Si es que vamos a ser efectivos para Cristo en las vidas de nuestros adolescentes, es importante ser honestos acerca de nuestros propios ídolos – los lugares en los que nosotros tendemos a intercambiar la adoración y servicio del Creador por la adoración y el servicio de las cosas creadas., Muy a menudo, cuando buscamos entender las luchas de la adolescencia, sólo vemos al adolescente y sus problemas. En realidad, es tiempo que demos una mirada al interior y nos preguntemos, “¿Qué rige realmente nuestroscorazones?” Ahora bien, seguramente, todo padre cristiano daría espontáneamente la respuesta teológica correcta. Somos hijos de Dios. Él es quien rige nuestros corazones. ¿O no es así? Esto no se trata de dar una afirmación teológica, sino de hablar de nuestra adoración de todos los días. A la hora de la hora – en la recámara, la sala, la cocina y los pasillos de la vida – ¿qué controla realmente nuestros corazones?

COMIENZA CON TU CORAZÓN

Es una pérdida de tiempo para nosotros como padres pensar acerca de estrategias de educación para nuestros adolescentes sin antes examinarnos primero. Si nuestros corazones están controlados por algo distinto a Dios, no veremos cómo oportunidades las oportunidades de oro de los años de adolescencia. En vez de eso, serán un torrente continuo de conflictos irritantes traídos por una persona increíblemente egocéntrica que ni niño ni adulto, pero que tiene la horrorosa habilidad de volver caóticos aun los momentos más importantes de nuestras vidas. El cinismo de nuestra cultura hacia los adolescentes no sólo revela algo que son los adolescentes, sino también revela lo que nosotros como padres estamos sirviendo. Nuestros corazones nos ciegan a las oportunidades a nuestro alrededor durante los años de la adolescencia.

Hay un principio importante que se enseña por toda la Escritura, pero que se enuncia más claramente en Ezequiel 14:4. Permítanme decir este pasaje con mis propias palabras. Los líderes de Israel han venido a Dios para escuchar su palabra para ellos, pero al venir, Dios reconoce que sus corazones han sido capturados por los ídolos. Así que, Dios dice: “Puesto que hay ídolos en sus corazones, la única cosa en la que estoy interesado en hablar es acerca de su idolatría”. ¿Por qué? Hay una pequeña frase que nos da la clave. Dios dice que cuando una persona pone un ídolo en su corazón, también establece “el tropiezo de su maldad delante de su rostro”. El principio revelado aquí es el principio de la influencia ineludible. Aquello que controla mi corazón, controlará mi vida. Un ídolo de mi corazón siempre pondrá un tropiezo delante de mi rostro.

Imagina que colocas tu mano enfrente de tu rostro con los dedos a penas separados. Cuando intentas mirar a través de tus dedos, tu visión se ve obstruida. Mientras tu mano esté enfrente de tu rostro, no importa vuelvas la mirada, tu visión será alterada por tus dedos. Así ocurre también con un ídolo de mi corazón. Ejerce influencia inevitable sobre mi vida. A donde vaya, haga lo que haga, el ídolo influirá en lo que hago y cómo lo hago. Por esta razón Dios dice, “No tiene sentido hablar acerca de otra cosa, porque cualquier cosa que diga, de algún modo, será usado para servir al ídolo que rige tu corazón. Por lo tanto, quiero lidiar con tu idolatría. Esa es mi prioridad”.

No podemos pasar por alto este asunto central. Estoy profundamente persuadido que nuestros ídolos han causado que veamos las oportunidades como pruebas, y causan que respondamos a nuestros adolescentes con palabras amargas de juicio, acusación y condenación, comportándonos hacia ellos con intolerancia y enojo. Mientras Dios nos llama a amar, aceptar, perdonar y servir, apenas somos capaces de ser amables.

Consideremos algunos ídolos paternos típicos y la manera en la que éstos dan forma a las respuestas a nuestros adolescentes.

EL ÍDOLO DE LA COMODIDAD

En lo secreto de nuestros corazones, muchos de nosotros deseamos que nuestra vida sea un centro vacacional. Un centro vacacional es un lugar en el que tú eres el que es servido. Tus necesidades son primero, y sólo haces lo que quieres hacer cuando quieres hacerlo. Las únicas demandas con las que lidias son las que tú mismo te impones. En un centro vacacional, vives con un sentimiento de que tienes derechos. Has pagado, y tienes el derecho de esperar ciertas cosas. Me temo que muchos de nosotros vivimos para la comodidad y traemos esta mentalidad cuando educamos a nuestros hijos. Pensamos que tenemos el derecho de tener calma, armonía, paz, y respeto, y respondemos con enojo cuando no lo obtenemos.

La Escritura nos advierte que la vida dista mucho de ser como un centro vacacional. La vida es una guerra. Esto queda claramente demostrado en los años de la adolescencia. Les he dicho muchas veces a mis adolescentes cuando salen de casa: “Allá afuera hay una guerra; se pelea en el campo de tu corazón. El objetivo de la pelea es ganar el control de tu alma”. El tumulto, caos y desasosiego de la adolescencia no sólo es el resultado de los cambios biológicos importantes que están ocurriendo, sino también se deben a una guerra espiritual dramática que se lleva a cabo.

Los padres que demandan comodidad, facilidad, regularidad, paz, espacio, quietud y armonía no estarán bien equipados para esta guerra. Comenzaran a ver a sus adolescentes como los enemigos. Comenzarán a pelear conellos en lugar de a favor de ellos, y aun peor, tenderán a olvidar la verdadera naturaleza de la batalla y la identidad real del enemigo. Actuarán basados en deseos frustrados, haciendo y diciendo cosas que luego lamentarán, y fallarán en ser efectivos y productivos en esos momentos estratégicos de ministerio en los que Dios los ha colocado.

Extracto del libro Edad de Oportunidad

Por Paul D. Tripp

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