He aprendido todo respecto al sexo en las calles. Créame, ese no es un buen lugar para aprender»

—Este libro dice, —dijo un joven a su amigo, —que los ado­lescentes piensan en sexo 17 segundos de cada minuto.

—¿De veras? —replicó el amigo. —¡Es increíble!

—¿Por qué? —preguntó el primero.

—Pues, ¿en qué otra cosa van a pensar el resto del tiempo?

¿Un adolescente en resumen? Puede ser.

Una revista especializada para jóvenes realizó una encuesta y demostró que entre los jóvenes americanos el tema del sexo es el de más importancia. «304 de 305 adolescentes entrevis­tados respondieron que el sexo prematrimonial es uno de los tres más importantes problemas que enfrenta la juventud ame­ricana de hoy en día.» Por contraste, sólo un 29 por ciento de los jóvenes entrevistados en otros países dijeron que ellos con­sideraban el sexo antes del matrimonio un problema importan­te, pero el menor de los seis temas en la lista de preguntas.»(1)

Aun cuando parezca que la sexualidad es el problema núme­ro uno en la vida de muchos adolescentes, es solamente una faceta. Pero tal como el ajo, siendo un solo ingrediente, puede neutralizar a todos los otros sabores en una receta compleja, así también una parte de la vida de un adolescente puede aho­gar a todas las demás partes.

Los adolescentes son personas en transición. No son ya ni­ños que necesitan constante supervisión, ni son adultos que pueden asumir todas las responsabilidades de la vida. Son per­sonas que están justamente en el medio.

Pero en medio de sus cambios físicos, presiones sociales y creciente independencia, ellos son sobre todo, gente. Y lo mismo que con personas de cualquier edad, todos los aspectos de su vida se interrelacionan. Una experiencia en un área afecta a todas las demás.

Cuando les pido a los adolescentes mensajes para que yo se los diga a sus padres, especialmente acerca de su vida sexual y sus amistades, ellos me dicen: «Papá y mamá, por favor, muéstrense amor el uno al otro… por favor, hablen un poco más conmigo… acéptenme, aunque tenga fallas…háganme sentir importante… hagan de Cristo el centro de la familia… no me encierren en un baúl, pero tampoco piensen que puedo mane­jarme solo… aunque yo no se lo diga, los necesito.»

Ellos no quieren que les den libros acerca de la vida. No exi­gen vivir ilimitada libertad para sus vidas. Como ustedes, padres, pueden ver por sus propias palabras, los chicos buscan lazos dé amor y afecto. Desean comunicación en el hogar, para fun­damentar sus vidas, y que el hogar sea un refugio en un mundo de terribles presiones.

Usted nunca sabrá a ciencia cierta lo que sus hijos están pen­sando. No puede ver como un suceso afecta a otros. No puede ver como la pelea con su novio afecta las notas escolares de una chica. No puede entender los efectos sin conocer las causas.

 

Extracto del libro “Lo Que Deseo Que Mis Padres Sepan Acerca de mi Sexualidad”.

Por Josh McDowell.

Lee Sexo y sexualidad – Lo que los adolescentes dicen que necesitan de usted 2

 

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