TIEMPO DE LECTURA: 15 MIN.
Aquel que cree estar terminado, está terminado. Cuan cierto. Aquellos que creen haber llegado han perdido su camino. Aquellos que creen haber alcanzado su meta, la han perdido. —Henri Nouwen
Si el blanco final del ministerio juvenil puede ser resumido en acompañar a cada joven que tengamos el privilegio de ministrar a la madurez en Cristo (Colosenses 1:28) es clave que el liderazgo esté preparado para dar participación, involucra- miente y protagonismo a esta generación.
La gran cuestión es que nos enfrentamos a tres desafíos: El primero es que no todos los jóvenes son igual de maduros. La chica de trece y la de veintidós están en dos etapas completamente diferentes. Obviamente la manera de atraerlas, involucrarlas y movilizarlas no es igual. El segundo desafío es que no todos los líderes tenemos estilos ¡guales. Por eso no nos sirve que cuando se reflexiona o se escribe acerca de liderazgo juvenil no se tengan en cuenta nuestras diferencias de personalidad, dones y talentos. Hay diferentes maneras de ejercitar la influencia apropiada. El tercer desafío es que en la iglesia perdura una leyenda que complica los dos desafíos anteriores. Se trata de la leyenda del llanero solitario: el superpredicador que vaga solo y arregla todo detrás de un púlpito. Las iglesias suelen «creer» que hay un solo estilo de liderazgo efectivo y en este capítulo vamos a quebrar la leyenda.
Los niveles de predisposición en los adolescentes y jóvenes
Te invito a que llamemos al nivel de madurez: nivel de predisposición.
No se puede pretender que un adolescente se comporte y se exprese como un adulto. No todos los jóvenes están en el mismo nivel de maduración y la maduración tiene que ver con la resolución de las necesidades mencionadas en los capítulos anteriores. A medida que los jóvenes van respondiendo a las necesidades que mencionamos en el capítulo 3, va cambiando su nivel de maduración y por ende su nivel de «predisposición» para ser un seguidor protagonista dentro del ministerio juvenil. Tres autores grandemente reconocidos dentro del ambiente de la administración de empresas, Hersey, Blanchard y Johnson definen la predisposición como «la medida en que un seguidor demuestra la habilidad y el deseo de cumplir una tarea específica».
En sentido amplio, la tarea deseada en el caso del ministerio juvenil puede ser definida por la realización de los propósitos.
Me gusta la categorización que hacen los mismos autores acerca del nivel de predisposición. Según su modelo los componentes principales de la predisposición son la «habilidad» y la «disposición». Teniendo en cuenta las características del ministerio juvenil también vamos a agregar la «madurez”
Ahora vamos a ser un poco técnicos y vamos a seguir diversos esquemas y cuadros que nos van a ayudar a completar la figura que compartimos en el capítulo 1. Sé que algunos de ustedes se van a entusiasmar con esto y otros no tanto, pero te prometo que siguiéndolos con atención vas a descubrir cómo estas ideas pueden tener un impacto poderoso en tu ministerio.
El siguiente cuadro es una adaptación personal de los cuatro niveles de predisposición propuestos por estos autores:
(CONTINÚA UN POCO MÁS. DALE CLICK ABAJO EN PÁGINAS.)