Los medios masivos de comunicación (MMC) están convirtiéndose en los ma­yores formadores de conciencia de una sociedad. Actualmente los niños, adoles­centes, jóvenes, adultos y ancianos pasan la mayor parte de las horas de ac­tividad frente de un medio de comunica­ción. Esto hace que un joven talentoso pueda enseñar, formar, informar y comu­nicar el mensaje de fe de una manera que se comprenda, que transforme y sea efectivo en treinta minutos, a miles, millones o billones de personas por medio de cualquier MMC.

Por tradición los jóvenes sirven en la iglesia en lo que denomino el «llamado tradicional», es decir, tocando algún instrumento o cantando en el grupo de alabanza, siendo un líder de cé­lula, organizando certámenes, ayudando como ujier durante los servicios, siendo maestro de escuela bíblica, discipulando, danzando, etc., etc., etc. Sin embargo, ¿qué pasaría si te encuentras con un joven que no en­caja en este llamado sino que tiene un potencial por desarrollar para usar fuera de lo tradicional? Alguna vez te has puesto a pensar que cada joven es un capital humano e intelectual. Déjame decirte que los activos y recursos de tu ministerio juvenil son sus miembros, los jóvenes, y que su riqueza está compuesta por el capital humano (los jóvenes) y el capital intelectual (su cono­cimiento). El capital humano, por su parte, es tan im­portante que sirve como uno de los pilares del desarrollo de un país y de sus organizaciones y, por su puesto, también de tu ministerio. Dios ha puesto en tus manos un poderoso recurso para el reino de los cielos.

En este sentido, ¿cuál es el nivel de impacto al que pueden llegar los jóvenes que lideras?, ¿existe alguna forma para desarrollarlo?, ¿tus colaboradores están su­ficientemente capacitados para realizar sus actividades y enfrentarse a procesos de cambio?, ¿tienes algún plan que desarrolle el potencial de los jóvenes que lideras?, ¿qué tipo de seguimiento realizas?, ¿necesitas o cuentas con algún recurso financiero para esta actividad? Y aun más… Al margen de lo dicho, si mi rol es «liderar procesos de transformación de los jóvenes para que sean agradables a Dios, puedan servir con sus talentos a los propósitos de Dios, y sean mejores seres huma­nos», ¿lo estoy haciendo?

Por otra parte, creo firmemente que una de tus fun­ciones como líder es identificar y conocer las habilida­des de tus seguidores y motivarlos a cumplir con sus metas profesionales y laborales. Por eso necesitas en­tender que no todos servirán en el ministerio dentro del templo ni están llamados para ello, pero sí están llama­dos a servir.

Vivimos en un tiempo de recursos nuevos, recursos que están a nuestra disposición y que vale la pena usar. Los medios masivos de comunicación (MMC) están convirtiéndose en los mayores formadores de concien­cia de una sociedad. Actualmente los niños, adolescen­tes, jóvenes, adultos y ancianos pasan la mayor parte de las horas de actividad frente de un medio de comu­nicación. Esto hace que un joven talentoso pueda ense­ñar, formar, informar y comunicar el mensaje de fe de una manera que se comprenda, que transforme y sea efectivo en treinta minutos, una o dos horas, a miles, millones o billones de personas por medio de cualquier MMC, ya sea radio, televisión, Internet, cine, libros, re­vistas o un periódico. Estar en un MMC es tener a la mano el «pulpito» más grande del mundo, es expo­nerse a la campaña más grande jamás anunciada, la mayor convocatoria de alumnos en cualquier institu­ción educativa.

Ahora bien, para desarrollar el potencial de un joven cuyo llamado está dentro de los MMC, debes ante todo:

  1. Identificar, motivar y orientar el deseo, el talento y el llamado en los medios de tal forma que pueda ser efectivo. Puedes también realizar una encuesta de ha­bilidades e intereses, entrevistas grupales a aquellos que creas tienen talento para las comunicaciones mien­tras verificas en la entrevista los intereses y habilidades de cada uno, crear conferencias con personas de los di­ferentes medios que motiven y despierten el interés de aquellos que tengan el llamado en las comunicaciones.Generar
  2. Una cultura de aprendizaje. Esto quiere decir orientar al desarrollo de habilidades y conoci­mientos claramente definidos. Puedes animarlos a es­tudiar profesionalmente, seleccionar un grupo para llevarlos a un estudio de televisión o radio, crear un bo­letín con la información de las mejores universidades de tu ciudad o país y aun del mundo con sus respecti­vas carreras relacionadas con el ramo, despertar e in­centivar la educación no solo teológica, conseguir becas para ellos, e invitar representantes de universidades para que informen de sus programas.
  3. Clarificar su propósito en el MMC donde se desen­vuelva. Hazle entender que si su propósito es ser fa­moso, ciertamente ese será su fin; estará acabado y se «quemará» más rápido de lo que pudiera imaginar.
  4. Crear conciencia de responsabilidad es un llamado y una vocación que requiere mucho compromiso con lo qué se dice y cómo se dice, con lo que se hace y cómo se hace, no un pasatiempo o algo genial para divertirse. Además, aclararles que no es para entretener o tener altas calificaciones de audiencia sino que hay una res­ponsabilidad con Dios de cumplir su plan.

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