La razón por la cual a veces no sabemos si debemos hacer algo simplemente porque nos gusta es porque hemos dejado de considerar y obedecer los principios bíblicos de Dios como la guía sobre la cual decidir.

El mundo proclama una libertad peligrosa. Comúnmente entendemos por «libre» una persona capaz de dirigir su conducta y, por lo tanto, es responsable de ella. Pero ya hemos visto que cuando las personas dirigen su propia conducta sin tomar como guía los principios bíblicos y la guía de Dios, esta libertad puede llegar a esclavizar y conducir a decisiones equivocadas y consecuencias desagradables.

Algunos de ustedes dicen: ‘Yo soy libre de hacer lo que quiera. ¡Claro que sí! Pero no todo lo que uno quiere, conviene; ni todo fortalece la vida cristiana (1º Corintios 10.23).

Cada uno es libre de elegir. Pero la Biblia afirma que la libertad mal usada nos conduce al error. Porque todo lo que hacemos y que no está de acuerdo con los mandatos de Dios nos aleja de él, nos contamina y trae malas consecuencias para nosotros y para quienes nos rodean.

Algunas declaraciones engañosas y peligrosas:

  • Cada uno es libre de hacer lo que quiere.
  • Debes hacer lo que te haga feliz.
  • Si tengo ganas y me beneficia lo hago, sino no.
  • Solo hacelo.
  • Yo sigo el camino de mi corazón y hago lo que siento.
  • Vos tenés tu verdad y yo tengo mi verdad.
  • Nadie puede estar absolutamente seguro de poseer la verdad.
  • Haz lo que te indique tu corazón.
  • Desafía tus límites.
  • ¡Eres libre!
  • Vive el presente, sé feliz.

Pero Dios dice: Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres (Juan 8.32). Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto (Romanos 12.2).

1. Obedecer los Mandatos de Dios no es Tarea Sencilla.

Definitivamente no es fácil obedecer a Dios, implica renunciar a muchas cosas que todo el mundo define como «normales». Es decir NO a una puerta por la que todos entran, que a simple vista parece «buena», pero que Dios dice que NO es lo mejor.

Es muy fácil andar por el camino que lleva a la perdición, porque es un camino ancho. ¡Y mucha gente va por ese camino! Pero es muy difícil andar por el camino que lleva a la vida, porque es un camino muy angosto. Por eso, son muy pocos los que lo encuentran (Mateo 7.13-14).

2. Obedecer los Principios de Dios Nos Protege.

No podés caer en la trampa de decir que los principios de Dios son buenos y verdaderos porque te hacen sentir bien y te proporciona placer obedecerlos. Dios NO dice que seguir sus mandamientos nos va a recompensar inmediatamente, pero lo que sí dice es que no te vas a equivocar.

Dios nos protege del mal. Es un Dios justo y fiel, que siempre actúa con justicia (Deuteronomio 32.4).

3. Obedecer los Principios de Dios Nos da Paz Interior.

Aquel que obedece a Dios encuentra tranquilidad y paz porque Dios está trabajando en su vida. Y no se disfruta menos por ello. No se trata de evitar ciertas consecuencias negativas, se trata de aprovechar la máxima expresión de lo que Dios quiere hacer en tu vida.

Los que aman tu palabra disfrutan de mucha paz y no sufren ningún tropiezo (Salmo 119.165)

Dios nos da verdadera libertad.

Extracto del libro “Si Te Gusta ¡Hacelo! ¿Podés Vivir Así?

Por Sociedad Bíblica Argentina

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