No es «conseguir» más jóvenes como si fueran clientes de una tienda. Cambia ese «conseguir más jóvenes» por un «amar más jóvenes», y realmente atraerás multitudes. Desarrolla un corazón de verdadero servidor y rápidamente serás amado.
Constantemente le digo a gerentes de empresas: «Si quieres un vistazo a las fuerzas internas que mueven una organización, solo tienes que observar sus métodos y escuchar sus palabras, especialmente cuando no están poniendo atención».
Ahora bien, te preguntarás qué tiene que ver esto con ser un líder de jóvenes. Te explicaré.
Las palabras y los métodos revelan motivos; razones por las cuales hacemos las cosas. Préstale mucha atención a una persona y escucharás el latido de su corazón. Haz lo que hace y te convertirás en lo que esa persona es. Entonces, cuídate de quién tomas consejo. Al mismo tiempo, recuerda que tus jóvenes te están escuchando (escuchan tu corazón), imitando y convirtiéndose en alguien como tú. Ten cuidado de los consejos que das, porque vidas jóvenes están adoptando tus palabras y métodos.
No puedes utilizar las herramientas de alguien más sin poner tus manos donde otras ya han estado. Si deseas los resultados de alguien, si adoptas sus métodos, harás tuyos sus valores. Igual pasará con tus jóvenes: ellos no pueden utilizar tus herramientas sin poner sus manos donde tú las has puesto. Si desean tus resultados y quieren adoptan tus métodos, adquirirán por ende tus valores.
Nuestro quehacer eclesiástico en Latinoamérica ha tenido una influencia muy poderosa del mercadeo en los últimos quince años. Esta ciencia tiene muchos conceptos de guerra y conquista. Las palabras más comunes allí son «target» y «objetivo», y se han filtrado en el lenguaje de la iglesia y del trabajo juvenil. En ese sentido, ¿no crees que son términos extraños para una organización cuya meta es atraer y servir?
CAMBIEMOS ESTAS PALABRAS Y VEAMOS CÓMO AFECTA AL CORAZÓN
En lugar de preguntarnos: ¿cuál es mi grupo «target»?, por qué no mejor: ¿a quién queremos atraer? En lugar de preguntarnos: ¿qué ciudad queremos conquistar?, preguntémonos mejor: ¿a quién queremos servir? Prepárate para reacciones diferentes y reveladoras a estas nuevas preguntas porque, al cambiar tus palabras, cambiarán tus métodos; y estos últimos afectan profundamente a tus jóvenes, especialmente porque ahora no los querrás «conquistar» sino «servirles».
No es «conseguir» mas jóvenes como si fueran clientes de una tienda. Cambia ese «conseguir más jóvenes» por un «amar mas jóvenes», y realmente atraerás multitudes. Desarrolla un corazón de verdadero servidor y rápidamente serás amado. El mundo está lleno de amos, pero poco de servidores.
Al margen de lo dicho, no soy el primero en ver cómo las palabras y acciones revelan el corazón. Lucas nos habla de una mañana hace más de dos mil años en la que Jesús caminaba por el pasto aún húmedo de roció. Sus acciones revelaron su corazón, lo que permitió que empezara por las doce personas que escogió para que lo acompañaran en sus tres años de aventura. El hecho de que ninguno de sus discípulos fuera «un gran líder» indica que no estaba pensando en medir todo por «cantidad» de asistencia. «Ministerio» era más como un verbo en esos días.
Posteriormente vemos el pasaje popular en donde Jesús le lava los pies a sus amigos: «¿Entienden lo que he hecho por ustedes?… Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes» (Juan 13:12,15).
Consciente o inconscientemente todos seguimos a un héroe. Tus jóvenes no son diferentes. Nosotros moldeamos nuestras acciones y medimos nuestro éxito de acuerdo a los valores de la persona que seguimos, de modo que ellos seguirán ese ejemplo.
Ahora pregúntate: ¿estás conciente del ejemplo que estás siguiendo y del ejemplo que tus jóvenes están siguiendo de ti?
Mientras piensas en esto, busca calladamente entre tus acciones diarias. Escúchate hablar, y encontrarás tus motivos. Sigue preguntándote: ¿por qué trabajo con jóvenes?, ¿cuáles son mis valores?, ¿qué les estoy modelando?, ¿qué palabras y conceptos uso para describir lo que quiero lograr en mi ministerio?, ¿la palabra «ministerio» es un verbo o algo más para mí?
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