«Para que comprobéis la voluntad de Dios» (Ro.12.2)
Siguiendo con el tema de la voluntad de Dios me gustaría desmitificar algunas cosas que oigo de forma constante en la iglesia y que pienso que no son nada bíblicas. Veo cómo muchos jóvenes, y por desgracia a veces jaleados por sus padres o líderes, hacen afirmaciones tales como: «la voluntad de Dios es que toque en la alabanza», «la voluntad de Dios es que haga esto u otro ministerio», «la voluntad de Dios es que acepte este trabajo o haga esta carrera»… y mil frases más del mismo estilo. Espero que en muchas ocasiones se trate de una forma de hablar más que de un sentimiento real, porque a veces veo tantas voluntades de Dios como personas hay en el mundo.
Sin embargo, si existe UNA voluntad de Dios que se aplica a todas las personas no creo que debería ser tan difícil descubrirla. Si Dios desea que la vivamos no tendría sentido que no la diera a conocer. Ese es nuestro problema, que la ha dado a conocer pero no nos paramos a descubrirla. Me refiero a que en la Biblia parece bastante claro que la voluntad de Dios es que le sigas. No nos llamó a ser pescadores de hombres, sino a seguirle, y luego nos haría pescadores. No nos llamó a ser médicos, sino a seguirle, y luego nos hará médicos. No nos llamó a tocar la batería, la guitarra, el saxo o el piano, sino a seguirle, y luego nos hará músicos.
¿Entiendes la idea? Somos seguidores de Jesús, esa es su voluntad, y si esa es su voluntad, deberíamos quitar de nuestras vidas todas aquellas cosas que nos estorban en ese proceso de seguirle. A veces pensamos que seguirle es hacer esto o lo otro o participar en ciertas actividades, pero seguirle es mucho más. Tiene que ver más con lo que ocurre dentro de nosotros, con la metamorfosis que estamos sufriendo, que con lo que expresamos de forma externa asistiendo a una actividad o participando con nuestro talento. Hay que pensar seriamente si lo que hago lo hago para servir, o para ser servido. Es decir, participo con el objetivo claro de obedecer la voluntad de Dios o participo porque aprendo más, me siento bien, disfruto, se me reconoce o aplaude, gano en popularidad, ligo con la chica/o que me gusta… es decir, para ser servido.
Muchos jóvenes hoy han decidido seguir a la iglesia pero no a Jesús. Así les pasa, que cuando las cosas se tuercen o no van como uno quieren, pues no les queda otra opción que abandonar la iglesia. Esa es la triste realidad de muchos hijos de cristianos, que no siguen a Jesús, no persiguen la voluntad de Dios, persiguen su propia voluntad o deseo.
Extracto del libro “Soy Diferente y Qué”
Por Israel Martorell Alonso
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