Para los hijos, el divorcio de sus padres es verdaderamente traumático y realmente difícil de superar. No se puede dimensionar hasta dónde podría afectar sus vidas. Sin embargo, como líder, hay algunos pasos que podrías dar para ayudarlos a atravesar de la mejor manera posible esta dolorosa senda:
1. Ocúpate de tener un tiempo exclusivo para poder charlar periódicamente con el adolescente afectado.
En la mayoría de los casos de divorcio, ante la confusión que provoca la situación sumada al comportamiento probablemente inadecuado de los padres, los adolescentes sufren lidiando con sentimientos de rencor, malestar, rebeldía e incertidumbre. Un torbellino de sentimientos encontrados sacude sus vidas, y sienten que están a la deriva. Por lo tanto, establecer una serie de charlas, ya sea semanal o quincenalmente, les ayudará a saber que cuentan con un espacio para expresar sus sentimientos y analizar sus actitudes, reacciones y acciones frente a las distintas situaciones que se verán forzados a enfrentar. Además de los encuentros programados, una llamada telefónica casual, o un mensaje de texto entresemana, darán continuidad a la relación para que el adolescente pueda sentir el acompañamiento y el respaldo necesarios para seguir adelante mirando al futuro con esperanza.
2. Construye un ambiente de confianza y de apoyo incondicional.
Debes asegurarte de que el adolescente sienta que lo escucharás y que recibirá tu apoyo incondicional. Una constante comunicación contigo como consejero, y la certeza de que oras con él y por él, le ayudarán a descomprimir la presión de la serie de cambios que deberá afrontar para salir adelante…
¿Con quién de sus padres tendrá que vivir? ¿Deberá cambiar de escuela? ¿Tendrá que mudarse a otro barrio? ¿Empezará a faltar el dinero en casa?
También hay determinadas decisiones que el adolescente deberá tomar…
¿Perdonará a uno de sus padres, o a los dos, en el caso que alguno de ellos haya cometido algún error? ¿Qué hará con los sentimientos de rechazo, culpa, y enojo que sin dudas aflorarán en algún momento?
El tiempo de conversaciones contigo le traerá fortaleza y dirección para continuar con su vida y tomar decisiones sabias. Además, podrá experimentar cuidado y amor que le brindarán la contención que necesita ante esta situación.
3. Conversa con el adolescente acerca de sus conductas y reacciones ante esta crisis.
No te sorprendas si en ocasiones el adolescente no sigue de inmediato tus consejos. Esto se debe a que le cuesta procesar todas las experiencias que está viviendo. Además, es muy probable que en un principio las charlas no sean muy agradables, debido a su negativa a comunicarse, o a una actitud rebelde, indiferente o introvertida. Incluso puede que notes un cambio abrupto en su conducta, como el involucrarse con otro tipo de amistades distintas a las que solía frecuenta, o, en el peor de los casos, el consumo de drogas y alcohol. Ante esto, es importante que sigas demostrando confianza en él durante las conversaciones, y que no se sienta juzgado, para evitar consecuencias aún peores.
Los tiempos de consejería deben ser programados y estructurados en cuanto a la intencionalidad. El ayudar al adolescente a analizar sus conductas y sentimientos a partir preguntas, pedirle descripciones de cada situación, resaltando los aspectos positivos, negativos e interesantes del conflicto, recordarle sus planes para el futuro, entre otros, son estrategias que le facilitarán el formular propuestas de soluciones lógicas y creativas para su vida. En el caso de que observes que no logra sobreponerse o que se encuentra en un inminente peligro de caer en una depresión o de involucrarse en actividades riesgosas, conversa con sus padres para que le brinden el apoyo emocional y la ayuda profesional que necesite.
4. Ayuda al adolescente a entender cuál es su posición en este conflicto.
Como líder, tú tienes la tarea vital de sembrar esperanza y fe en el corazón del adolescente con respecto a sí mismo y a su familia. Además, debes asegurarle que no tiene la culpa de la separación, y que no hay ninguna palabra, acción o actitud de su parte que haya hecho que sus padres se divorcien.
También necesitará que lo ayudes en la construcción de una buena actitud hacia sus padres. Seguramente estará lidiando con el enojo, la ira y la incertidumbre, y por eso es fundamental que periódicamente converses con él sobre sus sentimientos y emociones, de manera a que le ayudes a salirse del centro del conflicto y a que asuma una actitud de honra a sus padres, independientemente de lo que estos hagan o hayan hecho, tal como enseña la Biblia.
Aliéntalo a que dialogue con cada uno de sus padres sobre algunos pasos concretos que deben seguir para poder mantener viva la comunicación con ambos y para establecer ciertas pautas para sus relaciones de aquí en más. Por ejemplo, debe dejarles claro que no desea convertirse en el mensajero entre ambos, que no lo hace bien que hablen mal el uno del otro, y que tampoco es su rol convertirse en el paño de lágrimas de uno de los dos o ambos. Si esto se torna complicado podrías actuar de mediador entre el adolescente y sus padres. Como líder y consejero, aquí juegas un papel preponderante, ya que es muy probable que no haya nadie más orientándolos en estos aspectos.
5. Ayuda al adolescente a conocer su identidad como hijo de Dios y a formar parte de la comunidad de fe.
Que los adolescentes conozcan a Dios como Padre será determinante para que puedan encontrar su identidad como hijos. El Señor brinda el sentido de seguridad, de aceptación y de pertenencia que todo adolescente necesita para crecer sano. Salmos 27.10 evidencia esta verdad cuando el salmista declara: «Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos». Este pasaje refleja el amor de Dios como Padre. Él brinda paz, consuelo, aliento, confianza y la certeza de que su amor perdura para siempre. Y como leemos en Salmos 138.8, ¡el Señor cumplirá sus propósitos en sus hijos!
También es importante que animes al adolescente que está sufriendo el divorcio de sus padres a involucrarse dentro de la comunidad de fe a través del servicio y los dones que Dios le dio. Y, como ya dijimos, rodéalo de amigos en tu grupo de jóvenes para que lo contengan, le den sentido de pertenencia y afecto, oren por él y lo sostengan. ¡Que sus amigos sean una muestra más del amor de Dios en su vida!
Extracto del libro “Manual de Consejería Para el Trabajo con Adolescentes”. Por autores varios.