Leamos Daniel 1. Vayamos ahora a los versículos 3-7. En ese pasaje existen cuatro cambios a los que los jóvenes fueron sometidos. ¿Puedes encontrarlos?

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4.

En otras palabras, debido al conflicto político, ellos fueron víctimas de cuatro trastornos en su estilo de vida que seguramente no resultaron muy agradables. Sufrieron la imposición violenta de cuatro cambios que no eran cómodos ni gratos. Sin embargo, solo encontramos una reacción de parte de Daniel y sus amigos ante uno de estos cambios: la comida. Es decir, hubo un asunto crítico, no negociable. En cuanto a esto no había concesiones.

Daniel y su grupo no mostraron oposición por el brusco cambio geográfico (dejar su hogar en Jerusalén), ni por el cambio de idioma (y de cultura), y tampoco por el cambio de nombre. Estas tres modificaciones fueron aceptadas porque eran negociables. No afectaban críticamente algo importante.

Daniel no propuso un cambio para aprender mejor francés en lugar de caldeo, o llamarse Brian o Michael en lugar de Beltsasar. ¡Eso no era importante! No afectaba su vida, su identidad ni su espiritualidad. Sin embargo, la comida sí representaba un problema, por lo tanto, no era negociable. Esto sí se trataba de una cuestión espiritual (y en este capítulo, como en el resto del libro, vemos a un Daniel celoso de su Dios. El tema de la comida era un serio tropiezo en la vida devota de Daniel (manchaba la expectativa de su Dios).

Hablando ahora de nuestros ministerios juveniles, también debemos aprender a clasificar las situaciones o los cambios en dos categorías: los negociables y los no negociables. Los primeros tienen que ver con ideas que, bien sean aprobadas o rechazadas, no afectan el avance en el cumplimiento de las expectativas de Dios para el ministerio. No obstante, los segundos son aquellos que frenarían, hundirían o desviarían el progreso hacia las metas dadas por Dios.

De la siguiente lista de propuestas comunes, ¿cuáles cambios crees que son negociables y cuáles no?

  • Cambiar el día de reunión del grupo del sábado al viernes.
  • Cambiar el libro de devocionales que usamos en el grupo.
  • Cambiar el estilo musical de los cantos que entonamos en la alabanza.
  • Cambiar el criterio de selección de los líderes del ministerio.
  • Cambiar las fechas del campamento anual.
  • Cambiar el lugar donde nos reunimos.
  • Cambiar el logotipo del grupo.
  • Cambiar la frecuencia de las reuniones, de semanal a mensual.
  • Cambiar la versión de la Biblia que usamos.

¿Qué cosas crees que deben formar parte del ministerio juvenil y pase lo que pase no deben ser cambiadas (son no negociables)?

Si puedes definir cuáles son los aspectos no negociables de tu ministerio juvenil, descubrirás las cosas por las que debes pelear, aquellas que debes defender cueste lo que cueste. ¡No te desgastes por las demás!

EL FAVOR DE DIOS

Encuentro un fenómeno en la situación que leemos en Daniel 1. Ante la propuesta de un cambio imposible, existe un factor que no podemos pasar por alto. Si observas los versículos 9 y 17 te darás cuenta de que Daniel contaba con el favor de Dios. A través de esta situación adversa, en medio de esta propuesta agresiva para cambiar el sistema, Dios fue fiel con Daniel. La propuesta de Daniel se encuentra en el versículo 8, y como dijimos antes, surge debido a la fidelidad de Daniel hacia Dios. ¡Por eso creo que observamos de inmediato en el versículo 9 la misma fidelidad de parte de Dios hacia Daniel!

En nuestro caso, me doy cuenta de que muchas veces no contamos con el favor de Dios a la hora de hacer nuestras peticiones de cambios en el ministerio. Si somos honestos, creo que la mayoría de las veces estamos caracterizados por:

Una mala actitud:

  • Si nuestra propuesta no es aceptada, nos volvemos pendencieros.
  • Si nuestra idea no se aprueba, tratamos de insistir o presionar para no dar nuestro brazo a torcer.
  • Si no admiten nuestras sugerencias, pensamos que los demás son arrogantes y tienen algún problema contra nosotros.

Falta de oración:

  • No oramos pidiendo sabiduría para exponer nuestras ideas.
  • No oramos buscando la dirección de Dios para la discusión de la propuesta.
  • No oramos por nuestros líderes para que tengan claridad a la hora de orientarnos.

Poca paciencia:

  • Se nos olvida que los cambios son muchas veces (si no todas) lentos.
  • Se nos olvida que otros no captan tan rápido nuestras ideas.
  • Se nos olvida que los demás necesitan tiempo para reflexionar y considerar involucrarse en el cambio.

¿Alguna vez has caído en uno o más de estos problemas?

¿Qué otras actitudes crees que ejemplificarían el hecho de actuar sin el favor de Dios?

¿Qué debes hacer entonces para buscar el favor de Dios en tu ministerio?

Extracto del libro “Estratégicos y Audaces”

Por Howard Andruejol

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