«A veces pienso que nadie experimenta la misma necesidad de amor, aceptación e intimidad, que yo tengo.
Aunque les cueste admitirlo delante de sus padres, los adolescentes tienen la necesidad de sentir que pertenecen a algo, que ellos son amados y aceptados. Algunos de ellos sienten esta necesidad profunda y desesperadamente. He aquí como algunos de ellos lo expresan.
Me gustaría que mis padres tuvieran más cuidado de mí, porque cuando me siento mal, parece que ellos no tuvieran ningún interés. Les parece que no es una gran cosa. Pero a veces estoy muy herido por dentro, y no puedo contar con su atención.
En la escuela los adolescentes tienen la necesidad de ser aceptados, de formar parte de algún grupo. A menudo el grupo los presiona para que practiquen sexo, experimenten con drogas o beban alcohol. En ningún lado esta presión es más fuerte que en las relaciones de uno a otro de chicas con muchachos. Una chica desea ser amada y apreciada por su feminidad, y cuando un muchacho que a ella le gusta, o aun ama, la persuade que sólo teniendo relaciones sexuales puede ella probar su cariño, ella a menudo cede a la presión emocional.
Durante los años de la escuela superior, hallé que yo ora algo diferente de las otras chicas, porque todas ellas tenían novio, y estaban teniendo relaciones sexuales con ellos. Deseaba ser como ellas, así que pensé que yo también tenía que hacer lo mismo. Cuando tenía dieciséis años de edad me sentí atraída por un hombre llamado Dan. El era quince años mayor que yo. En nuestra primera y última cita, fuimos a un pequeño café a comer algo. Mientras estábamos allí nos pusimos a conversar. Y cuando la noche avanzó, me encontré de pronto en un bosque cercano haciendo el amor con él. Después de tener sexo con él me sentí libre, y pensé que ya era como mis amigas. Me equivoqué. Aun cuando hice lo que ellas hacían, todavía me siento menos aceptada.
Una razón primordial para tener relaciones sexuales antes del matrimonio, es la de la inseguridad. La gente de todo el mundo sufre de un pobre concepto de sí misma. Ellos desean ser aceptados y apreciados por aquellos entre los cuales viven. El sexo provee algún sentido de seguridad, y el sentimiento de ser aceptados les da la sensación de que son gustados y aceptados.
Volviendo atrás en mi memoria a aquel viernes por la noche cuando por primera vez me entregué, estoy tratando de captar algunos de los sentimientos, presiones y emociones que corrieron por mi mente. Llegamos a cierto punto y el «sí» que salió de mis labios sobrepasó al «no» que silenciosamente pesaba en mi cabeza. Me sentía emocionada con el pensamiento de pertenecer a alguien, y ser finalmente aceptada como madura a los ojos de mis amigas. Después traté de sentirme culpable y avergonzada por lo que había hecho, pero esos sentimientos no afloraron sino hasta meses más tarde. Para entonces yo estaba contenta de ser amada y de ser parte real del grupo.
Los padres necesitan saber que los hijos aprenden de ellos el amor y la aceptación. Si los padres fueran el ejemplo que deben ser, menos hijas estarían agonizando en un hospital, o embarazadas y solas, o en alguna clínica de abortos con una tremenda carga de culpa y temor.
Y pudiera ser, exactamente pudiera ser, que si los padres les dijeran a sus hijos que los aman, y se portaran afectuosamente con ellos, ellos aprenderían a ser amables con otras gentes y serían capaces de tomar las correctas decisiones en cuanto al sexo.
Extracto del libro “Lo Que Deseo Que Mis Padres Sepan Acerca de mi Sexualidad”.
Por Josh McDowell.
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