Texto: NÚMEROS 6 (leer con Biblia a mano)

INSTRUCCIONES 56: LOS CONSAGRADOS A DIOS
Esta nueva instrucción de Dios está destinada exclusivamente a todos aquellos que quisieran hacer una diferencia radical con sus vidas. Dejemos algo bien en claro: esto de ser nazareo no era para cualquiera. Había que ser muy macho para serlo. Los flojitos, los inconstantes, los nenes de mamá, fracasaban estrepitosamente. No duraban ni una semana…
“¿Y por qué? ¿Tan duro era ser nazareo? ¿Había que hacer trabajos forzados? ¿Había que someterse a un durísimo y despiadado régimen militar? ¿Había que encerrarse a estudiar 8 horas diarias rodeados de pilas de libros sin facebook, sin instagram, sin twitter? ¡¡¡Aaaaaaaaaahhhhhh!!!”
No, no, no… Era mucho más que todo eso… tomar la decisión de ser nazareo implicaba consagrarse total y completamente a Dios cumpliendo con un estricto protocolo de santidad.
Nazareo significa “uno que se separa”. Se refiere a uno que se separa de todo aquello que pudiera contaminarlo. Generalmente el nazareato era temporal, duraba 30 días; algunas veces se hacían votos dobles que duraban 60 días; y en ciertos casos, se extendían hasta los 100 días. En el caso de Sansón, su nazareato fue permanente.

EL PROTOCOLO DE SANTIDAD
¿Cuáles son los requisitos estrictos que debe cumplir el nazareo? (vs.2-8)
Vamos por parte:

  • ¡Nada de alcohol! (vs.3-4). ¿Y por qué? Porque el exceso de alcohol te idiotiza, te embota el entendimiento, te hace andar como un zombi, no te permite pensar ni decidir claramente, (además del espectáculo lamentable que das cuando te emborrachas). Difícilmente Dios se revele y use para sus propósitos santos a un alcohólico. Y no te confundas: alcohólico no es únicamente aquel que vive borracho, sino también aquel (y aquella) que cada vez tiene más tolerancia al alcohol y por lo tanto, “bebe más porque no le pasa nada, no siente nada”. ¡Sí le pasa! Cada vez se vuelve más alcohólico/a. A mayor tolerancia, mayor nivel de alcoholismo.
  • ¡Nada de cortes de cabello! (vs.5). ¿Y por qué? Porque el cabello era el símbolo visible de su santidad. Y hoy, ¿cuáles son los símbolos visibles de nuestra santidad? ¿Será la manera en la que nos vestimos? ¿Serán nuestras conductas y reacciones? ¿Serán los lugares que frecuentamos? ¿Será nuestra manera de hablar? ¿Tú que piensas?
  • ¡Nada de muertos! (vs.6-8). ¿Y por qué? Porque donde hay muerte no hay vida, ni frutos, ni bendición. Nada prospera en la muerte. Los nazareos, como el Sumo Sacerdote, no podían contaminarse.

¿Y qué sucedía si alguien caía fulminado cerca de ellos? (vs.9-12)
Finalmente, ¿qué debía hacer cuando se cumplía el tiempo de su nazareato? (vs.13-21)

LA BENDICIÓN SACERDOTAL
¿Quiénes impartían esta bendición y quiénes la recibían? (vs.22-23)
¡¡Woooowww!! Es bellísima!! Háblale estas palabras a tus padres, a tus amigos, a tu novia/o, a tu esposa/o, a tus hijos.

  • “El Señor te bendiga y te guarde”. Eres bendecido/a. Bendiciones materiales, económicas, físicas, emocionales, ministeriales, se multipliquen sobre tu vida. Y confía, no tengas miedo, porque estás bajo el cuidado y la protección del Dios Todopoderoso.
  • “El Señor te mire con agrado y te extienda su amor”. Eres aceptado/a y amado/a. Vives bajo la mirada protectora de Dios y estás bajo la cobertura de su amor. Y si tus decisiones son correctas, cuentas con Su aprobación sobrenatural.
  • “El Señor te muestre su favor y te llene de paz”. Eres favorecido/a. Él abre camino delante tuyo, abre las puertas cerradas, te multiplica y te expande porque Su favor eterno está sobre tu vida. Vive en paz, no tengas miedo porque la paz de Dios llena tu mente y tu corazón.

PIÉNSALO
¿De qué manera puedes bendecir a los demás?
Escribe 10 maneras bien prácticas mediante las cuales bendecir a otros. Esos “otros” pueden ser tus padres, tus amigos, tus vecinos, tus líderes…
¿Cómo actúas en la iglesia, con esos “hermanitos” que no te caen muy bien?
¿Qué podrías hacer para sanar tu relación con ellos y mantener la paz?
¿Y con respecto a quienes no conocen al Señor? ¿Qué actitudes y conductas de bendición tienes hacia ellos?
Recuerda que evangelizar con tus conductas y actitudes es más poderoso que hacerlo con tus palabras.

Extracto de “Serie Desafios Números” por Edgardo Tosoni


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