- Mantén una buena relación con tu pastor. Si quieres tener un buen ministerio de jóvenes, necesitas el apoyo de tu pastor; así que llévatela bien con él. Tres ideas rápidas para que esto funcione: primera, invítalo a comer una vez al mes o cada vez que puedas; segunda, no olvides su cumpleaños y regálale algo que le sirva y le guste (todos en mi iglesia le regalamos a nuestros pastores, de aniversario, una semana en un buen hotel de la ciudad. También una gran tarjeta. En mi nota le escribí: «¡Sexo, Sexo, Sexo!… disfruta el tiempo con tu esposa. Gracias por todo tu trabajo». Regresaron de verdad renovados)-, y tercera, pídele a tus chicos que tomen nota cuando enseña. Si él se da cuenta que ellos lo hacen, esto ayudará a construir tu credibilidad hacia él.
- Mantén una buena relación con los padres de tus chicos. Seguro a todos nos ha tocado lidiar con el dolor de cabeza de padres que contradicen todo lo que hacemos en nuestro ministerio. En algunos casos es tan compleja la situación que ciertas madres les regalan pildoras anticonceptivas a sus hijas y los padres, preservativos a sus hijos. No podemos hacer bien nuestro trabajo si no invertimos en los padres. Sería como nadar contra la corriente. Por eso, considera estos tres consejos: primero, asegúrate de entregarles un calendario trimestral de todo lo que harás y por qué; segundo, invierte en equipar una biblioteca para padres; y tercero, busca cualquier oportunidad para conocerles personalmente.
- Mantén una buena relación con tus chicos. Si entendemos que los jóvenes necesitan recibir y dar amor, te recomiendo tres cosas prácticas.
- Primero: trabaja fuerte para desarrollar una atmósfera en tu grupo juvenil en la que se puedan dar las amistades sin que existan los apodos malintencionados o la incomodidad de burlas y bullas cuando algún chico quiere iniciar una amistad con una chica o viceversa (lo que quiero decir es que conozco grupos juveniles en donde he escuchado comentarios de muy mala intención que desaniman y destruyen la autoimagen de los chicos. También comparaciones deprimentes, aun insultos y bromas que te hieren a los demás). Asimismo, tienes la responsabilidad de asegurarte que se hablen cosas que bendigan y den ánimo, debes ser el primero en ver a tus jóvenes como Dios lo hace. Por tal motivo, diles palabras que los conforten e inspiren.
- Segunda: toma por costumbre ‘ escribirles notas, mandarles correos electrónicos, mensajes de texto y mensajes por teléfono a cada uno; agradéceles por estar allí; y diles las cosas buenas que ves en ellos. Prueba la formula de los siete minutos por día o por semana: tómate tres minutos para escribir un correo electrónico, tres minutos para escribir una nota y un minuto para hacer una llamada y dejar un mensaje.
- Tercera: asegúrate de conocer el nombre de cada uno, es decir, invierte tiempo en cada miembro y no solo te enfoques en todos. Recuerda que tu grupo está formado por personas con necesidades individuales.
- Mantén una buena relación con tu comunidad. Este es el lugar en donde más claramente podrás ser sal y luz. Esto requiere de acciones, porque si no desarrollas buenas relaciones con tu comunidad, ¿cómo podrás construir la credibilidad de hablarles del amor de Dios? Conozco ejemplos en los que en vez de ser sal y luz son es un dolor de cabeza a todos sus hermanos: ponen la música a todo volumen, se parquean bloqueando el paso a los demás… Ahora bien, muchas de estas cosas a veces las haces sin intención, por lo que creo que no se molestarían en pedirte que las corrigieras si tuvieras buenas relaciones con ellos. En este sentido, permíteme sugerirte tres cosas.
- Primera: organiza un proyecto de servicio en el que toda la iglesia salga a limpiar sus alrededores, su parque, o pinten alguna locación que lo necesite. La idea es buscar oportunidades en las que podamos servir.
- Segunda: promueve un proyecto ambiental en tu barrio, es decir, que todos salgan a sembrar árboles o flores en algún lugar visible.
- Tercera: emprende un proyecto social en el que puedan identificar familias con necesidades apremiantes (no necesariamente tienen que ser de tu iglesia) para que las puedan suplir (comida o regalos cuando llegue Navidad).
Finalmente, creo que puedes hacer muchas cosas más que beneficien a tu comunidad, a tus chicos, a sus padres y a tus pastores. No obstante, lo importante es que entiendas que si la clave del negocio de bienes raíces es el lugar, lugar, lugar; en el ministerio juvenil son las relaciones, relaciones, relaciones. En este sentido, ninguna relación funcionará al ciento por ciento si tu relación más importante no está en orden. ¿A qué me refiero? Bueno, a tu relación con Dios. Ahora bien, ¿estás invirtiendo tiempo suficiente para conocerle a través de su Palabra? Recuerda que la base para impactar a otros es que tengas una buena relación con el Señor. En resumen, el sustento de un fructífero ministerio de jóvenes es que tengas unas buenas relaciones verticales (con Dios) y horizontales (con los demás).
Extracto de «Consejos desde el Frente» por Jeffrey De León
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