Tres etapas son necesarias para que el niño, ya convertido en adolescente, vaya construyendo los pilares de su identidad.

PRIMERA ETAPA: EL DESCUBRIMIENTO DE SÍ MISMO.

Esta etapa requiere mucho esfuerzo y trabajo, justamente porque no es fácil construirnos como personas. Esta es una de las acciones más complicadas (pero también de las más provechosas) de la vida. Esta etapa es como un plan aterrador para el niño, que requiere un desgaste de energía extra que lo agota, pero que no puede ser detenido.

Recordemos que el infante se desarrolla teniendo como fuente de información confiable a sus sentidos. Conoce del mundo, de los demás y de sí mismo, por lo que siente a través de los sentidos externos e internos. A esto lo llamaremos predominio de los sentidos como fuente de información.

  • La etapa del descubrimiento de sí mismo.
  • Predominio de los sentidos como fuente de información.

Es en este momento donde lo importante es lo que sentimos. Todavía no tenemos la capacidad de análisis y construcción que tendremos más adelante. Solo nos damos cuenta de las cosas por lo que nos informan nuestras percepciones. Percibimos acerca de las cosas, de las personas y de nosotros mismos, y quedamos atrapados y esclavizados por los resultados de nuestras percepciones.

Nos pasamos nuestra infancia esclavos de esta lógica, del discurso de los demás que vivenciamos por medio de nuestros sentidos. Por eso decimos que no es cómo vivimos las cosas sino cómo vivenciamos nuestra vida. Y el claro ejemplo es el caso de hermanos mellizos, que nacieron el mismo día, con los mismos padres, y crecieron bajo las mismas circunstancias, y sin embargo uno sale de una manera y el otro de otra, porque depende de cómo vivenciaron o cómo sintieron o percibieron las cosas.

Somos el resultado de la información de ese texto vivido como hitos desligados y desconectados que formaron nuestra identidad.

Este discurso del contexto es el que hace que seamos lo que somos. Surge de la presencia de las especulaciones acerca de quiénes somos, qué podemos hacer y hacia dónde podremos ir. Las especulaciones son juicios del discurso de los hitos, es decir que ya no es solo un texto, sino que lo explicamos desde nuestros sentidos, otorgándoles juicio.

No sé en realidad cómo fue mi papá. Lo que puedo recordar es porque, al rememorar el los hitos que tengo acerca de mi papá, siento que mi sentimiento me dice que fue de una determinada manera. Así es que muchos se sienten agradecidos o desilusionados por algo que en realidad no recuerdan bien… Solo tienen acceso al sentir que les ofrece el hito. Y es también desde este sentir que le dimos a los hitos que concluimos con un juicio de valor acerca de nosotros mismos, llamado autoestima.

Me sentiré valioso y reconocido si siento que lo fui, si siento que han sido buenos conmigo, si siento que han satisfecho mis necesidades primordiales y si he crecido sintiéndome valorado, aceptado y reconocido. Más allá de lo que haya pasado, sea cierto o no, los resultados los obtendré de mis vivencias. No de las circunstancias reales, sino de las especulaciones de los hitos.

Una tarea más trabajosa y agotadora que podrá hacerse mucho más adelante es lo que llamaremos autoconocimiento. Esto es, desmantelar las especulaciones de los hitos y llegar a lo real de las circunstancias vividas sin quedar presos de éstas. Pero esto lo veremos en la tercera etapa.

La primera etapa, entonces, culmina con la construcción de la autoestima. Es decir, el valor que sentimos que tenemos para nosotros mismos y para los demás, según el discurso de sí mismos que obtuvimos de la información que sentimos de los hitos. El resultado de esta etapa es, por lo tanto, la construcción de la autoestima y la conciencia del valor de sí mismo.

SEGUNDA ETAPA: LA FORMACIÓN DEL PROYECTO DE VIDA.

La segunda etapa de la construcción de la identidad adolescente tiene que ver con la construcción del proyecto de vida. Si la primera etapa tiene como lógica descubrir quiénes somos, la segunda etapa tiene el objeto de responder a la pregunta de para qué existimos. Observemos que esta etapa, más elaborada que la anterior, nos ubica en un lugar de otorgarle propósito a la vida, es decir de descubrir las potencialidades que tenemos más allá de nuestras especulaciones. Aclaremos que para esta etapa la «construcción» no se reduce a lo vocacional sino a la dirección general que le daremos a nuestra vida.

Construir el proyecto de vida es descubrir cuál es el potencial que escondemos. Rara vez estaremos frente a adolescentes que en su acto desarrollan sus potencialidades. La mayoría de las veces, como adultos formadores, deberemos desafiar al adolescente a construir su proyecto de vida, descubriendo primero su propio potencial.

El adolescente se enfrentará durante esta etapa con la terrible tarea de proyectarse, de ubicarse delante de un rumbo a construir. Esto no es nada fácil, y una de las principales características de las nuevas generaciones es precisamente la falta de la construcción del proyecto de vida. ¡Simplemente porque no logran descubrir lo que desean de la vida!

La decisión de esta construcción debe involucrar, además, acciones específicas para lograrlo. Por ejemplo, una gran contradicción de estos tiempos es que, por un lado, es muy sencillo tener información específica sobre muchas profesiones, y por otro, eso produce un aturdimiento a las nuevas generaciones que les hace más difícil elegir.

Los adolescentes, además, viven como un conflicto esta obligación de decidir qué van a hacer con sus vidas. Frente a tantas opciones, el adolescente deberá tomarse el trabajo de elegir algunas y descartar otras, y esto aturde y confunde.

Extracto del libro “Manual de Consejería Para el Trabajo con Adolescentes”

Por Adrian Intrieri.

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