Historia de Vida
Gabriela es una joven de 25 años que proviene de un hogar cristiano y siempre ha participado en la vida de la iglesia. Ella asiste a una iglesia pentecostal de su barrio. Hace dos años se casó con Carlos, quien tiene 28 años y es un joven líder de la iglesia. Carlos se hizo evangélico cuando tenía 22 años y vivía agradecido a Dios por haberlo librado de una vida licenciosa y sin sentido.
Gabriela y Carlos se casaron con muchas ilusiones y amor, con la esperanza de ser muy felices sirviendo en la iglesia y ayudando a su comunidad. Ella quedó embarazada y ambos estuvieron desbordando de alegría. Pero cuando fueron al hospital para el control médico, los análisis arrojaron un resultado que nunca imaginaron: Gabriela portaba el hiv. Carlos también era portador. De un momento a otro el mundo se vino abajo y sentían que toda su vida se diluía en la nada.
Gabriela, en medio de su dolor profundo y entre llantos inconsolables, se preguntaba: “¿Por qué a mí? ¿Qué hice yo, Señor, para merecer esto? Dios, ¿por qué me destruyes y por qué me abandonas así? ¿Qué pecado he cometido, Señor? ¡No es justo, Dios!…”.
Carlos, destrozado, sintiéndose culpable de esta situación y viéndose como el hombre más ruin del universo, tenía clavada en la mente estos pensamientos: “Dios, tú me perdonaste, tú me hiciste una nueva criatura, y te estoy sirviendo, Señor… ¿Por qué ahora nos ha venido esta desgracia? ¿Es real tu perdón? ¿Por qué a Gabriela? ¿Esto es una maldición por mis pecados pasados, o por los pecados de nuestros padres, abuelos o algún antepasado? ¿Por qué nos castigas así, Señor?”.

En la iglesia, el pastor había enseñado que el sida era una peste, una maldición de Dios por nuestros pecados. Que el sida sólo le daba a la gente homosexual, a las prostitutas y a los enfermos sexuales. Que así como sucedió con los de Sodoma y Gomorra, el sida era el juicio de Dios para destruir a los más perversos y pecadores.

Tiempo de Conversar

  • Si el hiv-sida es el juicio de Dios por nuestros pecados, ¿qué hizo Gabriela para adquirir el hiv? ¿Cuál fue su pecado para merecer este juicio de Dios?
  • ¿Cómo aconsejaríamos a Gabriela?
  • ¿Qué pensamos respecto a las ideas de Carlos?
  • ¿Cómo aconsejaríamos a Carlos?
  • ¿Qué le diríamos al pastor de la iglesia?

¿Qué dice la Biblia?
Lee Juan 9.1–7.

  • Cuando los discípulos preguntan, “¿quién pecó?”, están reflejando la comprensión que ellos tienen respecto a las enfermedades. ¿En qué consiste esta comprensión? (v. 1–2)
  • ¿Por qué Jesús no acepta la comprensión de sus discípulos? ¿Será que Jesús percibe la enfermedad como una oportunidad para expresar el amor y la gracia de Dios? (v. 3)
  • ¿Qué afirmaciones de Jesús nos dan a entender que Él fue llamado para realizar la obra de Dios? (v. 4)
  • ¿De qué manera Jesús nos dice que Él está comprometido para obrar en el tiempo oportuno de Dios? (v. 4)
  • Para Jesús, el mundo es el mundo de Dios. ¿Qué implicancias tiene para nosotros mirar al mundo como Jesús lo percibía? (v. 5)
  • ¿Qué afirmaciones del texto nos dan a entender que la misión de Jesús es transformar al mundo? (v. 5)
  • ¿Qué elementos del texto nos dan a entender que en Jesús hay coherencia entre su conocimiento y su práctica? (v. 6)
  • En la práctica de Jesús ¿de qué manera se incorpora la dinámica del poder de Dios y el poder del conocimiento humano (fe y ciencia; conciencia y ciencia)?
    (v. 6)
  • ¿Por qué Jesús al conectarse con el hombre, lo hace a través de sus diversos sentidos? (v. 6)
  • ¿Cómo Jesús involucra al hombre en la construcción de su propio futuro? (v.7)

Aplícalo a tu vida

  • ¿Qué pensamos nosotros de la enseñanza que nos dice que las enfermedades son producto del pecado?
  • ¿Qué puedo hacer, en la iglesia local, a favor de las personas que viven con el hiv-sida?
  • ¿Qué puedo hacer entre mis amigos y compañeros de estudio o trabajo a favor de la prevención del vih y el sida?

Para reflexionar
Muchas veces, cuando una persona sufre, los que estamos a su alrededor tratamos de definir si esta persona ha hecho algo para merecer tal sufrimiento. Si percibimos responsabilidad y culpabilidad entonces nos elevamos a la condición de jueces y emitimos un veredicto de lo justo de su padecimiento. Por tanto el sufrimiento se interpreta como el castigo divino justo por su desobediencia y lo único que queda por hacer es mostrar su sufrimiento como un disuasivo para que otros no sigan su ejemplo. Jesús en cambio se resiste a relacionarse con los hombres a partir de la lógica del merecimiento —darle a cada uno lo que merece — sino se relaciona a partir de la lógica de la misericordia —darle a cada uno lo que necesita independientemente de que lo merezca o no—. Al pensar en el desafío del sida no debemos estar centrados en cómo una persona adquirió el virus sino en las tremendas necesidades que estas personas experimentan, cómo podemos comprometernos en las tareas preventivas, curativas y pastorales, pero sobre todo cómo hacer que la enfermedad se torne en una oportunidad para que la gloria de Dios se manifieste.

Extracto del libro “La Juventud Frente a los Desafíos Contemporáneos”

Por Alex Chiang

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