LOS HIJOS SON SERES DEL PACTO

Tal vez estés pensando, ¿qué quiere decir todo esto, y cómo el hecho de saber esto me ayuda a ser un mejor padre de mi adolescente? Permíteme explicarte. Cuando la Biblia declara que los hijos son seres del pacto, significa que los hijos fueron hechos para tener una relación con Dios. Fueron hechos para conocer, amar, servir y obedecer a Dios. Los hijos no fueron hechos para vivir vidas autónomas, centradas en ellos mismos y autosuficientes. Todo lo que un hijo piensa, hace y dice fue puesto por Dios para hacerse en amor sumiso hacia Él. Este es el primer y más grande mandamiento según Cristo (Mat. 22.37-38). Este es la cosa más fundamental que puede decirse acerca de la identidad de los hijos.

La Biblia dice algo más. Dice que, si los hijos no están viviendo en una sumisión gozosa hacia Dios, estarán viviendo en sumisión hacia alguien o algo más. Los hijos servirán y adorarán a Dios o servirán y adorarán a alguien más. No puedes dividir a los hijos en dos grupos, los que adoran y lo que no. Todo hijo es un adorador. La pregunta es, ¿a quién o qué va adorar? (ver Rom. 1:18-32) Todo lo que un hijo hace, todo lo que un hijo desea, todo pensamiento que piensa y cada decisión que toma, cada relación que busca, y cada acción que emprende, de alguna manera, es una expresión de adoración. Cuando un hermano y una hermana pelean agresivamente por el teléfono, o cuando un adolescente quiere morir por la falta de aceptación por parte de sus coetáneos, es importante recordar que la adoración se está expresando. Existe una dimensión vertical hacia Dios por cada acción interpersonal horizontal.

Los hijos son adoradores, y sus vidas son forjadas y controladas por aquello que adoren. Esto significa que cada momento es un momento de Dios. En cada momento, un hijo está aceptando su papel como criatura viviendo en una adoración obediente a Dios, o intercambia a Dios por algún aspecto del mundo creado que busca obtener. Los hijos, típicamente, no piensan de esta manera respecto a ellos mismos (tampoco sus padres), así que necesitan que nosotros fielmente les señalemos que sus acciones tienen una naturaleza de pacto. No hay ninguna otra parte de la descripción bíblica del trabajo de los padres que ésta.

LOS HIJOS SON SERES SOCIALES

Los hijos no sólo fueron creados para tener una relación con Dios; fueron creados para tener relaciones con otras personas. Este es el segundo gran mandamiento (Mat. 22:39). Los hijos fueron hechos para estar en comunidad. Dios siempre habla de la gente como gente en relaciones. El individualismo autosuficiente de la cultura occidental es ajeno a la Escritura. La meta de la vida de una persona no es ser un individuo saludable; ¡la meta es ser una persona viviendo en comunidad con otras personas que están viviendo en comunidad con Dios!

Desde el primer momento de su vida, un niño tiene una responsabilidad moral por la gente a su alrededor. Es llamado a amar a otros como a sí mismo. Todo lo que niño haga expresará, ya sea sumisión al llamado a Dios a la comunidad o el rechazo del mismo. Los pecadores no viven bien en comunidad. Por su misma naturaleza están orientados hacia ellos mismos. El pecado fluye de la adoración de uno mismo. Así es que los hijos viviendo en un mundo caído batallarán con el diseño de Dios para la comunidad.

Nunca he visto a alguno de mis hijos mirar la última dona de chocolate y decir a su hermano: “Tú sabes que me encantan las donas de chocolate, pero hay una cosa que me daría más placer que comérmela. Gozaría tanto saber que comiste la última dona y te trajo placer”. ¡No! Observo a mis hijos poniéndose nerviosos a medida que la pila de dones va desapareciendo. Los escucho preguntar, “¿Todavía alguien tiene hambre?” “¿Quién se comió la otra dona de chocolate?” “¿Cuántos ya comieron tres donas?” Cada pregunta nace del interés en uno mismo, del temor de que alguien más obtenga lo que ellos quieren.

Finalmente, la última dona llega al plato de alguien y comienza el tumulto. Hay un hijo autocompasivo que llora que nadie lo quiere y que no es justo. Hay un hijo abogado que argumenta en contra de lo injusto de la situación, dadas las cuatro últimas veces que hemos comido donas. (¿Quién se acuerda de eso?) Hay un hijo fatalista que dice que odia comer donas porque siempre pasa lo mismo. Los pecadores luchan con el llamamiento que Dios hace a amarnos, así que la comunidad debe ser un énfasis consistente en nuestros hogares.

Los hijos fueron creados por Dios para estar en comunidad, pero debido a su pecado, esta es una de sus luchas más grandes. El amor al prójimo como a uno mismo parece un mandamiento radical para el pecado (¡Y en verdad lo es!) Es un argumento en contra de todo lo que hay dentro de él. La orientación hacia ellos mismo es tan natural para nuestros hijos como la respiración. Recuerdo que entendí esto hace algunos años cuando daba clases en el kínder. Nunca tuve que enseñar a mis niños a pegarle al compañero, a ser celosos, a hablar ofensivamente, a empujar hacia el frente de la fila, a anunciar que su almuerzo estaba mejor que el del vecino, a presumir sus logros y a convertir todo en una competencia. Pero pasé horas tratando de convertir ese cuarto de pecadores egoístas en una comunidad amorosa en la que pudiera prosperar el aprendizaje. Así es la vida de un padre. Mucho de tu trabajo será el resultado de reconocer también que los niños fueron creados por Dios para ser seres sociales, para vivir en una comunidad amorosa unos con otros, y reconociendo que el pecado reemplaza el amor por los demás por un amor idólatra hacia uno mismo.

Extracto del libro Edad de Oportunidad

Por Paul D. Tripp

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