LOS HIJOS SE COMPORTAN DE ACUERDO CON SU CORAZÓN

La mayoría de los padres con los que he trabajado tienen esta meta: lograr que sus hijos hagan lo correcto. Su meta es controlar, dirigir o guiar la conducta de sus hijos. Para ellos, este es el corazón de la educación cristiana de los hijos. Así es que, a Juan, que sacó bajas calificaciones, se le prohíbe ver televisión hasta que sus calificaciones mejoren, y a Sue, que no devolvió la blusa de su hermana después de haberla usado sin permiso, se le dice que no puede pedir prestada la ropa de nadie por seis semanas. ¿Soluciones? Sí, externamente, pero no hay un cambio del corazón.

Necesitamos preguntarnos porqué Sue piensa que es correcto tomar las posesiones de los demás sin permiso y sin un sentido de obligación para devolverlas. ¿Qué hay acerca de la manera en la que ella piensa de sí misma y de los demás que hace esto aceptable para su consciencia? No es suficiente establecer límites de conducta a su alrededor. Nuestra meta es ser usados por Dios para exponer y nutrir los corazones de nuestros hijos para que ellos deseen comportarse de maneras que agraden al Señor.

Superficialmente, el énfasis en el comportamiento parase ser correcto y bíblico. ¿No es acaso importante el comportamiento? ¿Acaso no nos llama Dios a ser santos como él es santo? ¿Acaso no somos llamados a obedecer? La respuesta obvia para cada una de estas preguntas es sí, pero necesitamos decir más. La Escritura no sólo nos llama a obedecer, sino también nos dice qué es lo que controla nuestro comportamiento: el corazón.

Lucas 6:43-45. Como todos nosotros, nuestros hijos se comportan de acuerdo con su corazón. El comportamiento particular del que se habla en Lucas 6 es la comunicación de una persona, pero el principio se aplica a todo comportamiento humano, inclusive el comportamiento de un niño. Los pensamientos y los motivos del corazón dan forma a la manera en la que un niño responde. Si el niño está creyendo que no son ciertas y está deseando lo malo, no hay forma en que pueda hacer lo correcto. Así pues, la meta de la educación de los hijos no es enfocarse en lograr el comportamiento correcto, sino pastorear el corazón de nuestros hijos. Debemos buscar siempre ser usados por Dios para exponer el corazón. ¿Por qué Juan, un adolescente brillante, está sacando bajas calificaciones? Necesitamos darnos cuenta que estas calificaciones son una ventana a los pensamientos y motivos de su corazón. Necesitamos considerar qué deseos del corazón le están llevando a usar el tiempo que necesita para estudiar en cosas de mucha menor importancia. Necesitamos examinar cómo se justifica por su falta de responsabilidad. La respuesta del corazón y el cambio de corazón son nuestro enfoque porque sabemos que lo que controle el corazón controlará la vida.

Permítanme usar la metáfora del árbol, usada por Jesús, para subrayar la importancia de esta verdad para entender nuestra labor con nuestros adolescentes. Imaginemos que tengo un manzano grande en mi casa y que cada año produce manzanas. Pero justamente cuando las manzanas están listas para ser cosechadas, se pudren y caen al suelo… Así que pienso y tengo una idea. Le digo a mi esposa que voy a arreglar nuestro árbol y que me iré por una hora para recoger las cosas que necesitaré. Al rato regreso al patio trayendo una escalera, unas tijeras para cortar ramas, una engrapadora industrial, y dos canastas de manzanas. Con mucho cuidado corto las manzanas podridas del árbol y le engrapo manzanas rojas deliciosas. Con mucho deleite por haber resuelto el problema, llamo a mi esposa para ver el árbol.

¿Es esto ridículo? ¡Sí! Es ridículo porque no he resuelto el problema. El problema era más que un problema con los frutos. Hay algo que fundamentalmente está mal con el árbol en sí que necesita ser cambiado, inclusive al nivel de las raíces. He cambiado fruto malo por fruto bueno, pero el árbol en sí mismo no es capaz de producir frutos saludables. Lo que, es más, el fruto que artificialmente adherí al árbol no puede durar porque no tiene nada que le dé vida, no tiene raíces saludables que puedan alimentarlo.

Estoy convencido que mucho de lo que hemos llamado educación de los hijos cristiana no es más que «engrapar frutos”. Es un intento artificial de reemplazar un fruto por otro. Se enfoca sólo en maneras de cambiar el comportamiento. No tiene hambre de conocer y pastorear los corazones de nuestros hijos. La escuela de educación que dice «el pecado es malo, no lo hagas” se olvida que el pecado no sólo es un asunto de conducta, sino también es un asunto de pensamientos y motivos del corazón. Falla en reconocer que, si el corazón no cambia, cualquier cambio de comportamiento será temporal y cosmético, porque no estará ligado a la raíz en el corazón.

Cristo reconoció esto cuando habló de la naturaleza del adulterio en el sermón del monte, registrado en Mateo 5:27-28. Cristo le dio a los pensamientos y los deseos el valor moral de las acciones cuando declaró que el adulterio no sólo es el acto sexual físico de infidelidad, sino que incluye también los deseos del corazón. Cristo puso los límites no al nivel de la conducta, sino al nivel del corazón. Como padres debemos hacer lo mismo. Nuestra meta suprema es que Dios rija, efectiva y funcionalmente, los corazones de nuestros hijos. En cada encuentro paternal estamos obrando como sus instrumentos para hacer que esto suceda. No podemos estar satisfechos con controlar la conducta.

El padre exitoso entiende que la familia es la comunidad primaria de aprendizaje. Ha sido colocada singularmente por Dios para comunicar la verdad de una manera consistente y efectiva. Los padres son los maestros principales de Dios. Si quieres hacer bien tu trabajo asignado por Dios, entonces debes conocer a tus estudiantes, es decir, a tus hijos. Debes tomar con seriedad la descripción bíblica de tus hijos y buscar entender cómo esa descripción forja la manera en la que te acercas a tu labor educativa…

Reconocemos que la familia provee el contexto más consistente e integral para enseñar a los hijos una perspectiva de la vida distintivamente bíblica. Como padres debemos entender las implicaciones de aceptar nuestros papeles como los educadores principales de Dios. Pero… cuando se burlan de Joey por sus tenis anticuados, ¿cómo vuelves esto un momento de enseñanza? Cuando Sara dice a las 9:45 PM que necesita un marco de madera para un proyecto que debe entregar al día siguiente, ¿cómo aprovechar al máximo esta oportunidad de enseñanza? Cuando Josh se detiene enfrente de la puerta abierta de un refrigerador bien surtido y dice que no hay nada para comer, ¿cómo capitalizar ese momento? Cuando Pete entra con el cabello color verde que acaba teñirse con gelatina de limón en la casa de un amigo, ¿qué verdades debes enseñar?

Estoy convencido que nos perdemos estos momentos dinámicos porque no sabemos qué decir… De esta manera, de una manera torpe proferimos pasajes bíblicos fuera de contexto a nuestros hijos con la esperanza de que, de alguna manera, serán motivados a hacer lo que es correcto. Sin embargo, existen tres temas fundamentales que están de alguna manera en toda situación humana. La Biblia tiene mucho que decir acerca ellos, y esto temas deben formar el contenido de nuestras interacciones de enseñanza con nuestros hijos.

Extracto del libro Edad de Oportunidad

Por Paul D. Tripp

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