Llamemos a las cosas por su nombre. Cuando pensamos en el bullying nos referimos a la conjugación de una situación de ataque sistemático y masivo mediante el acoso y la agresión sobre alguien indefenso. Para que estemos frente al bullying tienen que presentarse estas características, que yo llamo las tres patas del bullying:

  • Ataque sistemático y masivo.
  • Mediante acciones de acoso y/o agresión.
  • Sobre alguien indefenso.

¿Por qué decimos que debe presentarse un ataque sistemático y masivo para que algo se convierta en bullying?

Porque debe ser algo premeditado, es decir, organizado estratégicamente y constante. Hay corazones que aman la violencia y obtienen placer al violentarse a alguien. Son personas que producen dolor y disfrutan de observar el sufrimiento ajeno. Sus acciones no son hechos aislados. No debemos sorprendernos de que existan personas que amen y sientan placer en producir sufrimiento.

Mucho se ha escrito sobre esto y no nos enfocaremos por ahora en sus causas y consecuencias, solo mencionaremos que no debemos pecar de ingenuos, existen personas que disfrutan de hacer lo malo y de dañar a otros, aún en nuestras comunidades de fe. (Proverbios 21:7)

Y decimos que también es masivo, porque rara vez actúan solos, ya que necesitan ser observados e imitados por otros para sentirse trascendentes por medio de la violencia. Es ahí que, configuran grupos subordinados que imitan sus acciones.

Como lideres debemos estar atentos en la observación de cómo se configuran los grupos dentro de nuestra comunidad. Todo grupo se construye sobre bases que lo unifican. Algunos se forman con propósitos claros, como la amistad, la diversión, el evangelismo o las misiones. Pero también podemos ser testigos de que existan grupos que se formen sobre bases negativas como la generación de actos violentos.

En ellos podemos observar que se jactan de generar cosas en los demás, que no siempre son buenas, como también disfrutan de producir discriminación e incomodidad. Son excluyentes y no permiten que alguien entre fácilmente sin pagar un derecho de piso.

Es en este punto que deseo detenerme para que veamos un concepto importante, el del Espacio de la Posibilidad de Violencia. ¿Qué es esto? Lo explicaré de manera concreta.

Todo acto de violencia generado de manera masiva por grupos de propósitos dañinos, existen por la presencia de Espacios de Posibilidad de Violencia (EPV), es decir que no existen porque sí, sino porque pueden existir, porque se les permite su existencia. Vemos los tres componentes que constituyen el Espacio de Posibilidad de Violencia (EPV):

  • a. El liderazgo
  • b. El violento o el que lidera el grupo violento.
  • c. La victima.
  • d. El contexto.

Por encima de todo está el liderazgo que, si es efectivo, puede tener influencia sobre los EPV, es el punto (a), luego por debajo del liderazgo se levanta un liderazgo negativo del que genera la construcción de los grupos de violencia, que sería el espacio (b) y por debajo de estos están, el espacio (c) la víctima y algo muy importante, el contexto (d).

Un liderazgo (a) negligente o ingenuo permite la existencia de los EPV y del accionar silencioso de los lideres negativos (b) sobre las victimas (c) y sobre todo permitiendo su existencia y campo de acción por medio de un contexto especifico. ¿A qué me refiero con esto? No existen los EPV sin que se les permita su existencia, este es el contexto facilitador. Si en nuestras comunidades de fe, permitimos los apodos despectivos, las bromas subidas de tono, la falta de respeto o la competencia, estamos generando un contexto que facilita a los EPV. El bullying existe entonces porque se lo permitimos con nuestras acciones u omisiones. ¡Debemos tener siempre en cuenta esto!

Los EPV son entonces acciones que esconden una deliberada intención de agredir, por eso definiremos al bullying como un ataque sistemático y masivo, esa es la primera pata, posibilitados por los EPV tanto en el ámbito educacional de las escuelas o colegios como en las comunidades de fe o barrios. Pero no sólo debe ser un ataque sistemático y masivo, sino que también tiene que estar compuesto por acciones concretas de acoso y agresión.

¿QUÉ DIFERENCIA EXISTE ENTRE EL ACOSO Y LA AGRESIÓN?

Acoso es toda acción directa o indirecta, aún sutil y sin pruebas que genere incomodidad e inestabilidad en alguien que se dé con cierta periodicidad. En el ámbito de la escuela o aun la familia pueden observarse situaciones de acoso cuando alguien continuamente tiene problemas con lo que otro hace o dice y siempre el foco es la misma persona o lo que hace esa persona se tiende a hacer más visible o generar menor tolerancia que lo que hacen otras. Hoy en las redes sociales es muy fácil encontrarlo y también hasta en las actividades de las iglesias podemos encontrar la presencia de acoso. Debemos estar atentos a este tipo de conductas para combatirlas y denunciarlas.

Y llamaremos agresión a todo acto que tiene la intención de generar daño, en cualquiera de sus formas. Aclaremos que este daño producido no debe ser accidental sino deliberado o deseado. Acoso y agresión es la segunda pata, vayamos por la tercera.

¿Y por qué decimos que debe realizarse sobre alguien indefenso?

Estas acciones son desmedidas porque no son correspondidas, sino que se viven injustamente sin reacción, de manera pasiva. Es decir, que, si dos personas que se viven peleando y discutiendo reaccionan frente a este malestar, estas dos personas presentan conductas activas. En estas circunstancias, hay reacción y por ende respuesta, en el bullying el acosador o acosadora y maltratador o maltratadora, producen que la persona no se defienda, lo paraliza.

El agresor es activo con su maltrato y el que recibe el ataque es pasivo porque prácticamente no se defiende. Las tres patas sobresalientes del bullying hacen que sea tan maligno y a la vez tan importante detectarlo:

  • Ataque sistemático y masivo.
  • Mediante acciones de acoso y/o agresión.
  • Sobre alguien indefenso.

Extracto del libro Bullying

Por Adrian Intrieri

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