A veces me imagino a los antiguos profetas de Israel y de Judá como los pastores de jóvenes del Antiguo Testamento. Ellos se mostraban apasionados con su mensaje, incluían muy buenas ilustraciones en sus lecciones, eran un poco raros, y nadie los escuchaba. Se encontraban en una posición complicada.
Oseas fue uno de esos profetas. Y proporcionó una de las mejores ilustraciones para una lección que alcanza a todos los tiempos: Se casó con una prostituta. ¿Y cuál era el punto de esta ilustración? La nación de Israel había retozado con una prostituta en lugar de permanecer fiel a Dios.
La relación de Israel con Dios se había degenerado hasta este punto: si había algo malo por hacer, lo hacían. No necesariamente porque fueran rebeldes, sino porque no sabían discernir entre el bien y el mal. Había muy poca o ninguna diferencia entre su estilo de vida y el estilo de vida de sus vecinos paganos. ¿Cómo pudieron caer tan bajo? Con todos los milagros que habían visto y con tantas advertencias de parte de los profetas, ¿cómo permanecieron en una desobediencia deliberada?
Los dedos de Oseas estaban tomando el pulso espiritual de Israel y su oído estaba sintonizado con la palabra del Señor. Él fue directo al meollo del problema: En toda la tierra no había conocimiento de Dios. Israel era el pueblo de Dios solo de nombre pues andaba en completa ignorancia de la verdad y los caminos de Dios. Siglos de jueces y reyes, profetas y sacerdotes, milagros y bondades, victorias y derrotas, todo se resumía en una fatal deficiencia: Falta de conocimiento.
UN BRILLANTE DEFECTO
En los días de Oseas, el futuro del tesoro de Dios, la vasija de Dios en la misión global de redimir a toda la humanidad, giraba alrededor de una deficiencia. La saga de Israel, que comenzó con Abraham, tendría su clímax en destrucción. Y todo se resumía en… la falta de conocimiento. Para un profeta menor, ese era un gran punto.
Pero, ¿cuál es la gran cuestión con el tema del conocimiento? ¿Acaso no es algo que nos vuelve arrogantes? De acuerdo con Pablo en 1 Corintios 8:1, eso es precisamente a lo que lleva el conocimiento cuando no va acompañado de amor. Pero más tarde, en esa misma carta, Pablo escribe que la consecuencia de las acciones de Israel estaban registradas en las Escrituras como una advertencia para nosotros (1 Corintios 10:6). Las palabras de Oseas no eran viejos divagues para un pueblo antiguo, sino advertencias de vida o muerte que tenían el propósito de alentarlos para que entraran en acción.
Una deficiencia en el conocimiento bíblico, tarde o temprano, se manifestará en nuestra vida personal y en nuestro ministerio. Y esa falta de conocimiento puede tener consecuencias a largo plazo.
SIN MISERICORDIA
De acuerdo con Oseas, la primera desgracia que sufrió Israel por su falta de conocimiento fue una falta de integridad y compasión. (Oseas 4:1)… Faltaba integridad y misericordia entre los hijos de Dios que supuestamente debían ser ejemplo de esas mismas cualidades. La interacción de los israelitas entre ellos mismos, dejando de lado a los pueblos de su alrededor, no era ni compasiva ni escrupulosa. Como resultado, el pueblo de Israel no mostraba ante las naciones no creyentes que lo circundaban ningún motivo para que se sintieran atraídas a su Dios.
La profecía de Oseas establece una oportuna conexión entre el conocimiento de Dios y el vivir una vida santa. La ignorancia de la ley de Dios y su camino, de las cosas «escritas en este libro», habían creado una atmósfera en la que los regalos de Dios tales como la misericordia y el amor habían sido remplazados por la maldición, la mentira, el asesinato, el robo y el adulterio (Oseas 4:2). El comportamiento de Israel no se podía distinguir del de sus vecinos.
Pero la siguiente consecuencia puede que haya sido peor: El pueblo de Dios no era capaz de mantener sus ojos y manos lejos de otros dioses.
DECEPCIÓN
Oseas 3:1. La falta de conocimiento de Israel produjo una segunda consecuencia. El pueblo se volvió a otros dioses y amaba sus sagrados pasteles de pasas. Esta puede ser una consecuencia con la que tú y yo nos sintamos identificados. Pecados grandes como maldecir, mentir, asesinar, robar y cometer adulterio no son tan sutiles y posiblemente esa sea la razón por la que la mayoría de nosotros logramos mantenernos al margen. ¿Pero un inofensivo pastel de pasas? Aparte de proporcionarnos unas cuantas calorías extra, ¿qué podía tener de dañino?
En la cultura de Israel esos pasteles de pasas eran una delicia que con frecuencia se servía en las fiestas y festivales. David los comió cuando fue coronado como rey de Israel (1 Crónicas 12:40). Pero con el tiempo esos pasteles de pasas sagrados fueron conocidos entre los paganos por sus efectos afrodisiacos y más tarde usados en sus rituales de fertilidad. Los pasteles de pasas se convirtieron en una comida prohibida. Y la mención de Oseas de estos pasteles de pasas sugiere fuertemente que Israel no se los estaba comiendo como una merienda deliciosa para después de la escuela. Le atribuía un significado pagano y probablemente un sentido lujurioso a esos pasteles.
Sin conocimiento, conocimiento de Dios y su Palabra, el pueblo de Israel no podía distinguir entre una comida preparada para las fiestas y el ritual sagrado de una religión falsa. Y en muchos casos eso mismo es lo que sucede en nuestro tiempo. Hoy en día entre los adolescentes las tentaciones más comunes son como los pasteles de pasas de aquellos tiempos. Se presentan como algo deseable, aceptable, y aun necesario y sin consecuencias discernibles a largo plazo.
- Hacer trampa en un examen se ha convertido en «Yo sé la respuesta, solo que no la recuerdo. Si le echo un vistazo a mis notas es solo para confirmar lo que ya sé».
- Experimentar con drogas se ha convertido en «Yo no quiero levantar una pared entre mis amigos y yo; quiero que ellos me miren como a uno de ellos. Y además, esto es solo cuestión de una sola vez. Yo no lo adoptaré para siempre».
Como señala el viejo dicho: «El pecado te lleva más lejos de lo que te imaginas. Hace que te quedes más tiempo del que querías. Y te hace pagar más caro de lo que pretendías». Pero el conocimiento, ricamente provisto por Dios a través de su Palabra, hace que una inocente tentación se vea como lo que realmente es: un paso hacia la destrucción.
LA ÉTICA ENTRE LOS JÓVENES NORTEAMERICANOS
Para el pueblo de Israel, el reloj del día del juicio comenzó a activarse cuando profetas tales como Oseas, no pudieron ya percibir la diferencia entre el comportamiento del pueblo de Dios y el de los no creyentes. ¿Será que se oye avanzar ese reloj en la iglesia? En una encuesta realizada a doce mil estudiantes de secundaria, el Josephson Institute encontró muy poca diferencia entre la ética de un adolescente que declara que sus convicciones religiosas son «esenciales o muy importantes» y la de los que contestaron que no son importantes. Cuando se les preguntó sobre los siguientes comportamientos en los pasados doce meses, los estudiantes respondieron de esta manera:
Les he mentido a mis padres
- Jóvenes religiosos 93%
- Jóvenes no religiosos 93%
Le he mentido a un profesor
- Jóvenes religiosos 83%
- Jóvenes no religiosos 85%
Hice trampa en un examen de la escuela
- Jóvenes religiosos 74%
- Jóvenes no religiosos 76%
Les he robado a mis padres o a algún pariente
- Jóvenes religiosos 25%
- Jóvenes no religiosos 33%
He robado algo de un almacén
- Jóvenes religiosos 34%
- Jóvenes no religiosos 45%
He golpeado a alguien porque estaba enojado
- Jóvenes religiosos 63%
- Jóvenes no religiosos 67%
He usado una droga ilegal
- Jóvenes religiosos 29%
- Jóvenes no religiosos 49%
Extracto del libro Cómo Enseñar la Biblia Con Creatividad
Por Barry Shafer