Continuemos.
Ahora, sólo para dejar bien en claro, Abraham no hizo muchas cosas grandiosas. No hizo muchas obras buenas que hicieran que Dios lo escogiera de entre la multitud. Por lo tanto, Abraham no pudo presumir lo que hizo para conseguir que Dios le diera bendiciones especiales. No, simplemente Abraham le creyó a Dios.
A Dios le agradaba convivir con Abraham debido a su fe, no por sus hechos. Así que, ¿cómo ayudó a Abraham este asunto de la fe? Abraham tenía una relación con Dios que estaba basada en cosas del corazón, del alma y de la mente. Esas son las cosas de las que hablamos antes y son a las que Jesús se refería que es importante tener. Abraham tenía exactamente ese tipo de amor por Dios.
La Biblia nos recuerda que la fe es la clave. La promesa de Dios se nos da como un regalo gratis. ¿Qué era lo que tenía Abraham que lo mantuvo con fe? ¿Cuál era la promesa que Dios le hizo a él?
Abraham le creyó a Dios cuando le dijo que tendría muchos hijos (Romanos 4:17). Incluso le dijo que sus hijos serían tantos como las estrellas (versículo 18). Eso le debió haber sonado imposible a Abraham. Sin embargo, Abraham creyó que eso podía pasar, aunque técnicamente él era demasiado viejo para ser papá, ya que tenía cien años de edad (¡y pensabas que tu papá era viejo!). Para su esposa Sara también había pasado la época de poder tener hijos, pero aun así, Abraham creyó que Dios podía hacer algo (versículo 19). Si Dios había dicho que Abraham tendría hijos, entonces él estaba muy seguro que los tendría (versículos 20-21).
Abraham estaba totalmente convencido de que Dios podía cumplir sus promesas. Aun cuando Sara no estaba tan segura, se mantuvo fiel a su esposo. Su esposo se mantuvo fiel a Dios, y antes de que todo acabara, nació Isaac. Así que, esta es una historia muy poderosa acerca de un bebé, ¿no crees?
A mí me gusta mucho esta historia porque me recuerda que todas las cosas son posibles para Dios. Algunas cosas te van a parecer muy difíciles si no tomas en cuenta a Dios, pero si lo haces, Él hará que suceda todo lo que sea bueno para ti. Esta es una muy buena historia de lo que significa no dudar en Dios.
2. Tomás, Viejo Dudoso.
¿Te acuerdas de «Tomás el dudoso»? ¿Qué podemos aprender de él? Veamos su historia también. Seguro conoces la historia de Tomás, el discípulo que antes de creerle a sus amigos, necesitó pruebas de que Jesús había resucitado. Lo más probable es que algunos de nosotros podríamos necesitar la misma prueba para creer.
María fue la primera en encontrar a Jesús después de la resurrección. Ella fue la que contó la historia de la conversación que tuvo con Jesús. Poco después, Jesús se les apareció a sus discípulos, pero Tomás no estaba presente en la reunión. Cuando Tomás llegó y le contaron lo que había pasado, dijo que no podía creer hasta que viera las heridas de los clavos en las manos de Jesús y la herida en su costado.
Así es como lo cuenta Juan 20:26-29. De hecho, puede ser que el viejo dicho, «hasta no ver no creer», venga justo de esta historia. Las preguntas surgirán en tu camino de fe. Las dudas vendrán y te atacarán en cada oportunidad que tengan.
¿Cuál será tu respuesta? ¿Creerás a pesar de todo? Tu Señor y tu Dios tiene que surgir cada día en tu corazón, en tu mente y en tu alma.
Extracto del libro “El Campo de Batalla de la Mente Para Niños”
Por Joyce Meyer