Entre otras cosas, por las siguientes razones:

  1. Por amor. Esto tiene mucho que ver con nuestra cultura, muy románti­ca; ese romanticismo que puede apreciarse hasta por las letras de tan­gos. Romanticismo que impregna las relaciones y crea ambientes pro­picios para la intimidad. La razón más apuntada como motivo de las re­laciones prematrimoniales fue el amor. Muchas parejas cristianas creen que el amor lo justifica todo. “Con tal que haya amor”, dicen. Parece ser que la línea de la moralidad está en el amor, no en el mandamiento de Dios. Pero no te engañes, eso no es amor, eso es “pasión, deseo”. El amor lo espera todo, dice la Biblia. El amor respeta al otro. El deseo es egoísta, piensa en satisfacerse a sí mismo; el verdadero amor piensa en el otro y, por lo tanto, respeta y espera.
  2. Por presión de los amigos. Para muchos jóvenes, la fuente de segu­ridad y significación es la de pertenencia a un grupo. Necesitan ser aceptados por otros, especialmente por los amigos. Tal aceptación im­plica muchas veces estar dispuesto a ceder ciertas convicciones.“¿Ya siones que ponen al joven bajo presión. Un joven escribió en una encuesta: “festejábamos el cumple del coordinador del viaje (a Bariloche). Hacía calor en el boliche, cerveza y whisky y los tragos abundaban; yo nunca me había emborrachado. Mis compañeros trajeron una chica y nos fuimos todos al hotel. Fui el tercero de cuatro, no pude decir que no .
  3. Por presión de la pareja. Años atrás los adolescentes varones se ini­ciaban sexualmente con una prostituta. Hoy día lo hacen con sus noviecitas. Vez pasada vino una jovencita cristiana, consagrada y muy preocupada a la oficina. Entre lágrimas, dijo: “Mi novio me presiona a tener sexo, es un martirio constante, ya no sé qué hacer”. La respuesta para aquella jovencita es la que queremos sugerir para estos casos: “si uno no quiere, el otro no puede”.
  4. Por presión de los medios de comunicación. La gran mayoría de los programas incorpora lo sensual y sexual a su guión. Muestra la reali­dad, es verdad, pero también la moldea. Enseña sus propios valores asociando lo liberal a lo bueno y divertido, mientras que lo moral y co­rrecto aparece como pesado y aburrido. Inculca que transgredir cual­quier mandato es cuestión de puntos de vista y que la verdad es cues­tión de gusto.
  5. Por un mal consejo. Una parejita de cristianos recién convertidos es­taban buscando la voluntad de Dios para sus vidas. Estaban siendo tentados a tener relaciones sexuales y consultaron a un hermano de la iglesia para saber cómo buscar la voluntad de Dios acerca de este te­ma. Aquel hermano les guió de esta forma: “ustedes deben ponerle un vellón a Dios, es decir, deben pedir que por medio de una señal mues­tre Su voluntad. Miren -les siguió diciendo, una noche cuando estén a solas en la casa y vuelvan a ser tentados, oren a Dios y díganle: si al­guien toca el timbre de la casa, significa que tú no quieres que tenga­mos relaciones. Ahora, si nadie toca el timbre será la señal de que tú apruebas que nosotros hagamos el amor. Adivina qué sucedió aquella noche. ¡Acertaste! Nadie tocó el timbre. Un mal consejo puede llevar a la ruina.
  6. Por ignorar la voluntad de Dios. Muchos jóvenes creen que tocarse los genitales, acariciase los pechos y tener intimidad sin ropa no está mal; aun las relaciones sexuales antes del matrimonio no son mal vis­tas. Sencillamente, ignoran la voluntad de Dios. Piensan mal y, como consecuencia, actúan mal. Nuestra conducta es la manifestación de nuestra creencia. Lo que pensamos determina qué es lo que hacemos.
  7. Por temor a la soledad. En una encuesta que realizamos fue sorpren­dente descubrir que un alto porcentaje, tanto de varones como de mu­jeres, tienen miedo a no encontrar pareja y quedarse solos. El 38 % de esos jóvenes manifestaron haber tenido encuentros sexuales. El deseo de intimidad, de relación afectiva, de calor, de amor, de sentirse amados, les lleva a ceder en el plano sexual.

¿Qué hacer para mantener la integridad sexual?

  1. Estar convertido: las estadísticas demostraron que los cristianos “por tradición”, son más propensos a ceder a las relaciones sexuales pre­matrimoniales.
  2. Tener amor por Jesús: “cuanto más cerca de Dios, más lejos del pe­cado”.
  3. Poseer convicciones claras: basadas en el conocimiento de la volun­tad de Dios.
  4. Desarrollar buena comunicación: habla con tus padres. Ellos están muy interesados en tu desarrollo. Buscarán siempre darte un buen consejo, no dudes.

Extracto del libro “Cuidado! Llegaron los adolescentes”

Por los sexólogos cristianos José y Silvia Cinalli.


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