Existen varios obstáculos para los líderes juveniles al responder a los jóvenes con problemas legales:

  • No puedes ayudar si no sabes. Muchos padres son reacios a admitir que su hijo o hija tiene problemas con la ley.
  • El temor mantiene a los líderes juveniles fuera de las instalaciones de detención. Es el temor a lo desconocido; fácilmente sobrepuesto, pero no hasta que es admitido.
  • Los malentendidos mantienen a los líderes juveniles fuera de las instalaciones de detención; es el malentendido que los jóvenes en problemas ya no son jóvenes. La más grande diferencia entre la mayoría de jóvenes que tiene problemas con la ley y la mayoría de los demás jóvenes es que algunos fueron atrapados. Esto es un poco de exageración, pero honestamente, los jóvenes son jóvenes. Los realmente malvados están en una clase diferente que la mayoría de ofensores juveniles.

Eso es básicamente todo. Excepto por las ofensas violentas; es muy probable que encuentres una puerta abierta de parte de las personas en el sistema legal.

PLAN DE ACCIÓN: MANTENTE A SU LADO

Habla con los oficiales de las fuerzas de seguridad acerca de los chicos buenos que se meten en problemas y de los malos que todos creían eran buenos hasta que fueron atrapados.

Convence a los padres por medio de cualquier forma posible que estás listo y dispuesto a apoyarlos en las buenas y en las malas. Déjales saber que sabes que los padres buenos tienen hijos buenos que toman malas decisiones y que estarás allí si alguna vez se encuentran en esa posición.

La mayoría de los padres no tiene idea de cómo las cortes lidian con los jóvenes. Si ellos saben que estás familiarizado con la policía y el sistema de justicia juvenil se inclinarán más a buscar tu ayuda en un tiempo de necesidad. A continuación, lo básico:

Ya sea que un adolescente sea atrapado por una ofensa relativamente menor, como robar algo de una tienda, o sea sospechoso de haber cometido una ofensa más seria, como una violación, los procedimientos legales usados por la mayoría de jurisdicciones siguen el mismo patrón.

Generalmente, cuando un ofensor sospechoso es arrestado o traído para interrogatorio, una evaluación de ingreso es completada. Esto incluye la Obtención de información de parte del oficial que hace el arresto y del joven. Si la ofensa es relativamente menor y no existen antecedentes de otras ofensas, un «sermón de puesta en libertad» puede ser determinantemente apropiado, en cuyo caso el joven ofensor y su padre o guardián son advertidos y enviados a casa. De otra manera, una audiencia del caso es programada para determinar si existe o no suficiente evidencia para justificar la continuidad de la acusación.

Si una probable causa es establecida, la fecha de un juicio ante un juez de la corte juvenil es determinada, o en ciertos casos ante un juez y un jurado. El joven puede ser remitido a la custodia de su padre o guardián o a un centro de una detención juvenil para esperar el juicio.

Durante todo el proceso, algunos ofensores serán detenidos en un centro juvenil debido a ofensas previas, severidad del crimen, falta de voluntad de parte de los padres de recibir al menor nuevamente bajo su custodia porque el joven está más allá de su control, alto riesgo de huir, o cualquier otro factor que la corte crea que pueda prevenir que el joven aparezca en la siguiente fase del proceso.

Si el juez juvenil o el juez y el jurado deciden que la evidencia demuestra culpabilidad más allá de cualquier duda razonable, entonces una disposición de audiencia es acordada, tiempo en el que el juez escucha recomendaciones del demandante y la defensa, considera las opciones estatutarias, y emite un veredicto que determina el tratamiento o medidas punitivas ordenadas por la corte.

La mayoría de detenciones de corto plazo y los centros de tratamiento a largo plazo para jóvenes da la bienvenida al involucramiento del clérigo o los líderes juveniles relacionados con la iglesia que deseen mantener una continua relación con los jóvenes feligreses que fueron institucionalizados. Algunos centros requieren una estricta adherencia a procedimientos regulares de horas de visita, pero la mayoría es lo suficientemente flexible para acomodarse al horario de un pastor o líder juvenil.

Extracto del libro Cómo Ayudar a Jóvenes en Crisis.

Por Jim Hancock y Rich Van Pelt

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