La pregunta «¿Qué es una familia?” se ha debatido a través de la historia de la humanidad y será el tema de debate de las generaciones futuras. Cada generación reconoce la importancia de la familia y el hecho de que ha cambiado de lo era en las generaciones previas. La naturaleza de la familia es un debate acalorado en nuestra cultura hoy en día que se discute bajo el título político de «valores familiares”.

Nuestro propósito aquí no es entrar a un debate cultural tratando de dar una definición bíblica exhaustiva de lo que es la familia. Nuestra meta es definir la familia de una manera muy diferente, es decir, responder a la pregunta «¿qué es la familia?” de una manera funcional. Lo que realmente nos estamos preguntando es «¿Cuál fue la intención de Dios al crear la familia?” Esto es importante porque nuestra definición funcional de la familia dará forma a nuestras metas para nuestros hijos y nuestras acciones hacia ellos. La pregunta «¿Cuál fue la intención de Dios al crear la familia?” es la base para preguntarnos «¿Qué es lo que Dios quiere que hagamos con nuestros adolescentes?” Nunca tendrás un entendimiento apropiado de tu descripción de labores como padre de adolescente a menos que primero entiendas tu descripción de labores como padre en general…

Es vital que estemos informados, preparados y actuemos bíblicamente.

LA FAMILIA: LA COMUNIDAD PRINCIPAL DE APRENDIZAJE ESTABLECIDA POR DIOS

Jueces 2:6-15 describe una de las situaciones más tristes de toda la Escritura. Es una descripción que proclama la importancia de la familia en lo que Dios está haciendo en la tierra. En este relato se nos dice que la primera generación de Israelitas que crecieron en la Tierra Prometida «no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel” (v.10). Deja que las palabras hagan mella. ¡Deben hacer mella en nosotros! La primera generación de los hijos que crecieron en Palestina no conocía a Dios y no sabían las cosas maravillosas que había hecho para liberar y sostener a su pueblo.

¿Qué ocurrió? ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Cómo es que los hijos de los Israelitas no conocían del Señor? ¿Cómo es que no sabían acerca de las plagas, del Mar Rojo, del Monte Sinaí, del agua de la roca y del maná del cielo? ¿Qué salió mal? ¿Cómo es que los hijos de los israelitas crecieron cómodamente adorando a otros dioses?

¿Será que los profetas de Israel no hicieron bien su trabajo? ¿Será que los sacerdotes fueron negligentes? ¡No! El error no estuvo allí. La falla fundamental fue que la familia falló en hacer lo que Dios quería que hiciera.

Cuando Israel se estaba preparando para entrar a la tierra prometida, Dios separó tiempo para hablar acerca de Su propósito para la familia. Deuteronomio 6 levanta el registro del plan de Dios. Dios dice esto esencialmente: «He diseñado la familia para que sea mi comunidad primaria de aprendizaje. No existe un mejor contexto para enseñar las verdades que necesitan ser enseñadas para que la gente viva de la manera como debe vivir” Dios dice, «Ustedes viven con sus hijos. Están allí cuando se acuestan, están allí cuando se levantan. Están allí durante los muchos días de la vida de sus hijos. Enséñenle a sus hijos; la familia es su salón de clases”.

Los padres tienen oportunidades únicas de instruir a sus hijos, oportunidades que nadie más tiene, porque los padres viven con ellos. Dios nos ordena que saquemos el mayor provecho de las oportunidades. Capitaliza la pregunta de investigación que se hace justo cuando estás acostando a tu hijo en la cama. Aprovecha al máximo la queja matutina que sientes que no tienes tiempo de atender. Pregunta a tu hijo en edad escolar cómo le fue en el día, pero hazlo en la mesa de la cocina a la hora de la merienda para que sea una conversación, y no un saludo rápido cuando el niño entra a la casa. Apaga el radio del automóvil e involúcrate en una plática con tu hijo. La familia es la comunidad primaria de aprendizaje. Los padres tienen una plataforma para instruir que nadie más posee.

Como puedes ver, la familia es diferente radicalmente al salón de clases como escenario de aprendizaje. El salón es un vacío, que está separado de la vida. Al salón vamos a longitudes elaboradas para recrear la vida para poder estudiarla. Pero la vida familiar es la vida misma. En la familia, la vida no sólo es traída hasta nuestra puerta, sino a nuestras cocinas, recámaras y guaridas. En la familia, la vida está ocurriendo a nuestro alrededor, y ruega el ser cuestionada evaluada, interpretada y discutida. No existe un foro más consistente, fértil y dinámico para instruir acerca de la vida que la familia, porque ese es exactamente el diseño de Dios para la familia, que sea una comunidad de aprendizaje.

Dios, el Creador, que reina sobre todas las cosas, en quien están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento, que se revela a sí mismo en el mundo que hizo y en la Palabra que inspiró, ha llamado a los padres para que sean sus maestros principales. Es nuestra responsabilidad asegurarnos que la familia, sin importar que más haga, esté funcionando como una comunidad efectiva de aprendizaje. Esto significa que cada momento de problema, conflicto, duda, pregunta, confusión, dificultad, unidad, división, gozo, tristeza, trabajo, ocio, relación, obediencia, rebelión, esperanza, temor, risa, autoridad, y sumisión que forman los momentos multicolores de la vida familiar, deben ser vistos como momentos de enseñanza. Esto es lo que hace de la familia una herramienta vital para la obra que el Redentor está haciendo en la tierra.

A diferencia del salón de clases, la enseñanza en la familia ocurre espontáneamente. No hay planes de lección, libros de trabajo, o filas de pupitres. Tienes que vivir preparado, con los ojos abiertos. El momento puede venir al estar yendo a la ferretería cuando el niño pequeño pregunta si Dios hizo los postes de teléfono. O puede venir inesperadamente cuando la adolescente murmura en el baño que odia tanto su rostro que le avergüenza salir de la casa. Dios nos llama a tomar las oportunidades y a enseñar, enseñar, enseñar.

LLEGANDO A CONOCER A LOS ESTUDIANTES

Si vas a funcionar como el instrumento de Dios en la vida de tu adolescente, necesitas saber que Dios tiene la intención de que la familia sea su comunidad primaria de aprendizaje, que los padres sean los maestros principales, y que la vida familiar sea el contexto correcto para efectuar la instrucción para la vida. Una vez que has comprendido que eres uno de los maestros de Dios, la siguiente pregunta es «¿Quiénes son mis estudiantes?” No basta con decir que los estudiantes son tus hijos. Necesitamos tener una descripción bíblica acerca de quiénes son esos hijos. Un buen maestro no sólo conoce bien su material, sino también conoce bien a sus estudiantes. Así también ocurre con nosotros como padres. Mientras más preciso sea nuestro entendimiento de nuestros hijos, más exitosos seremos para entender lo que Dios nos llama a hacer.

Extracto del libro Edad de Oportunidad

Por Paul D. Tripp

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