Pasaje clave: Lucas 4:2-13.

¿Es normal sentirme tentado, pero ¡muy tentado!?

¿Y existe alguna manera de mantenerte firme ante ellas? ¡¿Cuál es!? ¡¿Cuál es?!

¿Las permite Dios para enseñarme algo o las prepara Satanás para tumbarme?

¿Y si me dejo llevar, qué problema hay?

Vamos por parte.

Las tentaciones siempre vienen de Satanás (Lc.4:2, 13, 1º Tes.3:5). Dios permite que Él te tiente, pero no las provoca. Recuerda, Dios no es un papá malintencionado. Dios no es contradictorio. Él quiere la santidad en tu vida, por lo tanto no hará nada que te empuje al pecado. ¡Y las tentaciones, por más seductoras que sean, tienen el propósito de hacerte pecar! Por lo tanto, no provienen de Dios.

Pero, además, las tentaciones tienen otros propósitos: debilitar tu fe, alejarte del amor Dios, robarte sus bendiciones y, finalmente, destruir el propósito de Dios para tu vida. ¿Sientes que algunas de estas cosas están sucediendo actualmente en tu vida? Si es así ¿a qué tentaciones estás cediendo?

Ser tentado es inevitable, pero ceder a la tentación es evitable. Tentaciones sexuales, de odio, de rencor, de frialdad, de egoísmo, de mentiras, de robo, de abuso, de violencia, de dudas acerca de Dios y de su Palabra, etc., llegarán a tu vida, en mayor o menor medida. Esto es inevitable. Pero ser vencido por ellas, es evitable.

Por otro lado, muchas veces vos mismo te metes “en la boca del lobo” y te expones abiertamente a todo tipo de tentaciones. Tenés que identificar claramente los lugares, las personas, las cosas y los medios que te incitan a pecar y tomar la decisión de huir de ellos.

Si sabes que determinadas personas, sexualmente hablando, te excitan mucho, entonces “usá la cabeza” y mantenete alejado de ellas. Si sabes que ir a ciertos lugares, o estar con determinadas personas, te llevará a fumar, tomar, robar o actuar violentamente… ¡no vayas! Satanás hará todo lo que esté a su alcance para tentarte y hacerte pecar.

Vencer la tentación es una decisión personal. Y Jesús nos dejó el secreto para hacerlo: Proclamar contra Satanás y sus demonios la Palabra de Dios (Mt.4:4, 7, 10). Jesús no titubeo. Jesús no dudó. Jesús no se dejó seducir. Jesús enfrentó las tentaciones con firmeza y determinación: “Escrito está…”.

Cuando Satanás se acerque a tentarte, repréndelo en el nombre de Jesús con las verdades de Dios.

“Apártate de mí Satanás, porque está escrito que…”.

“Fuera, porque dice la Palabra de Dios…”.

No le tengas miedo a las tentaciones, porque cada tentación vencida te hará más fuerte. Cada tentación frente a la que te plantes y le digas ¡NO! en el nombre de Jesús te fortalecerá. No te dejes conquistar.

Y recuerda: Todo lo que no conquistes, te conquistará y serás un esclavo de eso. Por lo tanto, sé tú el conquistador y ¡no te dejes conquistar por nada! Piénsalo.

Por Edgardo Tosoni

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí