¿DÓNDE ADQUIEREN LAS MENTIRAS EL PODER PARA DESTRUIR NUESTRAS VIDAS?
Caitlyn nunca sufrió de sobrepeso. Ni un solo día de su vida. De hecho, era bastante delgada. Y de acuerdo con los parámetros generales, era hermosa. Pero las normas del mundo son despiadadas. En la actualidad, la modelo promedio pesa 23% menos que la mujer promedio. Esta medida global de belleza es tan peligrosa que España, Italia y Australia han establecido parámetros industriales que exigen que las modelos profesionales tengan un determinado índice de masa corporal para que no caigan en la delgadez extrema. Sin embargo, esta mentalidad no ha hecho eco en Norteamérica. Todavía asesinamos a las jovencitas en aras de una norma inalcanzable de belleza, además del uso de drogas y la desnutrición. A raíz de esto, dos de cada tres niñas de doce años que sufren de bajo peso se consideran “gordas”.
Caitlyn tenía doce años cuando empezó a creerlo. A los catorce empezó a manifestarse en su comportamiento. La mayoría de los días simplemente no comía. Programaba sus clases de secundaria de tal manera que eludiera la hora de almorzar. Cuando cedía y comía, lo hacía en exceso. Luego sentía el impulso incontenible de vomitar y la necesidad de correr grandes distancias.
Para cuando estaba en los últimos años de secundaria, aguantó hambre hasta pesar 40 kilos; su período menstrual se detuvo y los médicos se preocuparon por la posibilidad de que sufriera un ataque cardiaco. Mientras recibía tratamiento, no soportaba ver que subía de peso, aunque todavía estaba muy por debajo del normal. Para castigarse, se enterró un clavo oxidado en el brazo y lo dejó ahí varios días. Cuando los médicos lo descubrieron, la infección ya era tan seria que temieron que Caitlyn perdería su brazo, o su vida.
UN RETRATO DE EVA
El nombre Eva, que se deriva de la palabra hebrea chayah (“vivir”), significa “fuente de vida”. Dios la creó cuando Adán estaba solo. Tomó una costilla del costado de él y le dio forma de mujer. Aunque Eva juega un papel notable (y sobresaliente) en la historia humana, su nombre solo aparece cuatro veces en la Biblia.
Esa no es una historia agradable, pero ilustra algo que tú debes entender: que el propósito de todas las mentiras de Satanás es destruir. Esto es fácil de ver cuando se trata de mentiras acerca de nuestro cuerpo y de nuestra belleza física. Muchas de ellas son una invitación abierta a la autodestrucción. Y esto nos lleva a una verdad paradójica y crucial acerca de las mentiras: que en realidad no tienen poder aparte del que nosotras estemos dispuestas a darles.
Claro, las mentiras del enemigo son siempre tentadoras. Pero ahí termina su poder, a menos que nosotras cooperemos con ellas. Verás, la tentación no puede arder en tu vida a menos que tú le proveas oxígeno creyendo y actuando conforme a las mentiras de Satanás. No pueden derribarte sin tu permiso.
En el huerto, Eva ayudó mucho a Satanás. La Biblia nos dice que “la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho” (Gn.3:1). Eva estaba en una situación difícil, como seguramente habrás estado tú en algún momento frente a la tentación. Sin embargo, ella no era una víctima indefensa. Satanás no hizo que ella pecara. Ella eligió cooperar con Satanás por lo menos de cuatro formas.
NO MUERDAS LA CARNADA
Si alguna vez has ido a pescar, sabes que nada atraparás si te limitas a lanzar al agua un anzuelo. Los peces son mucho más listos. Si quieres atrapar un pez, tienes que poner alguna carnada en tu anzuelo. Las mentiras de Satanás son la carnada que usa para atraparnos. Santiago 1:14-15 exhibe las tácticas que emplea Satanás para tendernos el lazo: “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.
Satanás aprovecha tus deseos y promete satisfacerlos bajo la única condición de que rechaces a Dios y desatiendas su Palabra. Pero él no se acerca y dice “rechaza a Dios y desatiende su Palabra”, sino que te persuade a probar algo una sola vez, arguyendo que nada pasará. O te muestra que otros hallan la felicidad cuando rechazan a Dios. El enemigo susurra: “después de todo, ¿no quiere Dios que seas feliz?”
Cuando muerdes la carnada, has concebido el pecado. La meta de Satanás es usar tu propio pecado para destruirte (Jn.10:9). Así que la próxima vez que seas tentada a hacer algo que sabes que no es correcto, recuerda que detrás hay un anzuelo. No muerdas la carnada.
EVA COOPERÓ AL OÍR LAS MENTIRAS DE SATANÁS.
El primer error que Eva cometió fue uno al cual tú y yo aún somos propensas. Se quedó lo suficiente para oír el astuto discurso de Satanás. El camino al cautiverio espiritual y emocional empieza con el simple hecho de oír algo que no es verdad. No tienes que tocarlo, hacerlo, estar de acuerdo, y ni siquiera es preciso que te agrade. Basta con que te acerques lo suficiente para oír la mentira.
La batalla de Caitlyn se intensificó cuando empezó a deleitarse con revistas de moda. Un día era una atlética estudiante de secundaria, y al día siguiente una chica obsesionada con la belleza y la moda que agonizaba por cuenta de un desorden alimenticio.
Así como Eva empezó su camino hacia la destrucción tras oír una mentira, Caitlyn se dio cuenta de que las revistas alimentaban sus pensamientos sobre chicos, amistades, y temas sociales de su interés. Usaba esos artículos para justificar las imágenes sensuales de jóvenes semidesnudas, artículos a favor de la homosexualidad, y consejos acerca del sexo. Pensó para sí: leerlas no hace daño, ¿cierto? Ella cooperó con el enemigo prestando oído a sus palabras.
Ella debió huir. Eva debió salir corriendo.
Y tú tienes que aprender a huir de todo aquello que te lleve en dirección contraria a la voluntad de Dios para tu vida. De hecho, la Palabra de Dios nos exhorta a esto precisamente: “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. Pero desecha las cuestiones necias e insensatas…” (2ºTi.2:22-23a).
Huye. Aléjate de eso. ¡Corre! Bien le habría valido a Eva alejarse de la influencia de la serpiente, y tú también harías bien en mantenerte lejos de toda influencia cultural que quiera tentarte.
Puesto que Eva sabía que no debía comer del árbol, ¿qué hacía entonces merodeando justo por ahí?
Sabemos que no debemos mentir, usar drogas, tener sexo con múltiples parejas, o jurar. Entonces ¿por qué tantos cristianos disfrutan viendo programas de televisión que hacen gala de todos esos temas? ¿Por qué oyen y cantan canciones de música popular que tienen letras blasfemas? ¿Por qué acuden a cines a ver películas que tienen “solo una escenita de sexo”?
Sabemos que no debemos tener ídolos, malgastar el dinero, ni obsesionarnos con la belleza física. Entonces ¿por qué compran revistas como TeenVogue, viven obsesionadas con la talla de sus vaqueros, y pasan cada mañana hora y media arreglándose el cabello y maquillándose?
Por favor, no coquetees con la tentación como lo hizo Eva. No cooperes con Satanás acercándote lo suficiente para oír sus mentiras.
Extracto del libro “Mentiras Que Las Jóvenes Creen”
Por Nancy Leigh DeMoss y Dannah Gresh