La Biblia enseña con mucha claridad es que en el amor hay paz. En cambio la pasión está gobernada por el afán. El apóstol Pablo lo dice en Filipenses 4.6-7. La palabra afán es un término que se usa mucho entre los jóvenes para expresar la ansiedad que un muchacho experimenta cuando quiere conquistar a una chica. El texto bíblico contrapone el afán con la paz. Donde hay paz no hay afán, donde hay afán no hay paz.

Esta afirmación se ilustra muy bien cuando los muchachos compiten por una misma chica. Cuando a la reunión de jóvenes en la iglesia llega una chica linda, no falta aquel que dice que ella ha llegado a la iglesia en respuesta a sus oraciones por una pareja. Tampoco falta quien se pelea por sentarse al lado de ella en la iglesia. Al conversar con jóvenes que conocen una chica y se enamoran, se les aconseja esperar un poco, trabajar sobre sus emociones, que busquen la voluntad de Dios. La respuesta de los jóvenes es: “Sí, tienes toda la razón, estoy de acuerdo contigo; pero si por esperar otro se me adelanta?”.

Mi esposa es una mujer muy hermosa e inteligente, cuando era soltera había varios muchachos tras ella. Yo tomé la decisión de no competir con ellos. Yo oraba en mi corazón y decía: “Dios, si ella es para mí aunque miles estén tras ella, tú me la vas a guardar, y si no es para mí mejor que otro se la lleve”. Esta actitud me guardó del afán.

EN EL AMOR HAY CONFIANZA, EN LA PASIÓN HAY TEMOR

En el amor hay confianza, en cambio la pasión está dominada por el temor. Y sobre todo el temor a perder a la persona que amamos. El apóstol Juan lo dice en la primera de sus cartas (1ºJn 4.17-18). A veces las parejas de novios cuando ven acercarse el día del matrimonio, se llenan de un temor y miedo, que nace de la inseguridad de estar tomando una buena decisión. La duda y la inseguridad golpean nuestra mente. Esto no significa que no se aman, pero tal vez que el amor no ha crecido y madurado lo
suficiente. Según el texto sólo el amor maduro (“perfecto”) será capaz de erradicar toda duda y temor.
Otra expresión del temor son los celos. Por supuesto que hay celos legítimos y válidos, cuando uno siente que el otro ha dado pie a que un tercero invada nuestro ámbito de privacidad e intimidad. Pero en muchos casos los celos son infundados y nacen de la baja autoestima del que lo experimenta.
Por causa de mi trabajo como conferencista itinerante, paso mucho tiempo fuera de casa. Mi esposa ha trabajado en prestigiosas empresas de la ciudad de Lima. Los hombres más apuestos y elegantes circulan por ahí, muchos de ellos profesionalmente exitosos. Pero tengo la plena confianza en la fidelidad de mi
esposa. Esa confianza no nace de mi atractivo físico o de lo mucho que ella me ame y admire. Mi confianza sobre todas las cosas está puesta en que mi esposa es una mujer que teme a Dios y sé que me va ser fiel, no tanto por mí, sino porque su fidelidad es una expresión de su amor y obediencia a Dios.

Extracto del libro Una Bendición Llamada Sexo

Por Alex Chiang

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