«Entonces el Señor tu Dios te bendecirá con mucha prosperidad en todo el trabajo de tus manos y en el fruto de tu vientre, en las crías de tu ganado y en las cosechas de tus campos. El Señor se complacerá de nuevo en tu bienestar, así como se deleitó en la prosperidad de tus antepasados, siempre y cuando obedezcas al Señor tu Dios y cumplas sus mandamientos y preceptos, escritos en este libro de la ley, y te vuelvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma» (Deuteronomio 30:9-10).

«Cada vez que enseñas lanzas un proceso que idealmente nunca terminará, generación tras generación» (Howard Hendricks, Enseñando para cambiar vidas).

El Search Institute encuestó a 400 líderes de jóvenes sobre las prioridades que tiene un ministerio juvenil moderno. Los encuestadores les pidieron a los encuestados que mencionaran por orden de prioridad dieciséis actividades tales como: «que los jóvenes sepan aplicar la fe en la toma de decisiones diariamente», «cultivar en los jóvenes un compromiso con su feque perdure para toda la vida» y «proveer un lugar seguro y cariñoso». ¿En qué lugar quedó el «enseñar las Escrituras» dentro del orden de prioridades? En el puesto 13, de entre los 16 sugeridos.

Desde la fecha en que se realizó esa encuesta ya ha pasado una década; se podían haber mejorado las prioridades. Pero datos recientes reflejan que tanto los jóvenes como los líderes juveniles no han movido ni un centímetro el orden de sus prioridades. De hecho, el estudio de la Biblia ha bajado aún más en la percepción del ministerio juvenil.

¿QUÉ HAY EN UN NOMBRE?

Me doy cuenta de que cuando deslicé el título «estudio bíblico» en la frase anterior, posiblemente los haya perdido. Diferentes imágenes vienen a la mente cuando los líderes juveniles oyen esas palabras. Desafortunadamente muchas de esas imágenes no son muy positivas. Lo más probable es que tú hayas evocado algún estudio bíblico que te aburrió hasta las lágrimas cuando eras adolescente, o algún intento fallido en tu propio ministerio juvenil… A lo mejor, cuando piensas en un estudio bíblico presupones que lo tendrás todo bajo control si hay un tiempo de alabanza y otras actividades que giren alrededor de las Escrituras.

Yo he experimentado con otras frases como «La experiencia bíblica» o «El viaje de la Palabra», pero ninguna suena adecuada ni describe cabalmente aquello de lo que se trata. Así que por ahora estamos atorados con la expresión estudio bíblico… Tómate ahora mismo unos segundos para borrar cualquier recuerdo que tengas sobre los programas de estudio bíblico y los distintos enfoques y métodos que hayas usado en el pasado. Comienza como sobre un lienzo en blanco. Y cuando escuches el concepto estudio bíblico, imagínate un nuevo y fresco abordaje que emocionará a Dios y que los jóvenes realmente disfrutarán. Un enfoque que capacite a los jóvenes para asimilar la Palabra de Dios en sus vidas. Mientras tanto, hazte estas preguntas: ¿Mis jóvenes necesitan saber cómo usar «una de estas cosas»? ¿Será que el estudio bíblico tiene un lugar en la iglesia emergente? ¿Tendrá un espacio en la iglesia que está en declive?

Para tener una mejor perspectiva, como primera instancia consideremos el texto de Deuteronomio en el que Dios le dice a su pueblo lo que debe hacer con «una de estas cosas», o sea, la Palabra de Dios escrita en esa época para aquella generación.

SESIÓN DE ORIENTACIÓN

Te debes estar preguntando si eso desmotivó al pueblo de Israel. Acababan de recibir aliento y estaban equipados para moverse hacia la tierra prometida y poseer esa porción del mundo que toda una generación había estado aguardando… Finalmente, el pueblo de Dios había pagado su deuda por la desobediencia de sus padres y sus abuelos. Estaban ansiosos por demostrarle a Dios que ellos no eran como sus padres y sus abuelos, que esta era una nueva generación y que estaban entrando a una nueva era.

Moisés tomó el micrófono, mientras la multitud se acercaba para escuchar las palabras que tanto ansiaba oír, como: «Caballeros enciendan sus motores. Pueblo de Israel, ¡es tiempo de moverse!». Moisés aclaró la garganta, ajustó el micrófono, y dijo: «Ahora, israelitas, escuchen los preceptos y las normas que les enseñé» (Deuteronomio 4:1).

¿Hacer qué? La expectativa de la muchedumbre empezó a desinflarse, como cuando el aire se fuga de un globo que ha sido perforado. Como cuando los alumnos cuentan los segundos que faltan para que toque el timbre y la maestra dice: «Saquen una hoja». Luego Moisés lanzó algo más: Deberán saber todos y cada uno de los decretos y leyes que estoy a punto de darles para poder vivir bien.

¿Vivir? ¿Dijo vivir? Moisés los tenía en la palma de su mano. Esa gente había visto que la muerte era resultado de la desobediencia. Sus seres queridos, convertidos en cadáveres, habían quedado en el desierto. Tal vez valiera la pena escuchar las palabras de Moisés. A esa gente le gustaba la vida.

CÓMO SEGUIR A DIOS

Moisés comenzó su sermón, según narra Deuteronomio, con un instructivo de cómo no seguir a Dios, llevando a esa generación a recordar la manera en que la desobediencia de sus padres había convertido un viaje bastante sencillo desde el Monte Sinaí hasta la tierra prometida, que debía llevarles unos cuantos días, en cuarenta años de caminar y vagar por el desierto. Lo que continuaba era la lección de cómo sí seguir a Dios, vigorizada con todas las posibles motivaciones de por qué hacerlo. Esa enseñanza abarca gran parte del libro de Deuteronomio. Y toda ella depende de una frase central: «Las palabras de esta ley, que están escritas en este libro» (Deuteronomio 28:58).

En la sesión de orientación previa a la entrada a la tierra prometida que Deuteronomio resume, Dios revela que su corazón, a través de todos los siglos, está puesto en su Palabra, en aquellas cosas que «están escritas en este libro».

  • Aprendemos cómo es la Palabra de Dios: Justa (Deuteronomio 4:8).
  • Aprendemos lo que hace: Da vida, sabiduría y entendimiento. Las personas que la viven la hacen atractiva para las personas que no creen. (Deuteronomio 4:6-7, 32:47)
  • Y aprendemos lo que Dios espera que hagamos con ella: Atesorarla en nuestros corazones, seguirla, observarla cuidadosamente, guardarla y aprenderla (Deuteronomio 4:1-10, 5:1).

Aquí es donde los ministerios juveniles modernos entran en escena. En esos decretos y leyes, diseñados para proveerle vida a Israel, la generación adulta recibió dos grandes responsabilidades con respecto a las generaciones más jóvenes:

  • Debía enseñarle a la siguiente generación los decretos de Dios (Deuteronomio 6:6-7).
  • Debía contarle a esa generación acerca de los caminos de Dios (Deuteronomio 4:9).

Extracto del libro Cómo Enseñar la Biblia Con Creatividad

Por Barry Shafer

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