para llevar a otras personas a Cristo debe abarcar la oración que ruegue que la luz de Dios penetre la ceguera producida por Satanás.

También tenemos que orar como lo hizo Pablo en Efesios 1:18-19, rogando que los ojos de los creyentes sean abiertos para que entiendan el poder, la autoridad y la protección espiritual que tienen en Cristo. En la medida en que el diablo pueda mantenernos ciegos respecto de nuestra posición y autoridad en Cristo, nuestro crecimiento, testimonio y servicio como cristianos se verá gravemente limitado. Tenemos que orar unos por otros continuamente, pidiendo que la cortina de humo que tiende el diablo con sus mentiras sea disipada y que nuestra visión del mundo espiritual sea clara como el cristal.

ATA AL «HOMBRE FUERTE»

Otro blanco de oración es el «hombre fuerte» del que habla el pasaje de Mateo 12:29. Jesús dijo, refiriéndose a Satanás y sus demonios… que uno no puede rescatar a la gente de las cadenas de la ceguera espiritual o de la influencia demoníaca a menos que, primero, venza a sus captores. El poder de Satanás ya está roto pero él no soltará nada ni a nadie hasta que nosotros ejerzamos nuestra autoridad en Cristo.

Cuando oramos contra el hombre fuerte, tomamos aquello que por derecho pertenece a Dios y lo aferramos hasta que Satanás lo suelta. El va a mantener atadas a esas personas hasta que le exijamos que las suelte basados en nuestra autoridad en Cristo. En cuanto Satanás es atado mediante la oración, él debe soltarlas.

Hace varios años tuve una experiencia personal que me subrayó el poder de la oración cuando se trata con personas que están en las garras del hombre fuerte. Un hombre, llamado Bill, vino a mi oficina un domingo por la tarde. Apenas le conocía y no disponía de mucho tiempo para charlar pero estaba preocupado por él, así que comencé diciendo: «Bill, me alegra que esté aquí, ¿puedo preguntarle algo personal?». El asintió. «¿Ha confiado alguna vez en Cristo para que El sea su Señor y su Salvador?».

«No» —contestó. «¿Le gustaría hacerlo? —pregunté. «No sé, Neil» —me respondió con una expresión levemente turbada. Saqué un folleto sobre la salvación y lo leí junto con él. «Bill, ¿entiende esto?».

«Sí» —contestó. «¿Quiere hacer esa decisión por Cristo ahora? —le dije. «Sí» —dijo. «Yo diré una sencilla oración de compromiso y usted la repite, frase por frase, ¿está bien?» —pregunté. «Bien» —respondió. «Señor Jesús, te necesito» —empecé a decir.

Bill comenzó a repetir: «Señññorrr…» y se cerró por completo. Me di cuenta que había invadido el territorio del hombre fuerte. Satanás, y éste no quería soltar a Bill. «Bill, hay una batalla librándose por usted en estos momentos» —le dije—. «Voy a leer algunas partes de las Sagradas Escrituras y a orar en voz alta por usted. Voy a atar al enemigo y a ponerme firme en su contra; entonces, usted diga a Jesús lo que usted cree tan pronto como pueda». Bill me dijo con su mirada que la batalla rugía en su interior.

Empecé a leer las Escrituras y a orar en voz alta todas las oraciones que se me ocurrieron para atar a Satanás y liberar a Bill. Luego de varios minutos de oración y lectura, Bill gimió de repente: «Señor Jesús, te necesito». Luego se echó atrás en su silla como si hubiera peleado con el campeón mundial de peso pesado a diez vueltas. Me miró con los ojos llorosos y dijo: «estoy libre». Yo nunca había usado la palabra libertad con él; ésa fue su expresión pues estaba libre y lo sabía.

Dios te ha equipado con todo lo que necesitas en tu vida para detener el ataque del hombre fuerte y también te ha equipado y autorizado para que efectúes la búsqueda y rescate en las vidas de aquellos que están en las garras del diablo. Párate firme vistiendo la armadura que Dios ha provisto y avanza en la autoridad de Cristo a saquear para Dios la casa del hombre fuerte.

ENCUENTRO CON LA VERDAD

Lee: Efesios 6:10-18. Reflexiona:

  • Muchos jóvenes cristianos acostumbran a tener más problemas en sus vidas después de aceptar a Cristo que antes ¿Por qué te parece que esto sea verdadero?
  • ¿Con cuáles de las seis piezas de la armadura de Dios tienes que enfrentar, en tu opinión, los conflictos espirituales que libras cada día en tu hogar, la escuela y con tus amistades?
  • ¿Has dudado alguna vez de tu salvación cuando te hayas en medio de un conflicto espiritual? ¿Por qué es importante que entiendas que tu salvación es una posesión eterna?
  • ¿Cuáles son los dos aspectos de la oración de que se habla en este capítulo? ¿Has orado alguna vez por alguien en lo tocante a estos aspectos? ¿Cuáles fueron los resultados?

Responde: Luego de leer Efesios 6:10-18 decide ponerte la armadura de Dios. Ora en voz alta mientras te pones cada pieza. Pide también a Dios que te revele cuáles son las personas que tú conoces que están cegadas en su incredulidad. Haz una lista de los nombres a medida que se te van ocurriendo y ora diariamente por su salvación.

Extracto del libro Rompiendo Las Cadenas Edición Para Jóvenes

Por Neil T. Anderson y Dave Park

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