Pasaje clave: Lucas 15:23.

El padre cambia su tono de voz,levanta su mano y señala hacia un punto concreto de sus tierras. Tiene cerca a sus siervos, que harán su voluntad. Y con voz fi rme exclama: «traed el becerro gordo y matadlo».
Efectivamente, hay alguien que no se alegrará de que el hermano pequeño haya vuelto. Y no, no estoy hablando del hermano mayor, que dentro de poco tendrá su cuota de protagonismo.
Hablo del becerro. El mejor de todos los que había. Iba a morir, por orden del padre.
¿Por qué era necesario este detalle en la historia? Algunos dirán que es una parábola, no una alegoría, y que no debería fijarme en estas cosas. Pero esto es una obra maestra de la literatura. Y como en una buena película, todos los detalles están bien cuidados: los decorados,
escenarios y personajes, los colores y los planos de cámara, no hay nada dejado al azar.
Y ahora nos encontramos en uno de los clímax más importantes de esta trilogía, y una verdad de repente se revela: Alguien tiene que morir.
Papá Dios es bueno, su gracia es infinita; Papá Dios es justo, su justicia es infinita.
Y Dios te ama, pero tú has roto demasiados platos, has malgastado la herencia, has pecado contra sus normas, y lo que es peor, has pecado contra tu Padre.
Decidiste desconectarte de la única fuente de vida que existe en todo el universo.
El lugar donde hay pan para todo tu ser. El único lugar.
Y en un sentido, estabas muerto, muriendo. Pero el padre te ha abrazado. Y para que entres en casa, para que disfrutes del cielo al que diste la espalda. Alguien tiene que morir. Dios es bueno y justo.
Alguien tiene que pagar la deuda que has dejado en el camino. El padre te ama, el padre te perdona. Niega su derecho lícito de disciplinarte, incluso de no aceptarte.
Te ha abrazado, sabiendo que eso le va a costar una vida. Pero ya tenía algo preparado.
Y si no se castiga al culpable, entonces un inocente debe hacerlo en su lugar.

Alguien tiene que morir. Algo se tiene que entregar a cambio. El becerro. Un sacrificio que el padre ya tenia preparado, listo para ESE día.
Y aquí nuestra mente se rebela: No es justo, ¿o sí? Si yo fuera el hijo pequeño, no pensaría si es justo o no, sino si esta acción está de acuerdo con el carácter del padre. Si fuera otro que lo observa desde fuera quizá me parecería una injusticia. Pero la misericordia triunfa sobre el juicio.
El padre no deja de ser justo, no es injusto, es más que justo. Y alguien tiene que morir.
Y ahora mira a Jesús. El que está contando esta historia, camino a Jerusalén, Él sabe quién es. Él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Él es el becerro del padre y también es el Padre, quien le ha visto a Él, ha visto al Padre.
“Traedlo” Dios mismo dando su propia vida para que hijos como yo puedan entrar y podamos disfrutar y que tú y yo comamos y hagamos fiesta; como en Egipto, en la época de Moisés, la noche de la última plaga. Familias de esclavos hebreos estaban sentadas en la mesa disfrutando de la Pascua del inocente, del cordero. Comiendo mientras se salvaban los hijos de todas las casas que celebraban el abrazo del padre que también sale a buscar a un puñado de nadies en tierras extrañas. Gente que no merecía la salvación, pero que estaban celebrando que Dios salva. Porque donde otros veían un montón de esclavos y la clase social más baja, Dios veía a su pueblo, a sus hijos. Y esa es la historia: Un hijo regresa, hay fiesta, pero muere el inocente.
Imagínate la situación:
Jesús contando la parábola e incluyéndose en ella. Simplemente genial. El tipo de Cristo en un momento de tensión narrativa. “Matadlo” y la ira y el juicio se descargan sobre el sacrifi cio preparado. Solo a través del cordero de Dios podemos sentarnos a la mesa y comer. El gozo en el cielo tiene un precio.
En boca de Jesús, estas palabras tienen un dramatismo atroz, por cuanto Él, será ese inocente que morirá por los hijos perdidos que estaban escuchando, los fariseos, los escribas, publicanos y pecadores. Por todos.
Él iba a morir para que pudiéramos entrar, disfrutar de la casa y estar en la fiesta.
Y si entiendes que en realidad el que muere es Dios mismo, en Cristo, que se dejó matar por amor, porque no hay mayor amor que éste, y ves estas tres historias como una sola, y confías en su veracidad, porque sabes que es la historia del universo y tu historia, estarás muy cerca de volver a entrar en casa. Ven, pasa, todo estaba preparado, Dios lo tenía todo preparado, Él no improvisó tu salvación.
Él sabía lo que le iba a costar recibirte, y aún así estuvo dispuesto a crearte, a abrazarte.
Esto es el evangelio, nada más, nada menos.

PARA VOLAR
1. La muerte del becerro es al mismo tiempo sacrificio y fiesta, muerte y vida.
¿Qué debe ser sacrificado en tu vida para que haya fiesta? ¿Qué debe morir en ti para que reboses vida? Ap.3:2.

2. ¿Qué ha conseguido Jesús en su sacrificio que tú no podrías haber conseguido por ti mismo?
¿En qué radica la importancia de su muerte?

Extracto del libro «Perdido»

Por Alex Sampedro

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