Pasaje clave: Lucas 15:22.

Me encanta cada vez que aparece un pero en la Biblia, sobretodo si viene antes de algo que va a hacer Dios el Padre.
Suelen ser respuestas increíbles, porque cuando las circunstancias son muy adversas, Dios siempre tiene algo que decir. Mi “pero” favorito está en la epístola a los Romanos 3:21, después de todo intento de salvación por nuestras acciones, Dios aun así nos salva, (vs.21-26) Y este “pero” de Lucas 15 es igual de grande, es la palabra que va a cambiarlo todo. Las reacciones del padre, que es libre para hacer lo que quiera, no dejarán de sorprendernos.
Ten las mejores expectativas cada vez que Dios diga un “pero”.
En nuestras fuerzas es imposible Pero Dios…
Estamos perdidos Pero Dios…
Somos culpables Pero Dios…
Nuestro amor hacia Él no es perfecto Pero Dios
Dijo a sus siervos: sacadle el mejor vestido, y vestidle. Recuerda que el padre abrazó a su hijo todavía sucio y harapiento. Porque Dios nos ama tanto que nos acepta como somos, Pero nos ama tanto que no nos va a dejar como estamos.
Las ropas del hijo eran trapos, llenos de suciedad, de inmundicia, demasiado tiempo rodeadas de cerdos, hechas jirones, y Dios quiere cambiar eso.
Quiere cambiar nuestras ropas, nuestro olor, nuestra podredumbre y nuestro corazón. Y nos pondrá en procesos de limpieza para que podamos parecer más “Su Hijo”. Para ello usará a otras personas, que nos ayudarán a tener el mejor vestido. Incluso nos vestirán de Hijo. Me encanta la comunidad donde Dios me pone, ellos son lo que me ayuda a limpiarme; unos a otros, lavándonos los pies, con aceptación pero sin conformismo. Y lo hacen por orden del Padre, es nuestro llamado.
Así es la vida cristiana, una vida donde, aunque no somos dignos, el Padre nos acepta y nos cambia, en ese orden. Ese es su plan, compartir su dignidad con nosotros. Una dignidad que perdimos, que solo recuperamos en su aceptación incondicional y en su amor transformador, y que vemos refl ejada en los demás. Aceptación y amor transformador. Misericordia y verdad.
Y así, los unos a los otros nos ayudamos a revestirnos de hijos.
Y si aún nos parece poco, el amor de Dios sigue autosuperándose, y da una nueva orden: poned un anillo en su mano, lo había malgastado todo. Y aún así el padre le vuelve a convertir en heredero legítimo, y con el anillo le da la autoridad de hijo en la familia.
No solo le acepta, no solo le viste, sino que le restituye la herencia, a pesar de haberla malgastado.
Ese anillo representa su dignidad, contiene el sello de la familia, vuelve a tener el “nombre” del padre. Su verdadera herencia.
Nuestra herencia, la vida, la verdadera vida, la eterna, vuelve a ser nuestra. Y ahora andaremos de otra manera y para ello necesitamos zapatos nuevos.
Y por eso el padre pide que le pongan calzado en sus pies.
En aquella época el calzado era algo importantísimo.
La gente no solía tener más de un par. Y los esclavos normalmente no tenían ni uno. Iban descalzos.
El hijo tendría los suyos destrozados, como en el cuadro de Rembrandt “el retorno del hijo pródigo”.
O es más probable que no llevara ningunos, a lo mejor los había vendido por comida. En cualquier caso, no podía seguir andando así. Las heridas en los pies eran frecuentes, no existían las aceras que tenemos ahora y los caminos estaban llenos de piedras y espinos, y los pies lo sufrían.
Hacía falta un buen calzado para cuidarse. Además, mis zapatos no necesariamente te sirven a ti. Tenemos distintas tallas. Es algo muy personal, y no nos sirve cualquier calzado, son “a medida”. Pero el padre tenía calzado para su hijo. Seguro que después de lavarle todo el cuerpo, los siervos le lavaron los pies con cuidado y le pusieron el calzado nuevo, para él.
Porque tus zapatos eran un signo de tu identidad y los lugares que frecuentabas. Y al igual que tu ropa, defi nían quién eras. Y el padre quería que todos supieran quién era el que llegaba a casa.
Como aquel José de Egipto, que después de interpretar el sueño del faraón fue revestido, y pusieron anillo en su dedo y se le dio dignidad, recién salido de la cárcel, así nuestro protagonista es recibido como un héroe en la casa de su padre.
Aunque no somos dignos, Él nos hace dignos, esta es la paradoja.
La gracia del Padre es infinita. Pero…

PARA VOLAR

1. Hoy estoy preocupado o cansado de… Pero Dios… ¿Qué crees que Dios quiere hacer por ti hoy?

2. Haz una lista de nombres propios de personas que Dios tiene a tu alrededor hoy para trabajar contigo en tus procesos de limpieza y cambio. Dedica unos minutos a dar las gracias por ellas.

3. ¿Qué dicen las marcas de tus pies de los caminos que estás recorriendo?
¿Qué dicen tus ropas, tu agenda, tus compañías y amistades?
¿Estás viviendo como un hijo del Padre?
¿Qué caminos quieres andar con tu nuevo calzado?

4. Explica con tus palabras que “Dios nos ama tanto que nos acepta como somos, pero nos ama tanto que no va a dejarnos como estamos.”

Extracto del libro «Perdido»

Por Alex Sampedro

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