Terremotos… terrorismo… incendios… huracanes… accidentes industriales… tornados… asesinatos en masa… Estas son las experiencias y pesadillas de las cuales la gente quisiera despertar. Las personas inteligentes argumentan acerca de qué es peor: los desastres naturales o los causados por humanos. Existen algunas investigaciones que sugieren que los síntomas de trauma pueden ser, de alguna forma, más persistentes en lo que sigue a un evento causado por humanos. Pero eso puede ser una línea muy fina. Cuando los muertos están muertos, los heridos quebrantados, los edificios derrumbados, las comunicaciones perturbadas, los sueños deshechos, y la esperanza apagada, no hace mucha diferencia inmediata qué lo causó.

El terror es aquel temor abrumador de que todo el infierno está suelto y no hay nada que se pueda hacer al respecto. Los terrores más expansivos dejan un conteo de cuerpos y muchas personas heridas, dislocadas y expuestas a peligros secundarios de salud y seguridad. Estos escenarios espantosos continúan retumbando, dañando economías y redes sociales; dejando a los sobrevivientes conmocionados, luego frívolos, temerosos y tristes por mucho tiempo.

Aquí está lo central: sin importar su naturaleza, o cuán público o privado pueda ser, cuando el terror ataca, es demasiado tarde para prepararse para este y demasiado tarde para detenerlo; de otra forma no sería terror. Si algo aprendimos, es que no podemos escapar engañando a los jóvenes, no por mucho tiempo. No podemos prometerles realmente estar a salvo porque, una vez que se enteren que está fuera de nuestras capacidades, dejarán de confiar en nosotros. Si los jóvenes llegan a creer que no somos confiables, esa es solo una pérdida más en un mundo que ya se siente demasiado peligroso.

A continuación, una lista parcial de terrores que los padres y los líderes juveniles no pueden prometer prevenir:

  • Desastres relacionados con el clima.
  • Terremotos y tsunamis.
  • Choques de asteroides.
  • Epidemias contagiosas.
  • Asaltos físicos y sexuales.
  • Ataques terroristas o actos de guerra.
  • Criminalidad, matanzas en las escuelas y cualquier acto de violencia.
  • Ruina económica y financiera.
  • Accidentes.
  • Defectos genéticos.
  • Nuestras propias muertes.

Aquí hay una lista bastante comprensible de los que los padres y los líderes juveniles pueden prometer:

  • Primero: haré mi mejor esfuerzo para protegerte cada día.
  • Segundo: no hay número dos. Aquí se termina la lista de lo que podemos prometer.

PLAN DE ACCIÓN: PREPÁRATE Y RESPONDE

Antes que el terror ataque, presento algunas cosas que los padres y los líderes juveniles pueden hacer para preparar a los jóvenes para lo peor:

  • Promete hacer tu mejor esfuerzo para protegerlos cada día.
  • Desarrollen juntos un plan para un desastre masivo.

Asegúrate de que todos saben cómo:

  • Llamar a emergencias.
  • Contactar por teléfono a familiares y amigos de confianza.
  • Cerrar la llave del gas y desconectar la alimentación de corriente eléctrica.
  • Localizar y utilizar linternas, baterías, radio portátil AM/FM, candelas, fósforos, agua purificada y alimentos no perecederos.
  • Localizar sus hogares en un mapa.
  • Caminar hasta las instalaciones médicas más cercanas.
  • Localizar y guardar pólizas de seguros, testamentos y registros financieros.

Identifica un lugar de reunión en caso de que estén separados y no puedan llegar a casa después de un desastre:

  • Identifica un lugar secundario de reunión si no pueden ir al primero.
  • Identifica un tercer lugar si no pueden ir a los otros.
  • Pónganse de acuerdo en quién estará sin moverse en cualquiera de los lugares de reunión que logre alcanzar, y quién se moverá del lugar uno al lugar dos al lugar tres hasta que todos se hayan reunido.
  • Desarrolla un acuerdo personal de desastre.
  • Los padres y los líderes juveniles deben comunicar convincentemente que ningún evento puede destruir su compromiso de amor: ningún embarazo, VIH/SIDA, abuso de sustancias, asalto sexual, o asesinato.
  • Pónganse de acuerdo en un plan para revelar malas noticias, incluyendo conseguir ayuda para hacer el anuncio, si es necesario, en lugar de no hacer nada.

Después que el terror ataca, hay mucho que los líderes juveniles y los padres pueden hacer. Según la conmoción se calma, pregunta: «¿Y ahora qué?». Dale a los jóvenes una razón para pensar en el futuro acerca de recuperación, reconstrucción y prevención.

Lidera a los jóvenes en el servicio, a otros en maneras según lo apropiado para su edad (y su situación). En general, piensa acerca de empezar en lo cercano y trabajar hacia fuera; siempre observa las necesidades insatisfechas que puedas enfrentar responsablemente.

Habla acerca del terror teológicamente. Uno de los mensajes más potentes frente a la catástrofe es la declaración: «No se supone que sea así». Si estamos de alguna forma cerca de lo correcto acerca del Dios que menciona la Biblia, nuestro Creador no se deleita en el sufrimiento ni en la muerte de sus criaturas. La pieza que acompaña la declaración: «No se supone que sea así», es la afirmación: «Y algún día no lo será». La esperanza del Evangelio incluye un cielo nuevo y una tierra nueva: el hogar de los justos. Aún no lo vemos, pero por fe lo observamos llegar. Mientras tanto, la vida es gracia y cosas malas suceden; la gente es capaz de respirar despliegues de amor y tambaleantes actos de opresión; el sol sale y la lluvia cae sobre justos e injustos. La vida es dura; Dios es Bueno.

Mantente alerta a señales de trastorno de estrés postraumático.

INSTRUCCIONES ANTES DEL VUELO

Las personas que están al tanto de nuestra seguridad en los aviones dan un pequeño discurso al inicio de cada vuelo, recordándonos que, en el evento poco probable de pérdida de presión en la cabina, una máscara de oxígeno caerá de la parte superior de los compartimientos. Debemos tomar la máscara de inmediato, ponerla sobre nuestra nariz y boca, tirar de las bandas elásticas, y respirar normalmente. Así que los asistentes de vuelo terminan esta parte de su presentación con la exhortación de asegurar tu propia máscara antes de asistir a niños u otros que puedan necesitar ayuda. Este es un buen consejo, ya que no es bueno desmayarse mientras ayudas a alguien a recibir oxígeno.

Si existe un desastre, tienes tantas probabilidades de estar aterrorizado como todos los demás. Respira profundo, y retoma la compostura tan rápido como puedas. Pero no respires tanto antes de comenzar a ver a tu alrededor quién más está poniéndose azul.

Extracto del libro Cómo Ayudar a Jóvenes en Crisis.

Por Jim Hancock y Rich Van Pelt

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