El agresor siente que con sus acciones se apropia de la vida del otro para tomar revancha de sus sensaciones más profundas. Esto lo hace sentir poderoso porque no ha logrado desarrollar otro tipo de conductas que lo hagan sentirse bien con sí mismo, si no es por medio del sufrimiento ajeno. Son personas que sienten que son exitosos mediante la violencia y de ahí justamente es que parte la seducción del bullying y por qué rara vez la abandonan. Es como un vicio que les ofrece una gratificación instantánea, aunque luego produzca vergüenza y una peor autoestima.
Una persona que necesita sentirse en equilibrio mediante el bullying, esconde grandes carencias emocionales. Justamente es un reflejo de suma debilidad convertirse en un agresor crónico.
El agresor siente que la víctima es una presa a cazar y que ella o él tienen el poder de permitirle transformar esa otra vida en una pesadilla. Y aquí hay otro esquema cultura que notar y que ha contribuido en la popularización del agresor es la objetivización de las personas. La sociedad de consumo nos enseñó a usar a las personas como mercancías. La sexualización de la sociedad contribuyó convirtiendo a mujeres en meros cuerpos y así se hizo más fácil para la persona lastimada lastimar ya que no hay sentimientos de por medio, sino que es que el otro es una cosa más por poseer.
El agresor por su incapacidad de enfrentar las cosas que no tiene control se vuelve egocéntrico, sin aceptar a nadie que interfiera con el epicentro de su mundo que es su necesidad de ser amado.
Es tan débil que no puede relacionarse con aquellos que lo superen y logra mediante la violencia suprimir esta distancia que existe entre los demás y su inferioridad. Los agresores suelen ser rebeldes y no cumplen con las reglas establecidas por los demás ya que no pueden sentir que están por debajo de alguien, aunque claro que no podemos decir que ser rebelde es ser un agresor porque son dos instancias diferentes.
- Lo que es más evidente es que no reconocen sus errores, ni mucho menos que hacen sufrir a los demás y no suelen pedir perdón de manera sincera a menos que pese una amenaza sobre ellos.
- Suelen ser autoritarios y siempre tienen que tener la última palabra. Se vuelven prepotentes y menosprecian a las personas que saben más que ellos, que suelen ser muchas. Lo que no logran controlar lo menosprecian.
- Son manipuladores y dominantes, se convierten fácilmente en líderes, pero ejercen un liderazgo maltratador. No aceptan bajo ningún punto de vista no ser el centro de atención donde se encuentren, por eso, no pasan desapercibidos.
- Se burlan de manera desmedida de aquellos que cometen algún error, pero jamás permitirán que se burlen de ellos.
Siempre encuentran defectos en los demás como para poner apodos hirientes, pero se desarman y llenan de cólera si sienten que ellos pueden ser víctimas de alguien que les pongan apodos a ellos. Tratan constantemente de humillar a toda persona que pueda ejercer autoridad o destacar algo que ellos no son, sobre ellos y animan a los demás a no respetar a las personas en roles de autoridad, como profesores, policías, directivos, etc.
TODO SE APRENDE
El dicho dice que nadie nace sabiendo y destaca una gran verdad. Todo lo que sabemos se aprende por experiencia, ya sea consciente o inconsciente y es justamente en la familia donde aprendimos a ser como somos. Lo que recibimos o no recibimos se vuelve una información para ser lo que somos. El agresor, podemos decir con seguridad, es quien pasa en activo lo que ha vivido en pasivo. Esto quiere decir que ha enfrentado algún tipo de violencia que lo ha convertido en violento. Suelen ser personas que vivieron situaciones de mucha presión o abandono, lo que los convierte en personas insensibles.
LAS RAZONES DEL AGRESOR
Siempre hay causas personales profundas detrás del comportamiento del agresor y en la eventual apertura de una ventana de oportunidad para hablar con él o ella, no es respecto a la conducta de agresor que hay que hablar sino de esas razones.
Es como el estornudo y el resfrío. Intentar que alguien deje de estornudar sin curar el resfrío es muy difícil y es igual en esta situación. Además, claro que cuentan características de la personalidad, como un temperamento débil, irritable, que se enoja fácilmente e incluso, en algunas ocasiones características físicas como la torpeza. Entonces proyectan sus traumas personales en los demás.
Pero quizás la razón número uno de por qué un niño o una adolescente comienzan a convertirse en agresores es la división y el maltrato familiar. Padres autoritarios, golpeadores, que los han abandonado, violentos y hasta en algunos casos sobreprotectores al punto de hacer a sus hijos sentirse humillados suelen ser actores detrás del escenario de la vida de los agresores.
- Causas sociales como experimentar extremos de pobreza o incluso extremos de riqueza, pero también objetivización.
- En general muestran su baja autoestima en que solo se sienten que son poderosos, dominando a los demás.
- Bajo rendimiento, sienten que no lograrán nada en la vida porque como dijo el escritor ruso, Isaac Asimov: “la violencia es el último refugio del incompetente”.
- Necesidad de sobre compensar sus faltantes mediante el odio o bronca hacia los que tienen más que él o ella.
- Carencia total de empatía, que es la capacidad de ponernos en el lugar del otro comprendiendo su sufrimiento.
Podríamos concluir que son personas que el odio que sienten sobre si mismos lo vuelcan en el otro. Pero este odio y bronca es indefinido, esto significa que no tiene un nombre o una persona, sino que lo vuelcan sobre todos sin distinción. El bullying es ruido en la vida del agresor que no le permite oír que le sucede en su propia vida llena de frustración.
Extracto del libro Bullying
Por Adrian Intrieri