Pasaje Clave: Lucas 15:18.

El hijo sigue su discurso interior y toma una decisión: «me levantaré e iré a mi padre». No a casa de su padre, sino a su padre.
No un lugar sino una persona, una relación. Eso es lo importante.
Ahora el discurso se centra en el encuentro personal que tendrá. ¿Cómo reaccionará? El nombre de su familia ha sido humillado por su culpa, ha huido, ha malgastado la herencia, se ha alejado. Y ahora va a dar la cara.
¿Qué le espera? Seguramente un padre enfurecido, resentido con su hijo, que explotará al verlo, y toda su ira caerá sobre él. El hijo lo sabe. Se lo merece.
Aún así toma la decisión, no solamente será una idea bonita, una quimera, sino un pensamiento que se convertirá en un acto.
La reflexión debía llevarle a la acción.
Le diré: Padre, buen comienzo, he pecado contra el cielo y contra ti.
Había cometido muchos errores, pero todos, en realidad, eran un pecado contra su padre y sus leyes, su manera de ver la vida. Todo se resumía en una desobediencia y en una falta de confianza en los criterios de su padre.
Da igual cuáles fueran sus pecados. Todos eran contra su padre.
No es solamente contra el cielo, contra las normas, sino contra una persona. No es infringir unas leyes nada más, sino un problema interpersonal, relacional.
Como dijo el rey David después de acostarse con la mujer de otro y de mandar matar al marido (que era amigo suyo): “Contra ti, contra ti, solo he pecado” dice dirigiéndose a Dios.
David había pecado contra mucha gente, pero a fi n de cuentas, el pecado es contra Dios, que hará justicia a todos.
Este mundo actual, a pesar de su abundancia, está lleno de injusticia. Gente explotada y abusada, pobreza y desigualdad, explotación y trata. Lo que a veces no sabemos es que todo eso, al final, se lo estamos haciendo a Dios, estamos yendo en contra de su cielo, de sus leyes y en contra de Él. Porque su intención para nosotros no era esa.
Y Él, un día hará justicia a todos.
Este hijo era consciente de eso. Él formaba parte de los malos de la película.
Ojo por ojo, diente por diente, es lo justo, y el padre es justo. Pero quizá pueda ganarse su perdón. Realmente el hijo está arrepentido, al menos en el sentido de que hubiera preferido no llegar a esa situación.
En su mente, ensaya el discurso, un discurso de: Voy a pagar los platos rotos.
Cree que puede ganarse el perdón de su padre haciendo algún esfuerzo.
Como nosotros.

PARA VOLAR
1. ¿En qué llevas ya tiempo pensando y aún no lo has convertido en acción? ¿Qué está impidiendo que lo hagas?
2. ¿Debemos pedir perdón a Dios cuando ofendemos a otros o solo a las personas? ¿Por qué?
¿Qué relación hay entre nuestra relación con los demás y Dios? Mt.25:41-45
3. ¿Cómo crees que Dios un día hará justicia a todos?

Extracto del libro «Perdido»

Por Alex Sampedro

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