EVA COOPERÓ AL CONSIDERAR LAS MENTIRAS.

Después de escuchar, Eva empezó a tomar en consideración las mentiras que Satanás había sembrado en su mente. En vez de salir corriendo, sostuvo una conversación con la serpiente, y contestó la pregunta que ésta le hizo: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis” (Gn.3:2-3).

Con lo que dijo no solo tergiversó las Escrituras (ya veremos este punto), sino que también empezó a reflexionar en lo que le dijo la serpiente.

Con su respuesta a la serpiente, Eva dejó ver que las prohibiciones de Dios le parecían injustificadas, que Él les negaba algo que era bueno para ellos. Eso suena horriblemente parecido a lo que damos a entender cuando rumiamos las mentiras en vez de meditar en la verdad de Dios. Empezamos a elucubrar sobre aquello que Dios nos ha negado, en lugar de fijarnos en todos los dones abundantes que nos ha prodigado.

¿Cuál era la verdad?

La verdad era que Dios había dicho: “De todo árbol del huerto podrás comer” (Gn.2:16) —excepto de uno. La verdad es que Dios es un Dios generoso.

En Deuteronomio 6, Moisés subrayó la importancia de guardar los mandamientos de Dios. Luego le recordó al pueblo que la intención subyacente a esas “reglas” no era meterlos en una camisa de fuerza o ponerles más carga encima. El propósito de Dios con sus leyes era su bendición y provecho: “Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos estatutos… para que nos vaya bien todos los días” (v.24).

¿Crees que Dios es un Dios generoso que ha dado a sus hijos “toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef.1:3) al darnos el regalo de su Hijo Jesucristo?

¿O prefieres vivir enfocada en los límites que Él ha puesto en tu vida y olvidar que existen para protegerte?

¿Te das cuenta de que te centras más en lo prohibido que en las bendiciones de Dios?

Es fácil hacerlo. Los mensajes que te bombardean a diario te dicen que “te lo mereces” y que “tú lo vales”, como si se te privara de algo a lo que tienes derecho. Al mismo tiempo, su mensaje entre líneas es que “tú no eres hermosa” y “no das la talla”. No resulta sorprendente que tantas jóvenes de tu generación luchen con los mismos sentimientos que experimentó Eva junto al árbol: el de defender sus derechos, y al mismo tiempo el desprecio por sí misma, tan profundo que la abrumó.

Ni por un minuto podemos permitirnos perder de vista la bondad de Dios. No cooperes con Satanás dedicando tu tiempo a sus mentiras o a las limitaciones, en vez de centrarte en las bendiciones que Dios ha manifestado en tu vida.

EVA COOPERÓ AL CREER LAS MENTIRAS Y NO LA VERDAD DE LA PALABRA DE DIOS.

Al escuchar y considerar las mentiras de Satanás, Eva empezó a creer las mentiras en lugar de creer lo que Dios había dicho. Satanás llevó a Eva a desestimar las palabras de Dios y a insinuar que Dios había dicho algo inapropiado. Dios había dicho: “del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás”. Sin embargo, Eva dijo que Dios había dicho también “ni le tocaréis” (Gn.3:3).

Es evidente que la versión tergiversada de Eva de la Palabra de Dios fue una fisura en su armadura que le impidió resistir la seducción de Satanás. Después de todo, el rey David dijo: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Sal.119:11). La Palabra de Dios es parte fundamental de nuestra armadura para luchar contra los ataques sutiles de Satanás. Eva dio lugar al pecado cuando consideró y empezó a creer las mentiras y no la verdad de la Palabra de Dios.

Ahora bien, esto es algo que realmente nos preocupa. ¿Por qué? ¿Podemos decirlo con franqueza? Nos preocupa que muchas de ustedes ni siquiera conozcan las Escrituras.

¡AY, AY, AY!

No es nuestra intención ofenderte, pero te advertimos que estamos aquí para rescatarte de una casa en llamas. ¿Pensaste que íbamos a hablar sobre el clima?

La mayoría de jovencitas cristianas no están cayendo abiertamente en religiones alternativas como Wicca, budismo, o Cienciología. Sin embargo, muchas jovencitas cristianas están influidas por éstas, e incluso incorporan sus verdades a medias a la fe cristiana, debido a que no tienen un buen fundamento en la Palabra de Dios. Tu generación se caracteriza por jovencitas que simplemente quieren “pasarla bien con Dios”. Esto nos dijo una joven de diecisiete años: No quiero que mi pastor de jóvenes me ponga a leer la Biblia ni ayunar en el servicio de mi escuela cristiana. Quiero oír a Dios por mí misma. Y justo ahora lo único que quiero es pasarla bien con Dios.

¿Qué te parece?

Creemos que Dios quiere tener comunión contigo. Si tú eres su hija, Él te acompañará dondequiera que vayas hoy. Sin embargo, para poder oír lo que Dios te dice y entender su plan y su propósito para tu vida, tienes que leer y meditar en su Palabra. No se trata de una búsqueda mística de su voz. ¡Él ya escribió lo que quiere decirte!

Si tu generación ha de ganar la batalla que Satanás ha desatado contra ella, todo empieza contigo, si guardas la Palabra de Dios en tu corazón y eres capaz de declararla con exactitud a todos aquellos que repiten como loros las mentiras de Satanás en nuestra cultura. Si no estás llenando tu mente y tu corazón con la verdad de Dios, terminarás creyendo las mentiras de Satanás. Y lo que tú crees (no lo que dicescreer, sino lo que crees en realidad) determinará tu forma de vivir. Eva aprendió esta lección a las malas.

EVA COOPERÓ OBRANDO CONFORME A LAS MENTIRAS DE SATANÁS.

  • Esto no es un misterio: ella comió del fruto.
  • Tal vez acostumbres salirte de clases o protestarle a tu mamá.
  • Es probable que seas propensa a mentir o a mirar pornografía.
  • Quizá comas en exceso o te niegues a comer.

Sea cual sea tu conducta, todo pecado en nuestra vida empieza con una mentira. Primero, oímosla mentira. Después la consideramos. Luego empezamos a creerla, y en poco tiempo empezamos a obrar conforme a ella. Con el tiempo, esas conductas pecaminosas se vuelven hábitos y terminamos cautivas, sintiéndonos atrapadas por cosas que creíamos que iban a darnos felicidad y libertad.

Después de casi una década, Caitlyn sigue en cautividad, obrando conforme a las mentiras que ella cree respecto a sí misma. Su batalla con la anorexia y la bulimia no ha terminado, por lo menos no como nosotras quisiéramos. Ella ha probado las recomendaciones médicas, años de consejería, antidepresivos, e incluso meses de reclusión en un hospital psiquiátrico. Nada ha servido. Nosotras creemos que hay un elemento vital que se ha pasado por alto: la verdad.

Kelly es otra amiga cuya batalla con la anorexia ha tenido un desenlace diferente. Todo empezó un día, sentada en la oficina de su consejero mientras oía otra charla sobre la depresión que parecía devorarla cada vez que cedía al engaño de no comer. El consejero le dijo que ella tenía que dejar de cooperar con las mentiras y empezar a tomar la decisión de llenar su mente con la verdad. Kelly recuerda cómo entró la luz en su mente en ese momento:

LA PROGRESIÓN DE LA MENTIRA DE EVA

  • Eva oyó una mentira. Se acercó a la serpiente y tomó en cuenta su sugerencia.
  • Eva consideró la mentira. Conversó con él y considero sus palabras.
  • Eva creyó la mentira. Creyó que la promesa de la serpiente era más confiable que lo que Dios había dicho.
  • Eva obró conforme a la mentira. Ella comió del fruto.

¿Lo que usted quiere decir es que esto que vivo es mi elección? ¿Puedo escoger sentirme de otra manera? Si dedico tiempo a reprogramar mi mente con la verdad ¿puedo al fin ganar esta batalla?

Kelly tomó algunas medidas desde aquel día, las cuales la facultaron para dejar de servir a las mentiras de Satanás y empezar a refutarlas con la verdad. Ella no obtuvo la victoria de la noche a la mañana. Al contrario, tuvo que pelear una batalla dura y prolongada. En ocasiones, ella todavía siente el impulso de preocuparse demasiado por la comida. Sin embargo, hace tres años goza de la libertad de su desorden alimenticio.

¿Qué hizo ella? ¿Qué puedes hacer tú para vencer las mentiras que te tienen cautiva?

Extracto del libro “Mentiras Que Las Jóvenes Creen”

Por Nancy Leigh DeMoss y Dannah Gresh

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